Después de haberse casado, la convivencia entre ellos era insoportable.
Él ni siquiera dormía con ella. Salvo que el día de su luna de miel, fue la única ocasión que fueron marido y mujer, después nada. Solo esperaba el día en que se podría deshacerse de ella.
Finalmente, después de unos 3 meses llegó ese día, su padre falleció heredando le todo a él. Con un gran pesar, preparo el servicio fúnebre y se llevó a cabo el sepulcro, donde todos los empresarios, amigos y familiares le pudieron dar el último adiós, a aquel gran hombre.
Gyuri permaneció inconsolable, a pesar de que él no era su padre, le dolía el hecho de que partiera, ya que en este poco tiempo se había encariñado con él. Puesto que, él la había tratado como un verdadero padre para ella.
Después de días...
En la residencia estaban los dos, entonces decidió que ya era hora, por lo que le habló a ella.
Alejandro estaba muy convencido de echarla lo antes posible, ya que no la toleraba ni un minuto más cerca de él.
— Cómo ya te has podido dar cuenta, mi padre ya no esta aquí, así que ya te puedes ir.
Dijo arrogante.
— Pero, ¿Qué dices?, te estás portando como un patán.
— Date cuenta, yo sólo me case contigo porque mi padre me obligó.
— Eso no puede ser cierto,tu padre me dijo que tú me amabas. Que me buscabas en secreto, que se lo habías confesado.
Respondió con desesperación.
— No, te equivocas. Yo nunca te ame. Así que no tienes nada que hacer aquí, lo mejor es que te vayas.
Contestó fríamente dándole la espalda.
— No me iré de aquí, es mi casa y no la dejaré.
— Te irás por las buenas o por las malas. Tú decides.
— No me importan tus amenazas, yo viviré aquí y también lo harán tus hijos.
— ¿Cuáles hijos?, ya te dije que no te amo. Por lo tanto, no habrán tales hijos. Solamente espera y verás, te irás de aquí.
— No me importa lo que digas, yo te quiero y te seguiré amando.
— Ya, cállate. Me tienes harto con tus palabritas de amor, mejor me voy.
Grito furioso, azotó la puerta y se fue.
Estando en la completa soledad de aquella habitación, ella comenzó a llorar.
Gyuri no quería que la abandonará. Por él, ella había renunciado a su familia, ellos no estaban de acuerdo con su matrimonio, por lo que la dejaron y no asistieron a su boda.
Aún podía recordar la manera en que su madre la había mirado.
~Flashback~
Su madre la miraba con una dura expresión, con la cual jamás la había visto en todo su vida.
— ¿Estás loca?, ¿Pará eso te eduque?
Preguntó exaltada.
— No, mamá. Yo... Yo lo amo.
— Gyuri si te casas con él, olvídate que tienes familia.
— Mamá no me digas eso. Yo siempre les he sido obedientes en todo, ahora quiero que ustedes me comprendan por favor.
Dijo sollozando.
— Lo siento, pero tú elige, él o nosotros.
— Mamá, no me hagas esto.
— Lárgate y no vuelvas a menos que cambies de decisión.
Sentenció su madre dándole sus maletas y apuntando le la puerta abierta.
Gyuri con dolor tomó sus maletas y se fue.
~ Fin del Flashback ~
Ahora estaba siendo echada de su casa, de la que se le había prometido y de la vida de su amor. Aquel por lo que había dejado todo, aquel que sus padres ya no le hablan, por quien daría todo por verlo feliz junto a ella.
Alejandro en cambio busco métodos para deshacerse de ella.
Desde amenazarla hasta quererla matar. Había hasta contratado a unos hombres para que le dieran un susto, pero, por más ella se negaba a abandonarlo.
Hasta que, un día...
Llegó temprano a la casa, con gran emoción fue a ver a su amado, en todo el transcurso a su cuarto notó ropa botada por doquier. Lo más raro era que también había ropa de mujer. Llegó hasta la puerta, donde escucho ruidos extraños, se acercó más y comprobó que se trataba de gemidos, gruñidos y besos, los que provenían de la habitación.
Con un creciente temor, tomó el picaporte y lo giro. Lo cual fue un gran error, ya que se encontró con la escena que jamás debió ver. Alejandro estaba en brazos de otra mujer, que estaba disfrutando de su cuerpo y sus caricias.
Alejandro se había dado cuenta que ella estaba viéndolos, por lo que continuó con lo que hacía e incremento las embestidas a aquella mujer.
Gyuri con rabia azotó la puerta y se fue a su habitación, ella no sería humillada de esta manera. No iba soportar compartir a su esposo con otra mujer, era mejor irse que ver como él se entregaba con otras. La imagen de ellos dos se repetía una y otra vez en su mente, el corazón le dolía, era como si una gran estaca se le hubiera enterrado.
Ella ya no podía más, por lo que decidió que dejaría a Alejandro, aceptaría el divorcio y se iría lejos, donde no lo viera más. Así, su corazón estaría al menos un poco más tranquilo y donde seria más fácil olvidarse de él.
Con lágrimas en sus ojos hizo sus maletas, recordando cada palabra falsa que él le había dicho en ese entonces, cada cosa que había hecho él por ella. El amor que él había mostrado había desaparecido de repente, dejándole a un hombre sin corazón.
Cuando al fin tuvo sus maletas listas, Alejandro la llamó a su despacho. En el rostro de él, pudo apreciar la plena felicidad que tenía con el fin de su matrimonio.
— Te daré dinero y no te vuelvas a presentar delante de mí. ¿Entendido?
Comentó Alejandro extendiendole el acta de divorcio.
— Lo entiendo, no lo haré.
Contestó fríamente mientras firmaba el papel.
— Fue un gusto hacer trato contigo, ahora vete, desaparece de mi vista.
Dijo aventando le un sobre lleno de dinero.
— Está bien, no te buscaré, no te hablaré ,no te llamaré y cuando te encuentre, serás un completo desconocido, sin más que decir, me retiro.
Contestó seria, mientras sentía su corazón romperse en mil pedazos.
Gyuri decidió irse a Estados unidos, donde probaría suerte con una idea que había estado guardando desde años. Además, trataría de volver a comenzar su vida, una vida sin Alejandro, lejos de aquel que sólo la utilizó.