El Océano me traga
de la misma forma
en la que yo trago los antidepresivos.
De repente me siento más pesada,
me ahogo en mis propias lagrimas.
Mis suspiros inversos,
brisas hacia dentro,
gritan ayuda.
Pero no hay nadie,
estoy sola.
El Titanic se hunde.
Mi mente es de titanio,
pero mi corazón es de cristal.
Todo se asfixia en mi,
y es mi culpa.
Mis músculos se vuelven piedras.
El pánico y los nervios me abordan
como pasajeros sin boleto
que entraron a escondidas.
La preocupación como agua
llena un vaso,
ese vaso soy yo.
Noches despierta
observando recíprocamente
aquel firmamento oscuro
y aquella Luna contrastándolo,
ambos intentan calmar mis miedos irracionales.
El aire se extingue
tan lentamente que duele.
La ayuda nunca llega,
El frío Océano congela mi alma,
cierro mis ojos,
la oscuridad me mira fijamente
y la enfrento,
pero ella gana.
Y vuelvo a sumergirme en la oscuridad.
-S.M Doufor.