Bouquet.
Me descubro de inmediato. ¿Entretener a esa enferma sexual?
—¿qué? No—digo antes que Rob de un paso
Una sonrisa excesivamente grande, se expande en el rostro de Rob—¿celosa?
—oye—me excuso—tú te pones celoso de Donatello y yo no digo nada. Tengo derecho en ponerme celosa de esa acosadora
—¡¿yo, celoso de ese queso crema?!—se señala él mismo
—no lo niegues—sonrío al cruzarme de brazos
—ustedes tienen esa enfermedad de celositis aguda—Tyler interrumpe nuestra pequeña discusión—pero ahora el que importa soy yo
—¿qué demonios has hecho, Tyler?—Rob intenta alejarlo de mí, pero al contrario Tyler sujeta mis hombros más fuerte
—Viviana, amiga… por favor—Tyler vuelve a agacharse detrás de mí
Es entonces que veo pasar no muy lejos de nosotros a una mujer morena, pero no parece una psicópata sexual a simple vista, es alta y delgada, su cabello está suelto, es castaño oscuro y ondulado, trae puesto unos jeans y tacones… ¿tacones para caminar en el césped? Muy mala idea. Tal vez sea por eso que camina lento. Además un top que deja descubierto parte de su vientre plano. La veo bien caminar… me parece conocida, pero no recuerdo de dónde. Estoy segura que la he visto… ¡Qué tonta! ¡ella es la cantante del club!
—estate quieto, Tyler. No quiero presenciar una pelea entre tu novia y tú—dice Rob
—no es mi novia—responde
—cállense los dos—digo. Penélope mira a ambos lados desde su sitio, buscando a alguien… a Tyler, pero no logra verlo así que camina en dirección contraria a nosotros—ya se fue, Tyler—me giro para ver a mi amigo prácticamente hincado en el suelo para que esa mujer no lo viera
—gracias Viviana—sonríe
—no te preocupes—le devuelvo el gesto
—amigo, levántate—pide Rob—nos están mirando. Parece que somos unos padres regañando a su hijo
—huy no—dice Tyler—mi mamá ya me habría castrado
Me sonrojo y Rob lo nota
—¡Tyler!—lo reprende—no hables así en frente de Viviana
Le doy la mano para ayudarlo a levantarse.
~*~
Miro el calendario que cuelga en el lado del refrigerador. Marco con el lapicero rojo la fecha de hoy, 1 del mes de octubre. Ha pasado muy rápido el tiempo. Prácticamente casi llevo medio año en Brooklyn y no me quejo… en un principio pensé que fue suerte haber encontrado a Rob, pero me he dado cuenta que no fue suerte, fue el destino.
Estoy bien. Robert y yo estamos bien. Todo ha seguido su curso estos meses que han pasado, ha sido divertido. Ayer domingo, por la tarde Tyler llegó al apartamento con dos potes de helado de chocolate y un envase de nutella, preparé palomitas de maíz y Robert fue a comprar la cerveza favorita de Tyler, ya que según nuestro amigo “sin mi cerveza no se disfruta de una película de acción”. Vimos Terminator ¡todas las películas seguidas! Tyler es fanático de ellas… en fin, la pasamos bien, entre risas por parte mía y de Rob al ver a Tyler fingir tener un arma en sus manos y apuntar a la televisión, así pasamos los fines de semana.
Agustina, la hermana de Robert, es un amor de persona, la juzgué mal a penas la vi y fue por su actitud, pero en estos meses también se ha ganado mi cariño y aprecio, ella no nos visita a menudo y es por su trabajo, recientemente consiguió empleo en una agencia de modas, ella es diseñadora y acepto que a veces cuando la veo llegar al apartamento con ropa en mano… es porque me espera un par de horas como su muñeca ya que hace que me las pruebe, es más, un día me dijo que yo podría ser modelo… lo peor, Rob lo escuchó y con su imponente “Ni pensarlo” y la mirada de advertencia hacia su hermana nos quedó claro a ambas que la idea estaba descartada, además que modelar.. no, no lo creo, no es lo mío.
Miro hacia la entrada al escuchar la puerta cerrarse. Rob ha llegado. Lo veo sonreír cuando me le acerco.
Sujeto su maletín y lo coloco en el sofá
—¿cómo te fue en el trabajo?—le ayudo a quitarse el saco
—bien, hoy tuve que entregar las notas de todos mis alumnos… nada fuera de lo común
—me alegra oír eso—me muevo inquieta al ver una pequeña caja envuelta en papel de regalo que trae
—¿quieres saber qué es?—sonríe, sacudiendo la cajita
Oh… parece que ha notado mi curiosidad
—no lo sé… ¿es para mí?
—por supuesto. Lamento que sea el primer regalo que te dé—dice apenado
Dejo su saco en el sofá. Llevo mis manos a su rostro y acaricio sus mejillas. En estos pocos meses he aprendido algo, que lo material no lo es todo, puede ayudarte y hacerte sentir cómoda sí, pero, el afecto, la amistad sincera, el cariño, eso no se cambia por nada.
—me has dado mucho, Rob—miro sus hermosos ojos grisáceos azulados. Belleza infinita—no me refiero a lo material, sino a… algo más… a todo el cariño que me das, día a día, yo…
Sus brazos rodean mi cintura—sabes que no es cariño lo que siento por ti
Lo besaría, pero en vez de sentir felicidad al escucharlo decir que siente más que cariño por mí… que tal vez, pueda sentir amor… me hace sentir culpable. Culpable por que él siempre ha sido sincero conmigo y yo… yo no.
—Viviana…
—dime
Me mira suplicante—¿hasta cuándo vamos a seguir así?
—¿no estás bien conmigo?
Niega de inmediato
—sabes que no es eso—apoya su frente en la mía en un gesto tierno y romántico—te adoro lo sabes… soy feliz al despertarme y que seas tú lo primero que ven mis ojos
Me abrazo a él con fuerza. Sonriendo como una tonta enamorada. Rob es así, sabe decir palabras que hacen que me enamore más de él.
—hablaremos después de esto ¿bien?—dice al romper el abrazo
—lo que tú digas—sigo sonriendo
Extiende su mano con la pequeña caja—ábrela
Chillo de emoción a lo que él ríe. La agarro y empiezo a desenvolver el papel que la cubre. Abro la caja blanca y adentro veo un celular táctil de color blanco. No me esperaba este regalo. Me quedo callada un momento. Es curioso… desde que escapé nunca necesité un celular, no tenía la necesidad, más bien… no la tengo, en cambio antes, no podía despegarme de mi IPhone, yo era muy superficial.