Amelia está haciendo el desayuno, probablemente sean esos horribles panqueques de nuevo, suspiro y busco con mi mano los lentes que anoche deje en el buró. Me coloco los pantalones y voy a la cocina con una mirada adormilada y el cabello revuelto.
-El desayuno está listo.- dice cantarina. Nuevamente esos panqueques, tal como lo supuse.
-Ame, no tienes que preparar el desayuno.- digo sin entrar a la cocina aún.- Eso vuelve más personal de lo que debería nuestra relación.- me lanza una mirada de reproche.
-Disculpa, solo creí que…
-No Amelia, no lo fue y lamento que tengas ese presentimiento cada vez que tenemos sexo.- digo cansado, sé lo que se avecina.
-Puedes irte a la mierda Enzo.- dice azotando la mezcla de los panqueques.- Eres un patán, te metes en mis bragas y después solo esperas que me vista y me vaya.
-No, puedes quedarte a dormir…
-Pero no dormirás conmigo.- susurra con algo de despecho en su voz.
-Sabes que desde que rompimos esta relación se basa en mantener sexo ocasional.- respondo cruzando los brazos.- Lo sabías, te lo advertí y aceptaste.
Noto que esto la hiere más de lo que esperaba, se quita el mandil de cocina con lágrimas en los ojos y pasa a mi lado empujándome. Sé lo que pasará, se vestirá, tomará sus zapatos y su bolso, me lanzará una mirada de ira, probablemente me dirá algo ofensivo y se irá azotando la puerta; no me preocupa en lo absoluto porque también sé que no me hablará en un par de semanas hasta que un día este frente a mi puerta con algún pretexto estúpido.