Nunca es bueno creer que se tiene algo seguro en la vida.
Yo siempre había creído que la vista era solo algo prestado, que en algún momento quién lo había hecho algún día llegaría y me la quitaría.
Cuando sucedió creí que no era momento de llorar, sino de sonreír porque por fin había sucedido.
Lo que tanto miedo temía a que sucediera, ahí estaba y no me había asustado, simplemente comenzaba a asimilarlo.
Pero simplemente estaba adelantándome a los hechos.
¿Por qué lo digo?
Creo que había estado muchísimo tiempo tirada entre esos dos coches y en el caliente asfalto, porque cuando empecé a escuchar voces, y estaba siendo levantada de entre ellos en una camilla por varios enfermeros, ya no resplandecía el sol porque podía sentirlo en la piel, lo que tenía miedo era a abrir mis ojos y solo encontrar oscuridad.
Fui llevada de regreso a la clínica, ¿donde me llevaron?, no lo sabía puesto que siempre tuve los ojos cerrados con temor a abrirlos, pero dolían, dolían demasiado y mi cabeza quería explotar.
Lo último que escuché fue la voz de mi doctor al entrar a aquel pequeño espacio en el que me encontraba, de ahí en adelante no supe más, me colocaron muchos aparatos y volví a perder el conocimiento.
Al despertarme una vez, sentía que algo cubría mis ojos, por instinto fui llevando mis manos a ellos y sentí una especie de gasa y venda cubriéndolos, y la verdad era que me dolían, ardían y punsaban más que nunca.
Había comenzado a desesperarme un poco, tenía la necesidad de querer abrir los ojos pero dolían y lo que estaba cubriéndolos me impedía esa acción.
— Oh Cariño has despertado ¿estás bien? — escuché la voz de mi madre hablarme, pero no la había entendido del todo así que ella volvió a hacerlo — ¿Estás bien cariño? — esa vez si logré oírla.
— ¿Mamá que está pasando? ¿Por qué esto cubre mis ojos? — había dicho tratando de quitarme esa venda.
— No debes quitartela Cariño, el doctor vendrá a explicarte — Mi madre tomó mis manos para evitar que quitara la venda — Tuviste al parecer un pequeño accidente…
Justo en ese momento dejé de escuchar, y todo regresó a mi mente como una ráfaga de viento, y me senté con brusquedad en la cama.
— Oh Mamá, mamá, Mamá — Intentaba quitarme esa venda de los ojos con un poco de desespero.
— No hagas eso Cariño, no espera — sentía a mi madre tratando de tomar mis manos pero no podía.
— Estoy ciega es eso, eso fue lo que me sucedió mamá estoy ciega — decía muy asustada.
— Calmate Camila iré a llamar al doctor él te explicará — la oía abrir la puerta y marcharse.
Pero no tardó demasiado, en tan solo minutos estuvo de regreso con el Doctor Spencer.
— ¿Camila cómo te encuentras? — la voz grave de mi Doctor se hizo presente en la habitación y me dió un poco de alivio.
— Necesito que me explique porque he quedado ciega — pedí — Se supone que ésta enfermedad no funciona asi.
Pedía que me explicara para poder entender lo que me había sucedido, porque si algo si había entendido y prestado atención a lo largo de mi vida con esa enfermedad era que no quedaría ciega repentinamente, que era degenerativa, que era lenta, que todo iba a ser poco a poco siempre y cuando siguiera mis cuidados, tratamientos, dietas y más.
— No has quedado ciega Camila, es algo Fugaz por así decirlo — me dijo mi doctor pero aún así había quedado creo que aún más confundida — Te había explicado que con el nuevo tratamiento no debías tener presión, ni alteraciones, ni mucho menos estrés.
— ¿Que quiere decirme exactamente con eso?
— Tuviste muchos cambios de luz de un momento para otro, estuviste estresada, preocupada y alterada, además de que tu madre me dijo que tuviste una leve caída — aclaró — Pudo haber sido espontáneo, o traumático aún no lo sabemos.
— Sea más específico doctor si no quiere que me preocupe o altere porque no estoy entendiendo nada.
Aún a pesar de que sabía que algún día ese sería mi destino, no me acostumbraba a hablar con alguien sin mirarlo a los ojos, nisiquiera a saber si de verdad lo estaba mirando directamente a él.
— Tuviste un pequeño traumatismo en el humor vítreo, osea tuviste una Hemorragia vítrea, casi un desprendimiento de la retina de uno de tus ojos, por eso no lograste ver y perdiste el conocimiento — explicaba aquello que apenas y le entendía la mitad.
— ¿Si fue uno de mis ojos porque no logré ver por ninguno de los dos? — estaba segura que algo había pasado, porque yo me había quedado ciega no solo en uno sino en los dos según lo que recordaba.
— En cada uno de tus análisis de retina Camila siempre te había hecho cerrar uno de tus ojos para que pudieras apreciar la degeneración que iba causando en ti, para que pudieras ver y notar los síntomas que presentabas — aclaraba — Se te presentó este inconveniente porque no seguiste mis instrucciones, y dado el caso que te caíste, y que saliste corriendo a ese potente sol, presentaste pequeñas fotopsias y al final ese casi desgarramiento.
— ¿Quiere decir que gracias a todo eso casi se me desprende la retina de un ojo, y presenté la confusión de la perdida en ambos ojos?
— Fue como una especie de espejismo, pero eso no quiere decir que lo que te ha pasado no es grave — me advirtió.
— ¿Que tan grave es entonces? — me atreví a preguntar.
— Una hemorragia vítrea es casi igual de severa que un desprendimiento, por lo tanto requiere igualmente cirugía, no inmediata, pero si después de un determinado tiempo y riguroso chequeo, ya que es la presencia de sangre en la zona interior del ojo.
— ¿Sangre? — hice notar mi duda en mi voz — ¿Es por eso que no pude ver? ¿Porque la sangre cubrió mi campo visual?
— Exactamente, pero en el interior del ojo.
— ¿Y no debía haber visto rojo? — era eso muy confuso
— No necesariamente — acotó — En estos casos haremos un tiempo de espera, algo así como un actitud o medio terapéutico, para ver si la sangre se reabsorbe y recuperas la vista poco a poco pero no será muy rápido, y sino pues procederemos a una intervensión quirúrgica llamada Vitrectomía.
Editado: 29.12.2020