—Este pastel es...sencillamente delicioso —dijo el jefe de Daniel con una sonrisa de oreja a oreja —. Soy muy feliz comiendo esto, ñam, ñam.
—Gra...gracias, señor —A Daniel le era difícil disimular su gran incomodidad.
Su jefe era el padre de su ex novia. Era un tipo que simulaba siempre estar de buen humor, pues siempre le decía a Daniel que lo mejor era mostrar siempre una sonrisa. Quien no lo conocía podría tacharlo de un hombre amable y cálido, pero Daniel, sabía en realidad, lo aterrador que podía llegar a ser. Desde que lo conoció, siempre lo ha llamado en su mente "Jefe X", pues nunca pudo aprenderse su nombre, y como no podía llamarlo por su nombre, no había problema.
Cuando su ex novia lo presento con su padre por vez primera, "Jefe X" trato de intimidarlo.
—¿Crees que eres suficiente hombre para mi hija?
—¿En donde estudiaste?
—¿A qué se dedican tus padres?
—¿En serio ese es tu propósito en la vida?
—No creo que un muchacho tan débil como tu haya ganado esa competencia.
—No la gane —había respondido con los dientes apretados.
—¡Ja! te lo dije.
Siempre, siempre ¡siempre! con su gran sonrisa.
—Ñam, ñam, ñam, que rico pastel.
Sin embargo, su ex novia le había ayudado para que su padre lograra darle un trabajo en su empresa, algo que sabía que le traería un gran beneficio.
Había hecho un gran trabajo, sabía que ahora tenía la oportunidad de pedir algo.
—Por favor, Daniel, ya no soy tu suegro, así que puedes llamarme solo jefe.
Daniel forzó una sonrisa.
—De acuerdo, jefe.
—¡Así me gusta! con una sonrisa, ñam, ñam, entonces —"Jefe X" se repuso en el asiento de su oficina y se acerco una servilleta para limpiarse—¿Qué me decías?
—Bu...eno. Es sobre el intercambio que solicite.
—Ah...creo que lo recuerdo, sobre que quieres huir del país ¿no es así?
—Bueno, jefe. Yo no le diría huir. Simplemente me gustaría conocer otro lugar diferente. Ya lo sabe, sobre mi sueño.
—¿Hablas de ese sueño ridículo? —"Jefe X" comenzó a picotear en el plato vació con el tenedor.
Daniel volvió a forzar una sonrisa.
—A-así es, je-fe.
"Jefe X" se puso pensativo.
—Esta bien.
—¡¿En serio?!
—Sí. Pero también, no puedo dejar de pensar en todo el trabajo que se ha acumulado, en los demás trabajadores, pobres trabajadores que no tendrán la misma oportunidad que tu, en mi pobre hija que se encuentra destrozada por la ruptura con su novio, en mi pobre cuerpo viejo al que le hace falta ta...anta energía.
—Jefe — Daniel forzó una tercera sonrisa—, por favor, dígame de una vez lo que me va a pedir.
...
—¡Agh! ¡Maldición! —refunfuño Daniel mientras caminaba hacia la pastelería.
"No puedo creer que me haga esto" pensaba, recordando la condición que le había puesto su jefe.
—Durante un mes quiero que me traigas un pastel como este. Todos los días.
—¡¿Todos los días?! Jefe ¡esa es demasiada azúcar!
—Ah ¿ahora si te preocupas por mi? ¿Ya se te ha olvidado aquella vez que me tiraste por las escaleras?
"Usted se me a travesó"
—Fue un accidente, pague lo de la pierna.
—¿Cómo te atreves a alzarme así la voz? ¿Ya se te olvido que alguna vez fui tu suegro?
—De acuerdo, jefe, le traeré el pastel todos los días.
—¡Perfecto! pero sonríe Daniel, vamos, muéstrame una gran sonrisa.
Daniel tenía nuevamente el pie en la puerta, en realidad, ya llevaba más de dos minutos así, dudando.
—Buenos días —habló Jia, quien se colocó a su costado.
Daniel miraba su pie mientras continuaba dudando.
—Buenas —contestó sin voltear a verla. Luego se dio cuenta de que era ella y quito su pie. La puerta se cerró y él volvió hacia ella, mirándola con impresión. Pensó que se encontraba tan hermosa esa mañana también.
—¿Va a entrar?
—Eh...no, digo, sí, bueno, no, sí, no, sí, no, quiero decir, sí.
Jia se le quedo mirando.
—Bu...eno, entonces, cuando lo decida, estaré adentro para atender su pedido —Jia dio un paso más al frente, Daniel le obstruía el paso, ambos se miraron, estaban muy cerca el uno del otro, eso le hizo sentir a él un latido. Se puso nervioso, trataba de contener la respiración. Los ojos de Jia reflejaban un brillo realmente hermoso, todo en ella le parecía sencillamente perfecto.
—Tu... —comenzó Jia. Daniel sentía el sonido dulce de su voz.
"¿Y...yo? ¿yo qué? ¿qué vas a decirme?" pensó Daniel, con la ilusión de que fuera a mencionarle algo de cuando ella llego a estar enamorada de él.
—Tu pie.
"Mi pie, ¡¿mi pie?!"
Salio de sus pensamientos y noto que Jia señalaba hacía abajo; así noto que había vuelto a colocar su pie en la puerta, pareciendo como si el pie tuviera capacidades independientes como para actuar por su propia cuenta.
—Lo, lo siento —dijo al quitar el pie y dar un paso atrás para darle el paso a Jia.
Estaba demasiado apenado. Estaba tan apenado que decidió ir a comprar el pastel en una pastelería diferente. Pero su jeeeeefe...
—¡¿Cómo que lo compraste en una pastelería diferente?!
—Huy, perdóname por no especificar que lo quería del mismo lugar.
—Recuerdo haberte dicho un pastel como este ¡este! mira la foto que le tome.
—¡Nunca mencionaste que solo lo tienen en esa pastelería!
—Ahora entiendo por qué mi hija te dejo.
—Estoy muy enojado, pero me como esto para que no se desperdicie.
—Ñam, ñam, ñam, ñam, ñam, ñam.
Siempre, siempre ¡siempre! con su gran sonrisa.
...
Daniel tomó el teléfono celular y llamó a Josep.
—Amigo, date por muerto.
—¿Y ahora que hice?