Si me quisieras...

✔️Toda accion tiene una reaccion✔️(Parte 2)(08)

Olivia no pudo dormir absolutamente nada. Su madre estaba empeorando cada día más pálida. Le dio un beso en la frente y a toda prisa salió a su trabajo.

Estaba callada, pensativa. De hecho, cuando su chico del café llegó se escondió en la cocina.

Esa mañana, no quiso café, no quería hablar con Hanna. Se sentía avergonzada, sucia, deplorable, por el hecho de vender su cuerpo. Maldijo desde sus adentros estar amarrada a ese trabajo, si no fuera por la deuda que tiene con Ricardo, de inmediato se hubiese ido y encontrado algo mejor.

Se llevó las manos a su cabeza y sintió nuevamente que el aire le faltaba.

—Oli, ¿estás bien?.—le preguntó Hanna, parada en la puerta de la cocina,—los chicos ya se fueron.

—Okey.—resopló, como si hablar le doliera.

—Oli, ¿Qué pasa?.—se acercó lentamente, mirando el rostro angustiado de Olivia.

Olivia titubeó un par de veces, hasta que se desahogó.

—Venderé mi virginidad.

Las facciones de Hanna se sorprendieron, arrugó su frente y trató de analizar lo que su amiga le acababa de confesar.

—¡What!

—Me van a pagar por sexo.

—Mierda Olivia eso es prostitución.

—No tengo opción Hanna. Me sacarán de la casa si no pago.

—Bueno, es un barrio de mala muerte.—se cruzó de brazos la rubia.

—Por dios Hanna, no tengo dinero para pagar la renta ni ahí, ni en ningún lado.

Era como una bomba de tiempo, como una olla de presión al soltar el vapor al llegar a su límite. Y Olivia había llegado a su límite.

—Oli, con gusto te recibiría pero… no tengo la comodidad que necesita tu mami.

—Lo sé Hanna, y de verdad agradezco tu ayuda. Pero no somos tu responsabilidad.

Olivia se limpió las lágrimas y regresó a sus oficios. Su mente estaba perdida, nublada. Se sentía como un barco ante una terrible tempestad. Sin ayuda, sin salida, sin solución.

<<No hay nada mejor que la dignidad Olivia>>, <<Nunca olvide tus valores hijas>>, >>Dios siempre nos ayudara>>. Cerró sus ojos con fuerza y dejó que una lágrima gruesa inundara su mejilla. Las palabras de su madre indagaban y alborotaban su mente. Revoloteaban como ave al intentar volar.

¿Dónde estaba su moralidad?, ¿su dignidad?, ¿sus valores?. Todo lo que le habían enseñado desde niña.

—Olivia, si no quieres ir, aún estas a tiempo.—inquirió Hanna.

—Tengo que hacerlo…

—Sabes que estaré para ti.

—Gracias Hanna.

Con pasos lentos, salió de su trabajo. Se subió al auto y se fue al bar que administraba doña Maltha.

Al llegar, duro un par de minutos sosteniendo el volante. Inhalando y exhalando un poco. Se bajó tratando de mantenerse serena y caminó hacia adentro.

Allí, estaba doña Maltha, en la barra de los tragos, junto a la morena ojos verdes.

Ambas se dieron una mirada cómplice al verse y sonrieron como dos hienas.

—Sabía que vendrías mi niña. Hoy te tengo un cliente muy especial. Así que… Fabiola, encárgate de ella.

Fabiola sonrió, me tomó del brazo y me llevó a una alcoba. Está, estaba llena de lencería, bufandas de plumas, medias, juguetes sexuales, condones y pastillas.

—Tengo que dejarte muy linda esta noche. El cliente es muy especial, y le gusta jugar con muñecas.

—¿Quién es?.

—No puedo decírtelo. Solo sé que te esperará en la zona VIP.

—¿Zona que?.

—VIP. Son para los clientes exclusivos. Y el hombre con quien te encontrarás esta noche  es de allí.

Sus piernas comenzaron a temblar, y no pudo evitar que las lágrimas salieran.

—Por dios Olivia, no te pongas con niñerías. Tenemos que arreglarte.

Una lencería blanca adornó su cuerpo. Su cabello estaba suelto y unos flequillos estaban a medio lado de su frente.

Un sudor frío rodio su frente y los nervios en sus manos se comenzaron a notar.

—¡Fabiola!.

—Si.—dijo la ojos verdes. Buscando unos aretes largos.

—¿Cómo puedes hacer esto?.

La mujer suspiró hondo, y observó con nostalgia a la muchacha que estaba frente a ella.

—Yo era como tú Olivia. Inocente y con muchos problemas de dinero. Fue mi única opción, aunque muchos me vean como una zorra. Porque eso es lo que la gente hace.—suspiró hondo, y sus ojos se humedecieron,—critican sin saber lo duro que fue la vida contigo.

Olivia tragó grueso.

—Olivia, no estés aquí. No sabes el infierno que es llevar esta vida. Lo insoportable que es acostarse con hombres viejos, cochinos, de edad avanzada, drogadictos y borrachos.—sacudió a la muchacha por los hombros. Y ella asintió.

—Solo será esta vez Fabiola. Necesito ayudar a mi madre.




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