Sí, Mi Comandante [power Rangers: S.P.D.]

CAPÍTULO 20

CAPÍTULO 20

Mientras el Escuadrón A se retiraba, Bridge extendió una mano frente a él y se concentró para percibir las auras que los cinco dejaban a su paso mientras se iban. Y tal y como lo había visto aquel otro día, percibió auras de colores enturbiadas. Su primera lectura había sido correcta, y ese vistazo de frente se lo había confirmado.

Pero ciertamente auras como esas podían significar muchas cosas. Que sus almas y sus caminos se hayan corrompido podían ser unas de ellas, por supuesto. Sin embargo, también podrían venir originadas por otro tipo de emociones negativas gobernando sus acciones; el miedo, por ejemplo…

—Nunca conozcas a tus héroes —indicó Jack en voz baja, lo que rompió un poco la concentración del Green Ranger—. ¿No estás de acuerdo, Sky? —añadió justo después, mirando de soslayo a su camarada de azul, de pie a su lado. Sky no le respondió nada, aunque Bridge sí notó como agachaba la cabeza, desanimado.

El aire en la Sala de Mando se mantuvo tenso incluso después de que el Escuadrón A se fuera. Las palabras, y quizás advertencias, dichas por la Red Ranger antes de irse pesaban más sobre sus hombros que aquella patada malintencionada.

—¿Lo que ella dijo es verdad, señor? —preguntó Syd de pronto, siendo la primera en atreverse en hacerlo.

Cruger cerró los ojos un momento, intentando calmar el mar de emociones e ideas que le recorrían la cabeza en esos momentos. No era ni de cerca la forma en la que deseaba transmitirles la situación a su nuevo Escuadrón B, pero el daño ya estaba hecho. Tocaba ahora dar un paso al frente y afrontarlo.

—Lo es —respondió con firmeza.

Se dirigió entonces a la consola principal, y activó que se proyectara sobre ésta una imagen holográfica que mostraba la flota Troobiana estacionada cerca de la Tierra, con la Terror Espacial del Emperador Grumm siendo la insignia de ésta. Los cinco Rangers se aproximaron para poder observar de más cerca el holograma, y a cada una de esas naves combate.

—Este fue el principal motivo para apresurar la formación de este escuadrón —explicó Cruger—. El Imperio Troobiano es la amenaza más grande que el Universo ha enfrentado en los últimos años. Conforme avanzan por el cosmos, han ido invadiendo y destruyendo mundos enteros. Su ejército y su armamento son de los más avanzados y letales. Y ahora están justo aquí, con la Tierra en su mira. Aun bajo este panorama, el Comando Central ha ordenado que el Escuadrón A se una a una ofensiva conjunta de otros escuadrones, para realizar un ataque en la Nebulosa Hélix. Saldrán hoy mismo en unas horas, en cuanto los Zords estén listos, y desconocemos qué tanto les tomará volver. Mientras tanto, nos tocará a todos los que nos quedamos aquí el defender al planeta de cualquier ataque que la flota del Emperador Grumm pueda lanzarnos.

Aquel era un resumen rápido de la situación, que quizás dejaba bastantes preguntas e incertidumbre en el aire. Sky, Brdige y Syd era probable que hubieran oído del Imperio Troobiano antes durante su tiempo en la Academia, pero para Jack y Z sería la primera vez que sabían de esto. Aun así, nadie hizo alguna pregunta, nadie pidió más información. Lo que se les había informado para ese punto, parecía ser ya demasiado…

—No estamos listos para algo como eso —indicó Z con voz apesadumbrada.

—Yo sí lo estoy —espetó Sky de pronto, alzando la mirada con absoluta confianza.

—Oh, por supuesto —musitó Syd, sarcástica—. Ni siquiera sabías que el Red Ranger actual era mujer.

—Eso no tiene nada que ver —se defendió Sky.

Antes de que eso derivara en otra discusión, que Cruger sabía de antemano sería más que nada alimentada por la confusión y el miedo del momento, intervino para hablar de nuevo. Y los cinco callaron y fijaron su atención sólo en él. El Comandante no tenía claro si lo que diría sería bueno o perjudicial, pero era algo que sentía que debía decir.

—La realidad es que nunca se está totalmente listo para enfrentar una amenaza de esta magnitud contra tu mundo; yo lo sé mejor que nadie. Pero cuando el momento llega, lo único que se puede hacer es levantar la cabeza, pararte firme ante el enemigo, y luchar. Y yo tengo plena confianza en que ustedes lo harán. Como les dije el día de ayer, yo sé que llegará el día en que se convertirán en un magnifico escuadrón Ranger. Pero me temo que ese día sí tendrá que ser más pronto de lo esperado. La Tierra, y todos nosotros, dependemos de ello.

Los cinco se miraron entre ellos en silencio, con un cumulo de ideas brotando en sus rostros. Cruger no podía pedirles valentía y confianza en ese momento exacto. Si habría alguno en el que podrían sentirse vulnerables y asustaos, era justo ese. Pero saliendo de esa sala, sería importante que dejaran esas dudas atrás. Pues bien lo había dicho: la Tierra dependería de ellos.

De pronto, entre toda la nube de confusión, Jack dio un paso al frente, parándose firme delante de su Comandante.

—Puede contar con nosotros, señor —declaró con solida convicción—. Les patearemos el trasero a estos invasores, como sólo sabemos hacer aquí en la Tierra.

Aquel buen ánimo de su Red Ranger pareció contagiarse poco a poco a sus demás camaradas, y eso se reflejó en cómo sus rostros se fueron iluminando. Cruger igualmente lo sintió, y no pudo evitar sonreír un poco. Momentos como ese serían la muestra de por qué se había elegido a estos chicos como sus nuevos Rangers.




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