Si me quisieras…
Capítulo 24
No es tu culpa.
Al cabo de un rato, Azael le informó a Olivia que usaron la donación de su primo. Se reprochó al ver la hora y asimilar lo tarde que era, por lo tanto, no dudó en despachar a la pelinegra en un taxi.
A punta de café, ambos hombres se mantuvieron despiertos; con un silencio aterrador e incómodo. Sin embargo, Azael no dejaba de ser su mejor amigo, confidente y pariente más cercano. Por alguna razón, se sentía en deuda con él; por aceptarlo tal como era cuando fue adoptado por la familia Smith.
Es el único que ha estado ahí recogiendo sus pedazos.
Consideraba que intervenir en sus sentimientos por Olivia “si es que realmente los tenía”, sería un golpe muy bajo de desagradecimiento. Si tan solo él se hubiese dado cuenta antes de su afecto por la pelinegra, la historia fuera otra. Sin embargo, reconocía que había metido la pata hasta el fondo y no tenía vuelta atrás. Lo dicho ya estaba dicho y lo hecho ya estaba hecho. De todas formas, Olivia estaba enamorada de Azael.
Abrumado por sus pensamientos, Axel Smith observó cautelosamente a su pariente, que preocupado se encontraba con la mirada perdida al vacío.
──Familiares de la señora Smith──consultó el médico.
Axel se levantó de aquella silla de plástico. Le dolía la espalda, y su cuerpo se encontraba exhausto, no había logrado dormir nada en toda la noche.
──Ya despertó. Sígame.
Seguía apresuradamente los pasos del doctor, pensando en cómo reprendería a Milena por intentar quitarse la vida, en cierta forma, se sentía enojado y colerizado con ella por haber tomado esa decisión tan cobarde. Sin embargo, al ingresar a la habitación, no pudo evitar sentir pena y dolor por aquella niña que se había ganado su corazón. No pudo contenerse, tuvo que llorar.
<<Los hombres no lloran>>, le gritó la consciencia deliberadamente. En el orfanato se lo habían dicho muchas veces cuando alguna familia lo devolvía, o simplemente era rechazado. Eso hizo que forjara una coraza para que nadie pudiera lastimarlo.
Por otro lado, se sintió turbado por el estado de la pelirroja. Acostada en su cama, lloraba, como si toda su vida le doliera. Sus ojos se encontraban totalmente rojos e hinchados. No había dudas, estaba en un estado deplorable, susceptible y vulnerable.
──M- Milena──balbuceó, saboreando lo salado de sus lágrimas.
──Lo siento Axel.
──¿ Por qué lo hiciste?.
La joven estalló en llanto, en uno de esos llenos de amargura y resentimiento.
──No merecía vivir──sollozó, ahogada en sus propias lágrimas.
──No digas eso, tienes una vida por delante Milena. ¿En que estabas pensado?──le regaño, tomando asiento al borde de la cama.
──Soy culpable, por mi culpa mamá murió.
──No es tu culpa…
──Por favor Axel, deja de ser condescendiente conmigo. Sabes muy bien que, fue mi culpa. Ese día discutimos, la hice enfadar y por eso sufrió el accidente.
──Son cosas que suceden Milena, designios de Dios que jamás entenderemos. No puedes echarte la culpa por siempre.
──La extraño Axel…
──Yo también la extraño. Pero tenemos que sobreponernos al dolor. Recuerda que perdí a mis dos padres y terminé en un orfanato por 11 años. Me dolía cuando me adoptaban y a los pocos meses me devolvían ya sea porque no me soportaban o lograban tener sus propios hijos──le contó, calmado.
Miró los ojos verdes fundido en tristeza y melancolía, donde solo Axel podía ver un corazón herido y sumergido en lagunas de desaliento y amor. ──No deje que la culpa te castigue Milena. Hay un futuro que te espera con los brazos abiertos. Un hermosos amanecer que te ofrece esperanza y oportunidad. Una familia que te ama y se preocupa por ti. Te amo Milena y siempre te protegeré y amargaré tu existencia──Axel beso los nudillos de la pelirroja, y le sostuvo la mano por un largo rato.
Esas palabras fueron reconfortante para ella, yacía mucho tiempo que nadie le expresaba una muestra de amor y afecto tan sincero como el que su hermano adoptivo le declaraba.
──Milena, considero prudente que veas a un psicólogo, eso te ayudará en los momentos de tristeza.
──¡No estoy loca!.
──No estoy diciendo eso, solo que, necesitas ayudas, y yo estaré para apoyarte. Prométeme que asistirá.
Vaciló un poco antes de responder, sin embargo, termino asintiendo.
De pronto, la puerta se abrió y desde lejos Azael entraba con su padre.
Aquel hombre deshecho por la muerte de su esposa, ahora se encontraba tonificado en todos los sentidos.
Suspiró hondo, y pudo ver pequeñas lágrimas en los ojos de viejo.
Continuará…
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Editado: 04.11.2020