Robert.
—ahora lo sabes—por primera vez Viviana le responde a mi jefa
Marie asiente a lo que acaba de escuchar. La veo incómoda, ya no está tan sonriente a cómo llegó hace unos segundos.
—cariño, ya es tarde ¿vamos a dormir?—no puedo evitar mi sorpresa. ¿Escuché bien? ¡pero claro que escuché bien! ¿por qué ese cambio tan repentino?
Viviana se acurruca más a mis brazos, busco su mirada, pero ella está concentrada en mirar a Marie.
Ya entiendo. Está celosa.
—sí preciosa, dame un minuto—puedo besarla pero sé que ella solo está hablándome de esta forma por Marie, mejor no me arriesgo y le sigo el juego, sin aprovecharme demasiado. Doy un beso en su mejilla
Marie carraspea—humm no es por interrumpir…—en realidad si está interrumpiendo—pero todo esto de la mudanza, me ha dejado agotada…
—¿dónde dormirá, ella?—los ojos verdes de Viviana me miran con advertencia
—me llamo Marie—ahora parece que mi jefa está algo enojada por la actitud de mi… acompañante
—y yo Viviana—sonrío al notar que sus brazos me abrazan con más fuerza. Dios… ¡qué mujer!
Tengo que admitirlo, me siento como si fuera una manzana de la discordia, se siente tan bien…. Oh, oh… ¡sueno como a Tyler!
—Marie… te dije que no hay una habitación extra aquí… así que…—no puedo evitar sentirme incómodo
No es mi culpa, cuando Marie me dijo si le podía dar hospedaje, le informé que en éste apartamento solo hay una habitación, que es la mía y lo único que podía ofrecerle era la sala y ella aceptó.
—no te preocupes Robert, eres muy amable—me regala una sonrisa sincera
Le sonrío en respuesta, pero al ver el rostro de Viviana hace que mi sonrisa desaparezca de inmediato, no está feliz… nada feliz.
—bien—ayudo a Marie con su única maleta. Le digo donde está el baño, no el de mi habitación, sino el otro, que es para las visitas, le indico la cocina, que hay fruta en el refrigerador y demás. Alrededor de una hora más tarde, Marie se ha acomodado perfectamente a un lado de la sala, es una mujer muy previsora, ha traído consigo una bolsa de dormir, de color rojo, al igual que su diminuto piyama… bueno, lo que trae puesto ni si quiera puedo considerarlo un piyama, es un mini short y un pequeño top que cubre sus atributos.
—gracias de nuevo, Robert—le he prestado un par de cobijas para que se abrigue. Se abraza a ellas
Camino a la habitación, dispuesto a cambiarme de ropa por mi piyama que es más cómoda que la ropa que traigo puesta. Entro a la habitación, Viviana está sentada en la cama, su espalda reposa en el respaldar de madera, sus piernas cubiertas por las sábanas y el edredón, mientras que sostiene el libro que leo todas las noches.
Me mira de reojo—¿por fin, ya se quedó dormida?—pregunta a la defensiva
—no seas así—me acerco a ella y acaricio su cabello
—¿viste su piyama?—me frunce el ceño
No puedo con ella. Voy al baño personal y me cambio rápidamente. Regreso y me recuesto en el lado vacío de la cama.
—¿por qué la odias?—digo para romper el silencio en el que estamos
—yo no la odio. No sé de lo que hablas
Me giro a verla—te has puesto celosa—me burlo
—¡no te rías!—me pega con el libro
—¡hey, hey! Con el libro no se juega—arrebato el libro de sus manos y lo alejo de nosotros
La abrazo fuerte mientras jugamos debajo de las sábanas.
—¡suéltame!—empieza a reír descontroladamente
—acepta que estás celosa—le susurro al oído
—jamás
Nos miramos un largo rato. Podría tranquilamente estar así toda la noche, con solo mirar sus bonitos ojos verdes. Una paz inunda mi corazón, hace mucho que no sentía esta sensación que siento ahora, cuando estoy con Viviana. Ella no… no es lo que algún día esperaba, ella llegó a mi vida para cambiarla, así, de repente, sin avisar.
—mi sexto sentido me dice que ella no es buena—afirma con seguridad
Le sonrío. Está acurrucada a mi lado, mi brazo está alrededor de su cintura, evitando que se aleje.
—y dices que no estás celosa
—acepto que estoy celosa, solo un poco… casi nada, pero sí, lo estoy—muerdo mi labio para no reírme
—¿por qué dices que no es buena?—indago
—mi sexto sentido me lo dice, Rob
—no entiendo tu sexto sentido—doy un beso en su cabello
Evita mirarme y suelta un suspiro—ella es muy bonita…—logro escuchar su murmuro
—no es más bonita que tú—vuelve a mirarme—será rubia, alta, lo que tú quieras, pero no…
—Rob, ella no es rubia—se queja—a kilómetros se nota que es teñida, no es rubia natural
—¿y tú si lo eres?—joder, sus labios tan cerca me provocan besarlos
—por supuesto que sí, tu pregunta me ofende—finge molestia—mi mamá también es rubia, heredé eso y también su carácter… los ojos si son de mi padre…
—espera—la interrumpo—eso quiere decir que cuando me detengo a ver tus ojos ¿veo el vivo retrato de tu padre?—finjo terror
—ahora ya no te hablo, te estás riendo de mi—intenta girarse entre mis brazos
—no te enojes… cariño—remarco la última palabra, la que usó para llamarme en frente de Marie
—¡te estás burlando!—intenta sonar molesta pero su sonrisa la delata
~*~
—Robert, amigo… me enorgulleces ¡con dos mujeres en tu apartamento! Y aún no pasa nada de nada
—Tyler…
—yo no podría controlar a “mi amigo” con dos bombonazos meneándose en frente mío
—¿quieres callarte?—pregunto pero él está con la mirada ida, como si imaginara todo lo que ha dicho
—¿dices que duerme con ropa diminuta?—me pregunta
—cállate Tyler, cuando entremos no quiero que Viviana escuche nada de esto
—cuando una mujer duerme así te está gritando ¡Fóllame ya!—estoy a punto de gritarle pero alguien se me adelanta
—son un par de… degenerados ¡pervertidos!—nos grita una anciana que rápidamente camina junto a su esposo a nuestro lado