Si no veo tus ojos

CAPÍTULO 24

¡Y adivinen qué!

Ya era Lunes, una nueva semana, nuevos síntomas y nuevas experiencias tanto con mi RP, como con mi ojito dañado, o mejor dicho, EL HUMOR VÍTREO.

Tocaba Consulta con el Dr Spencer, quién nos había indicado que debíamos ir cada semana para ver e identificar avances o reducciones, tanto con mi ojo derecho, como con mi RP, dado que no podía estar bajo ningún tratamiento durante la recuperación.

Por lo general no noté ningún cambio brusco, y tampoco otro síntoma no identificado para mí, eran solo los habituales.
Estaba muy nerviosa por alguna razón que desconocía, por ir a ver al doctor, lo que era muy extraño.

Ese día y en ese momento me encontraba en mi habitación buscando indecisa algo para ponerme, lo que era raro porque siempre resultaba importarme muy poco.

La pequeña huroncita; Ada, descansada en uno de los cojines que había en el alféizar de mi ventana, había sido muy peculiar cuidar de ella, para ser un animal muy juguetón, era muy tranquila.

Después de salir de la consulta, iría con mi madre a comprar cosas para ella, alguna Jaula para mantenerla cuando yo no estuviera y no se extraviara, una correa, comida y otras cosas que consideraba necesarias.

Pasé apenas un par de días con ella y ya le había perdido cualquier temor que en un  momento le tomé, ya podía tenerla en brazos sin que ella estuviera inquieta y eso me calmaba un poco.

Comenzaba cada día a sentirme mejor, no es que haya vuelto de repente la antigua Camila, pero la veía de ves en cuando sacar la cabeza de ese hoyito donde solía mantenerse.

Mi canción iba viento en popa, cada día era algún cambio, una nueva melodía que agregar o cambiar, y me subía el ánimo escribir algo que lo incluía.

Si, les revelaba quien motivó esa canción.
Una compositora y cantante afisionada que sentía algo por el motivante de aquella canción, pero que no se había dado la oportunidad de que lo que sentía fuera demostrado de una buena vez.

Cuando ya por fin me decidí por algo, me vestí y baje a encontrar a mi madre en la sala quién me esperaba para poder irnos a la clínica, y mis nervios seguían, no entendía el porqué.

Pensaba que podría ser porque el doctor podría hacerme preguntas sobre su hijo, que me lo mencionara o algo parecido y no sabía si estaba preparada para hablar de él, y exponer mi opinión sobre nuestra situación.

°°°°°

 


Caminábamos por los pasillos ya peculiares para nosotras, saludando a personas conocidas que se habían vuelto , amigos y casi una familia. Algunos ambulantes que no dejaban la clínica por algún enfermo que siempre debía venir como yo, o por algún internado.

Mi madre iba charlando conmigo, pero sin dejar su cordialidad con los de nuestro alrededor.

Muy alegre iba contando — Mercedes me ha llamado ayer, quiere que nos reunamos mañana que tiene un tiempo libre.

— Que bueno mamá — fue lo único que le dije.

Me alegraba mucho que mi madre se fuera ha reunir con una amiga, porque hace tiempo no lo hacía, pero aún no me comunicaba lo suficiente y menos demostraba demasiado.

Podía de vez en cuando sentir felicidad, pero no hablaba, no lo demostraba y eso me daba aveces frustración.

— Si, y mañana Marcus también tiene práctica, estarás sola un rato — expresó un tanto preocupada — Bueno con Ada, pero… ¿No te molesta? — preguntó.

— ¿Como va a molestarme mamá?

— Solo… — No la dejé acabar

— Mamá no debes preocuparte por mí cuando debas o quieras salir, estaré bien — le manifesté en un intento de que ella entendiera mi razón.

— Está bien, solo que aveces siento que no puedo dejarte sola, y ahora más que nunca — dijo aquello que solo me hizo sentir más pesar.

Por esa y miles de razones, aveces me sentía un estorbo, sentía rechazo contra la vida misma, o con la que a mí me había tocado vivir. Porque lo único estorboso en ella era la RP, así que como que en algunos casos solo me encargaba que eso no afectara el como manejaba mi entorno, ya que no deseaba tener una madre o hermano distinto, y mucho menos a las amigas que el destino o no se qué cosa, había colocado en ella.

— Solo no te preocupes, estaré bien — culminé ya que estábamos llegando a la puerta del consultorio.

No sabía si era mera casualidad o que cosa, pero la mayoría del tiempo que me indicaban consulta, casi nunca había nadie fuera, o me tocaba esperar, estaba solo, no pasaba ni una mosca.

Aunque tampoco es que creyera que en una clínica se paseara alguna ¿O si?

El tema es que ya estaba por entrar al consultorio y sentía algo extraño, me llamarán loca, pero así era, en su momento no le di la atención debida y si que tenía que haberlo hecho.

Abrí la puerta como peculiarmente lo hacía, sonriente y feliz de ver una vez más al doctor Spencer, con una diferencia, que ahora lo veía con un solo ojo — ok chiste malo— el dilema estuvo que lo primero que divisó mi dañado ojito fue a Mason sentado frente a su padre.

Su cara quedó igual o peor que la mía, lo que demostraba que no esperaba verme, y que en lo absoluto eso había sido planeado. Otra cosa, que el doctor no le comento nada a su hijo, ignoraba la razón.

¿Y cuál fue mi acción?

La más cobarde que pudieran imaginarse, giré mi cuerpo y dirigí mis pasos lo más rápido que se me permitía a otro lado donde él no estuviera. No estaba preparada, no así, no sin un previo aviso, ese era un ataque a los nervios y emociones demasiado fuerte y torturador.

Era adrenalina lo que sentía aunque no me crean, para mi caminar de esa forma con mi vista tan reducida, era una cosa de locos, porque percibía que alguien venía tras de mí, cosa que hacía que afianzara más mis pasos.

Llegué a la cafetería; y cuando pude ver tras de mí, en realidad no había nadie, los nervios y la paranoia hicieron de las suyas, porque ni mi propia madre había salido tras mis pasos.

Tomé asiento en una de las mesas que ahí se encontraban, respirando más tranquila y para terminar de  calmarme, y así poder llamar a mi madre.




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