Si No Fuera Un Sueño

12 Capítulo


»Cada vez que pienso que todo irá bien, terminamos mal. Cada vez que imagino avances, hay retrocesos«
 


 

WD.Rose
 


                                »❦︎«

12. 𝕀𝕟𝕔𝕖𝕣𝕥𝕚𝕕𝕦𝕞𝕓𝕣𝕖
 


Todos nos miraban, desde que llegamos al cementerio la atención de muchas personas se posó en nosotros. Max apretó mi mano, sé que le resultaba molesto la curiosidad de terceros.

Unas mujeres murmuraban y cuando las miré disimularon.

—¿No es Emireth? Entonces es cierto que tuvo un hijo con su hermano —susurró una señora bastante dramática.

—Sí, que horror —le respondió la otra en el mismo tono bajo.

Luego se alejaron.

En vez de guardar silencio y respetar el dolor ajeno, criticaban en un momento tan triste. No tenían vergüenza.

Ellos no sabían nada, nada en absoluto de nuestras vidas.

—No les prestes atención, Emi —me dijo al oído y asentí sin soltarlo.

El padre de Max se acercó. Llevaba unas gafas oscuras. No supe qué hacer en ese momento.

—Maximiliano —lo saludó.

—Padre —correspondió abrazándolo.

Así permanecieron unos segundos.

—Mamá no quiero estar aquí —se quejó Matt con lágrimas en los ojos.

Mientras Padre e hijo hablaban, me puse a la altura de Matt y acuné su rostro. Sequé esas lagrimitas en sus mejillas.

—Sé que te sientes triste, papá y yo también, Matt. Pero ésto pasará, la tristeza se irá cielo —prometí besando su frente.

Asintió sonriendo fugaz.

—Matthew ven a darme un abrazo —apremió André con cariño.

—Anda Matt —susurré volviendo a mi posición anterior.

Y se saludaron. Max ya estaba de nuevo a mi lado, lo miré y sonreí a medias.

—¿Estás de acuerdo en ir a casa de mi padre? Solo nos quedaremos unos días —explicó rodeandome por la cintura.

Di un sonoro respiro.

Ése lugar sería el último al que iría. Hubiera dado un rotundo NO; pero no iba a negarme a sabiendas que Maximiliano necesitaba tiempo con su padre. Por otra parte me agradaba la idea de volver a ver a las chicas.

Maximiliano aún esperaba mi respuesta.

—Bien, no tengo problema con eso.

—Gracias mi ángel —expresó y besó mi mejilla.

—Emireth me da gusto que estén bien —extendió su mano y la tomé —. Gracias por venir.

—Lamento lo de su esposa —me limité a decir.

...

En casi cuatro meses las cosas no habían cambiado en la residencia Cooperfields, al menos eso parecía al ver la misma enorme casa o mansión, lujosa, imponente y atractiva.

No creí que volvería tan pronto

Matt se había quedado dormido en el regazo de Maximiliano, tomando una de mis manos. Acaricié su pelo. Despertarlo con cariño evitaba verlo gruñón o malhumorado.

Como su padre.

Murmuró incoherencias y sonreí por eso. —Hemos llegado hijo. Por favor Matt abre esos ojitos, cielo.

Levantó la cabeza y se frotó los ojos con las manos empuñadas. Luego se asomó por la ventanilla y una sonrisita destelló en su rostro.

—¿Estás bien?

—Me gusta éste lugar —admitió.

Max y yo nos miramos. Él se encogió de hombros.

Suspiré.

En cuanto pisamos la sala, saltaron a la vista rostros conocidos, para mí familiares; las eché tanto de menos.
Matt fue el primero en lanzarse a los brazos de Emma. Ella lo atrapó con cariño, sin poder evitar sollozar de alegría.

A Rebeka se le pusieron los ojos acuosos. Se acercó conteniendo un mar de emociones, y yo una miríada de sentimientos encontrados.

Apenas fueron unas quince semanas sin verla y la felicidad de volverle a ver era inefable.

Noté que se había dejado crecer el cabello y realmente lucía hermosa.

—Bienvenida a casa Emireth, te extrañé un montón amiga —susurró con voz afectada.

—Yo mucho más Rebeka —alegé recibiendo su cálida y reconfortante bienvenida.

Ava fue la siguiente en rodearme.

—Me alegra volver a verte y que guapa estás Emi —me guiñó un ojo al tiempo de echarle una mirada fugaz a Max.

No pude ocultar la sonrisa.

—Ava, nunca cambias —negué con la cabeza —. Todo va bien, si es lo que quieres saber.

—Me encantan, hacen una bonita pareja, no, una hermosa familia, Emireth.

—Gracias.

—Es mi turno —apareció Emma, casi quitándome a Ava de encima.

Entonces la chica nos dejó a solas.

—Estoy contenta de verlos; sabía que volverías.

—Nos quedaremos un par de días.

—Sí, ya lo sé. Será un placer atenderlos Emireth —tomó mis manos con las suyas temblorosas y las apretó con dulzura —. No permitas que lo sucedido vuelva a perderlos. No lo permitas, preciosa.

Asentí reteniendo lágrimas. —No quiero que se repita, Emma.

—Entonces no te preocupes mi niña, porque nadie ni nada podrá separarlos si se tienen amor verdadero —besó mi frente —. Iré a saludarlo. — avisó dejándome reflexiva.

Sabía que nuestro amor era sincero, pero ¿Lo suficiente para soportar hasta la más horrible tempestad?

Los dos habíamos sufrido, ambos estábamos rotos y las heridas seguían frescas, sumado al hecho de un pasado que no conocía. Necesitábamos que hubiera confianza, eso claramente le faltaba a nuestra relación.

Me encontré mirándolo, hasta que sus lindos ojos azules se posaron en los míos.

—¿Quieres acompañarme? —formuló  Rebeka, ansiosa.

Matt estaba con su ex niñera en una amena conversa infantil y Max hablaba con Emma. Así que no ví problema en acompañarla.

...

—Desde que te fuiste, las cosas han cambiando un poco por aquí. Ya no es la deprimente habitación amarilla ¿Recuerdas?

—Por supuesto —rodé los ojos.

Soltó una risita.

—El señor André se ha portado bien con todas. Nos asignó una nueva habitación a cada una, pero yo quise quedarme con la misma, así que decidió hacer la remodelación, tiene un bonito baño, un amplio armario y un televisor con Netflix.

Dijo mientras cruzabamos el pasillo.
—¿En serio?

—Pues te he pedido que vengas para que puedas verlo con tus propios ojos.




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