Si me quisieras…
Capítulo 23
No es tu culpa.
Como alma que se lleva el diablo y a toda velocidad Azael conducía. Todo el momento romántico de hace unos momento fue echado a perder por una noticia desalentadora. Olivia iba con él, de todas maneras, Milena era su amiga y compañera de clase, gracias a ella había hablado con su el chico del café.
Un silencio se apoderó del momento, volviéndolo incómodo. Olivia solo pudo pensar en cómo se estaría sintiendo Axel.
El frío arreciaba, la pelinegra miró su celular y marcaba las once de la noche. Pensó en su mamá y en lo sola que se debe de sentir.
Al llegar a la clínica, Azael corrió enseguida, dejando a la muchacha de tras de él. Sin embargo Olivia le siguió. Y a lo lejos, observó a Axel caminando de un lado a otro. Su primo lo abrazo y en voz baja discutieron la situación de Milena.
La camisa blanca de Axel estaba manchada de sangre. Sus ojos totalmente llorosos, y su aspecto pálido, parecía un fantasma ambulante. La muchacha se acercó y al verse, el chico de la guitarra no pudo evitar darse cuenta que ambos llegaron juntos.
Sin dudarlo, Olivia se balanceó hacía sus brazos y lo abrazo con fuerza. Cerró sus ojos y sintió como aquel afecto le tocaba el corazón. Axel se aferró a ella, sumergiéndose en lo poco que ella le podía otorgar.
Al despegarse, Olivia le sostuvo la mirada. Aquellos ojos se encontraban tristes y llorosos, y eso le dolió a Olivia. Azael se les quedó mirando a ambos, analizando la acción tan espontanea de la chica con Axel.
Parecían íntimos, amigos de toda la vida. No pudo evitar sentirse un poco desubicado por el gesto de cariño que le brindaba a su primo.
Aunque por dentro le rogaba a Dios por Milena. Azael sabía perfectamente los padecimientos de la pelirroja. Sin embargo, desconocía el motivo esta vez.
──¿Por qué esta vez lo hizo?──sondeó Azael, acercándose a Olivia, y tomándole la mano. Era una señal, una marca, una forma de aclararle a Axel que se le había declarado, tal como él se lo había aconsejado meses antes.
La chica se sorprendió al sentir como entrelazaba sus dedos con los del chico del café. De alguna forma, se convenció de que todo estaba ocurriendo muy rápido, y como decía su madre: Lo que comienza rápido termina de la misma manera. Temía a eso. A esperezarse e ilusionarse de amor y si no funcionaba, le correspondía recoger aquellas piezas rotas.
Axel se abatió. Recordó todas las veces que se encontraban en la cafetería y le mencionaba que le hablara a la torpe. Sin pensar que él también quedaría entrelazados en sus encantos y coquetería inocente.
Un estallido de recapitulaciones se hizo presente, sus consejos y sus accesos de sinceridad. Como se arrepentía.
<<Le gusta a la mesera>>, <<Invítala a salir>>, <<Esa chica se muere por ti y tú sufriendo por la mujer de la bufanda>>, <<Atrévete Azael>>, <<Háblale>>, <<¿La convertirás en tu sumisa?>>, <<Solo vienes a la cafetería conmigo a verla a ella>>.
Se reprochó el mismo muy dentro de sí, <<Y yo, ¿también iba a la cafetería a verla a ella, o solo por la coca-cola?>>. ¿En qué momento se sintió atraído?. Si durante ese tiempo Olivia era solo su objeto de burla.
No se dio cuenta…
No supo cómo…
Ni cuando…
Ni Porque…
Se había enamorado de ella.
Lo que más le dolía es que nunca tendría el cariño y el afecto de ella. Jamás ella le sonreiría como lo le sonríe a Azael, ni lo miraría, ni lo querría de esa manera.
El amor es tan injusto. Queremos a los que no nos quieren.
──No lo sé, esta vez no dejaré que salga del hospital si antes verse con un psicólogo──resopló Axel, desalentado.
──Lo ha hecho en ocasiones distinta. Apoyo tu decisión. ¿Y el señor Smith?.
──Ya lo llamé, viene para acá.
Axel se sentó en la silla de la sala de espera. Su rostro denotaba cansancio y tristeza. Unas cuantas veces se pasaba la mano por el rostro, posando sus ojos hacía el vacío.
Azael y Olivia se incorporaron un largo rato en silencio. No había palabras para calmar la angustia del momento. A unas cuantas horas, se aproximó un doctor.
──Familiares de la señora Smith.
Como un resorte, el chico de la guitarra se levantó de la silla.
──La señora perdió mucha sangre al cortarse las venas. Necesitaremos un donante.
──Yo puedo donarle, pero salvarle la vida──suplicó Axel.
──Yo también…──se sobresaltó Azael, asustado por el estado de salud de su prima.
──Yo también puedo ayudarla──se ofreció Olivia.
Una enfermera se llevó a ambos chicos y le tomaron sangre, y Axel fue compatible como donante. No podía negar que el chico tenía los nervios a flor de piel. Milena se había ganado un puesto en su corazón y por agradecimiento a los Smith, él la cuidaría.
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Editado: 04.11.2020