¡Cobarde!
Mi padre solo me había dejado con una idea de él desde que se marchó y eso solo lo definía esa palabra.
¡Cobardía!
No le bastó con deteriorar la imagen que tuve de él en la mitad de mi vida, marchándose y dejándome solo con esa vaga demostración de amor, y justo cuando olvidaba todo, en el mero sentido que dejaba de tener importancia en mi vida como para echarme a morir, va y hace eso, empeorandolo todo y reforzando lo cobarde que había sido por abandonarnos.
Que me pidiera perdón por lo que hizo solo por acabar con su vida de esa manera me molestó y mucho, más allá del dolor estaba ese rencor, porque si era cierto que yo no me había movido para saber a ciencia cierta o de su misma boca el porque se había marchado, solo me quedé con lo dicho en la carta, pero él nunca tuvo indicios de acercarse a mi, y eso le quita mi perdón.
Lo siento pero no pude perdonarlo en ese momento. No me bastó esa carta, ni su perdón ni su arrepentimiento.
Nadie tenía derecho de acabar con su vida, y mucho más allá de eso, tampoco tenía el derecho de acabar con la imagen que tuve de él, de demostrar que solo tuve un padre cobarde, que no solo me abandonó sino que en lugar de demostrarme que podía vivir con su herencia de enfermedad, me demostró que era más fuerte que él y que si me dejaba podía resultar hasta más fuerte que yo.
No obstante, yo tenía una nueva convicción, y era demostrarle al mundo, a mis amigos, a mi familia, a Mason y aunque no lo cría a mi padre que si se podía, y que no resultaría igual que él.
Pero tal hecho no evitó que yo me encerrara, hasta obtener tal decisión.
Dos días; dos días de pensamientos, análisis y mucho más en mi habitación de la cual mi madre intentaba sacarme, pero yo me negaba. Tenía dos razones de peso que me tenían ahí.
La primera ya la saben, y la segunda puede que también pero se las voy a aclarar.
Mason solo había hecho un intento por comunicarse conmigo en esos dos dias, una llamada; llamada que perdí por estar dándome una ducha, de ahí en adelante ni un mensaje, ni un acercamiento.
Al tercer día del fallecimiento de mi padre y al segundo de su sepelio, al cual claramente no asistí, salí de mi habitación para una consulta con mi amado doctor.
Mi ojo demostraba una mejoría notable a la última vez que me revisaron, parecía que la colocación del tratamiento no le afectaba en nada y eso era muy bueno.
Que me colocaran una nueva inyección me recordó de inmediato a Daniel, era increíble lo que había hecho, aún no lo asimilaba, más que estuvo insistente el día que me enteré de lo de mi padre solo me demostraba que me seguía queriendo y que nunca dejó de hacerlo.
La ausencia de Mason solo empeoraba las cosas, y aunmentaba sus acercamientos, dado que ese día se había aparecido en mi casa para ofrecerse a acompañarme, no quería hacerle daño, lo rechace sultilmente pero lo conocía tan bien como para saber qué no se rendiría. Su actitud desde que llegó ya no era la misma, paso de estar molesto intentando miles formas de albergarme, incluyendo un mal trato que nunca vi en él, a la persona que yo conocía, amable, amoroso, cariñoso y comprensivo.
Sin embargo notaba que se estaba dando cuenta que Mason ya no estaba a mi alrededor como antes, y eso lo ponía de miles formas en mi camino.
Tenía que hacer cualquier preocupación a un lado y centrarme en que la nueva presentación para el concurso era al día siguiente, y si quería lograrlo debía enfocarme. Ese mismo día ensaye con mis amigas de público que estaban como locas dando miles de consejos para que lo hiciera a la perfección.
—¿Y el principal motor para que decidieras hacer este concurso? —preguntó Abi lo que me dio una sensación extraña en el estomago.
—No lo sé —fui sincera
—¿Cami, aún no se comunica contigo? —en el rostro de Esme se notaba un poquito de preocupación.
—No se que es lo que está pasando, pero si pretendo ganar ésto, tanto por mi como por él, debo centrarme
—Y su ausencia no te deja —concluyó por mi.
—Sí, una vez está yo olvido todo, pero necesito saber qué es lo que sucede —me senté junto a ellas en la cama.
—Bueno, ¿Qué tal si ganas ésta fase del concurso, y luego nos centramos en que te de una explicación? —pidió Lai.
—Si creo que es lo mejor Ami.
Tras varios consejos ese día, solo me quedaba centrarme para que todo saliera según lo planeado.
°°°
Era el momento, solo estaba a minutos de hacer la nueva presentación y justo mi cabeza estaba por explotar, no sabía que me sucedía, pero todo se lo juntaba a la colocación de la nueva inyección y sus efectos que los conocía muy bien.
Más mi terca cabezota que no dejaba de pensar en él, y la muerte de mi padre que no ayudaban en nada al punzante dolor.
—Camila Lewis —fue lo único que alcance a escuchar de la presentación del director en el escenario y una vez más comencé a hiperventilar.
Me relaje y salí al escenario, esa vez debía presentar una canción en Cover, para demostrar los alcances de mi voz y el control de la guitarra con el mismo.
Elegí una canción que jamás creí que tan solo en el paso de los días fuera a tomar forma y sentido en mi vida, una que demostraba tanto lo que llegaría a sentir.
Sentí la mirada de todos al tomar el escenario y sin pensarlo mi vista paro en alguien de inmediato como si fuera magnetismo que me obligara a verla porque su mirada estaba fija en mis movimientos, pero más en mi ojos y una hoja que reposaba en sus manos que alternaba la vista entre ella y yo, lo que me dio una cierta desconfianza que comprobé al bajar del escenario.
Mis pasos, mi canto, los acordes de mi guitarra estuvieron perfectos porque solo me centré en ellos, obviando mi exterior. Salí del escenario con una sonrisa en lo labios, pero aún esa sensación extraña no me dejaba en paz.
Esa vez al salir del escenario atrás no me esperaba él, porque no fue, esa vez estaban mis amigas, y detrás de ellas pude notar a Laila, no mi amiga, esa Laila que siempre me dio cierta desconfianza, esa que no dejo de mirarme ni un instante mientras estaba en el escenario.
Editado: 29.12.2020