Alma
Eran las dos de la tarde cuando llegamos al aeropuerto de California. Mi tío estaba en nuestra espera. Y cuando lo ví, me intimide demaciado, hace años que no los visitaba, por mucho serían unos seis o siete años. Y ahora estaba pará quedarme. ¡Que miedo!
Nos acercamos y lo saludamos con un abrazo y un beso en la mejilla.
—¡¡Pero que hermosa estás!!! Mírate ya eres toda una señorita, solo te falta el lunar en el rostro para que te veas identica a tu mamá—dijo con astucia, era sierto que tenía un rasgo muy aparecido al de mi mamá cuando era joven, pero me molestó que mencionara la palabra falsa "hermosa"
— Hay Erick. Él que no ha cambiado eres tú, sigues siendo muy joven y guapo, aún no me creó la idea de que sigas soltero— respondió mi madre con tono sarcástico, antes de que yo pudiera contestar a mi tío.
— No te burles Adriana, esto es una verdadera forma de vivir—replico mi tío y solo reímos a su cara graciosa— miren ahí está el coche, suban ahorita los alcanzo—señalo y el caminó hasta perderse entre las personas.
Nos acercamos al auto y un señor nos abrió la puerta, me supongo que es el chófer. Porque también se encargo de subir las maletas. Esperamos a mi tío quien se demoró algunos minutos. Durante el camino, no paraban de hablar de las cosas que habían hecho durante el tiempo que no los visitamos, pero yo aún me sentía incómoda. Me sorprendió tanto cuando mi tío mencionó que mi padre ordenó que yo estudiara en Belmont, ahí fue donde yo me quería morir, ¿Cómo podría una chica como yo ir a ése colegio? Si no me equivoco es uno de los mejores que existe en California. Eso sería un horror. Me axauste tanto que ya no escuché sobre lo que hablaron el resto del camino. Cuando llegamos me sorprendí de la enorme casa en la que viviría de ahora en adelante. Esto era todo un sueño. Cuando entré a la casa mi abuela me recibió con un fuerte abrazo y ordenó a que me mostrarán mi habitación, la cuál estaba en la segunda planta, me sorprendió encontrar algo así, parecía muy cómoda y sobre todo el color violeta me hacía sentirme en casa. Más en el fondo me encontré con un enorme clóset lleno de ropa de mi talla y calzado de todo tipo. Realmente era un hermoso detalle. Pero aún no me convencía tener que ponerme esas prendas, la verdad es que no estaba tan acostumbrada a usar ese tipo de accesorios y me sentiría incómoda.
—¿Te gusta?— pregunto mi abuela desde el marcó de la puerta, parecía que ya tenía minutos allá y no me di cuenta.
— He....si claro es un lindo detalle, aunque la verdad no sé si todo valla conmigo— dije con tristeza, recordando las palabras que decía mi padre cuando intenté vestirme de una manera atractiva.
∆Flashback∆
Llegué a la casa después de la fiesta. Ese día Sara me regaló ropa de lujo que realmente me agradaba.
— ¡¡Aver niña!!. Mírate, ¿No te da vergüenza ponerte eso? ¡¡te vez horrible!!.—yo me quedé en silencio, sin saber que decir, mientras el se moría de la risa— Así se visten las chicas hermosas y maduras, no las niñas feas y tontas cómo tu.— me miró con desagradó— tu, tú deberías ser una criada, no deberías ser mi hija. Y no porque vivas en mi casa, gastes de mi dinero y tengas una amiga de lujos, tú lo seras igual. Agradece que todo lo que tienes es gracias a mi.
No esperé más y subí sin decir nada a mi habitación, las lágrimas recorrían mis mejillas. Esto era de cobardes, pero no quería seguir escuchando más palabras de su maldita boca. Desde ese día prometí que nunca en mi vida me volvería a vestir de esa manera, y decidí usar lo de siempre,ropa barata, lo importante era que no me volvieran a humillar.
∆Fin flashback∆
—¿hija estás bien?— me preguntó mi abuela al verme con lágrimas
—Si claro,es solo que nadie había hecho esto por mi— mentí para tranquilizarla. Era claro que no le contaría lo que sucedió, nunca lo haria.
— No agradezcas nada. Solo aprovecha— dijo y salió del cuarto.
Durante la comida no hablé casi nada, pues solo hablaban de temas que no eran de mi interés. Al terminar subí a ponerme un pans para salir a correr por el parque que si bien lo recuerdo esta muy serca de la casa. hacia semanas que no me egercitaba y eso no es propio de mi, además quería procesar las cosas bien y preparar una buena excusa para así no usar la ropa que me esperaba en el closet. En pocas palabras quería estar sola.
Mi madre estaba en la sala junto con mi abuela cuando decidí irme, le prometí no tardar demaciado y llamar a cada rato para hacerla sentir segura y no tuviera malos presentimientos.
Salí muy satisfecha de poder estar sola, pero por más que buscaba no encontraba el parque de rutinas, así que decidí arriesgarme y caminar hasta encontrar un lugar muy cómodo para correr sin ningún problema. En cuestiones de minutos me encontré un lugar muy cómodo en dónde varias personas se dedicaban al ejercicio mutuo y decidí quedarme allá. Primero le hablaría a mi madre para asegurarle que todo iba bien, pero no encontraba mi móvil y recordé que aún no lo había sacado de mi bolso. Aún así ya no quería regresar, tanto me había costado llegar hasta aquí, cómo pará nada, además no demoraría mucho, solo haría unas cuantas vueltas.
Editado: 14.06.2020