Si tan solo me hubieras querido

Cap. 11. Mentira o Amor.

El corazón le palpitaba desenfrenadamente a Alejandro, pareciera que se le saldría en cualquier instante.

Katerin lo miro detenidamente a los ojos, se sintió aún más confiada.

— Tú también me gustas.
Respondió Katerin con una seductora sonrisa.
— ¿En serio?
Preguntó sorprendido.
— Sí.  Es en serio.

Entonces, se volvieron a besar con mucha pasión, tanto que olvidaron lo que estaban haciendo y en donde estaban. En ese momento, entró un empleado y los vio juntos.

— Disculpe... Es que toque... Y la puerta... Amm... Vuelvo en otro momento.
Respondió apenado. El pobre sujeto no sabía a donde mirar ni qué hacer.

A Katerin le pareció graciosa la situación, mientras que Alejandro se sentía apenado, sabía que después de esto, andaría en la boca de todos los de la empresa.

Aunque eso era lo de menos, ahora tenía el amor y cariño de la mujer más hermosa que había visto en su vida. Aquella que lo había cautivado desde el instante que la vio.

El empleado aún esperaba con la mirada gacha. Katerin lo observo con gracia.

— No, adelante. Entra.
Se apresuró a decir ella.
— Aquí le traigo una carta, que llegó de Estados unidos, es para usted.
— Gracias, ya te puedes retirar.
— Sí. Gracias.
Le dio una última mirada curiosa a Alejandro que lo miraba serio.

Después que se fue el empleado, Alejandro se sintió curioso y quería saber qué contenía la carta. Sin embargo, Katerin no le quiso mostrar el contenido, en cambio, le pidió que se fuera.

«Oh, es de..., pensé que jamás se desocuparía, espero que esté bien.» pensó Katerin con emoción al ver el remitente de la carta.

—Alejandro, nos vemos mañana.
Dijo recobrando la compostura.

«¿Cómo que nos vemos mañana? Si hace solo unos momentos estábamos disfrutando de nuestro amor. ¿Qué tiene de especial esa carta?» Pensó Alejandro con una creciente curiosidad por el contenido de esta.

— Está bien, pero me puedes decir, ¿qué tiene la carta?
— Esto no es de tu interés. Por favor, vete.
Siseo molesta.

«¿Dije algo malo? ¿Por qué se enojo conmigo?» se decía mentalmente Alejandro, quien cada vez más estaba confundido.

— Pero, ¿Por qué de repente estás molesta? ¿Hice algo que te molestará?
— No, solo quiero estar sola. ¿Puedes dejarme sola?
Le pidió tratando de no gritarle.

Alejandro se tomó un momento para respirar profundo y tratar de tranquilizarse. No estaba seguro del porqué de su reacción, nada tenía sentido. Pero, ¿qué más podía hacer si ella quería estar sola?

— Está bien. Nos vemos mañana.
Contesto resignado y se dirigió a la puerta con los ánimos decaídos. 
— Sí, hasta mañana.
Respondió más tranquila.

Cuando finalmente estaba sola. Ella recordó lo que había sucedido y lo que sintió cuando la besó. Por una parte de ella estaba feliz por finalmente ser amada por él, pero, por otra parte odiaba sentirse de esa manera.

Katerin se encontraba totalmente confundida, ya no sabía si sentía amor o repulsión.

Todo su cuerpo había reaccionado ante su contacto, quería sentirlo mucho más y eso le daba miedo. Porque...  Sentía amor y ya no quería vengarse de él...

Sentía que él podía ser diferente, ella necesitaba que así lo fuera, aún lo amaba con locura, por lo que necesitaba una prueba de que él había cambiado.

Solo una prueba y mandaría a la borda todo.
Quería que así fuera, lo necesitaba, lo amaba...
Y eso le aterraba bastante, porque no quería volver a ilusionarse, a creer en él y que luego la desilusionará. No lo podía permitir, no, ya no más, tenía que parar esto pronto, o de lo contrario esto terminaría muy mal.

«No, yo tengo que vengarme de él. No merece ser feliz, ya no soy la tonta Gyuri, soy Katerin una mujer fuerte que no vuelve a cometer los mismos errores y que no se deja llevar por las emociones de un tonto corazón que no hace buenas elecciones» pensó con determinación mientras alejaba los absurdos pensamientos de amor. 

— Debes ser fuerte, Katerin.
Se susurro así misma.

Luego se dispuso a leer la carta, la cual había llegado en un buen momento. Con ella se habían despejado todas sus dudas, ya había radicado cualquier duda.

Un amor como el de Alejandro solo la abrumaba, algo tan innecesario para ella. Ahora usaría ese amor como él alguna vez había usado el suyo, se había beneficiado del amor de una pobre y tonta chica que solo lo había amado con locura.

— Ese fue mi error, amarte sin conservar mi cordura. Pero eso ya se acabó, ya no seré tu tonta. 
Dijo Katerin mientras admiraba la foto del currículum de Alejandro.

Los siguientes días ella se portó indiferente con él, se sentía molesta por haber dudado un momento, no quería sentirse miserable una vez más. Eso ya había quedado en el pasado.

Ahora era una nueva mujer, una que no volvería a caer en sus brazos, no dejaría que este supuesto amor le afectará.

Mientras tanto, Alejandro se negaba a creer que ella se había molestado con él.

«Será que está así por la empresa, estoy seguro que será por algo más. Yo no soy el culpable, no creo que he hecho algo malo. ¿Oh, sí?» pensaba una y otra vez.

Unos empleados pasaron cerca de él, con miradas discretas lo observaban sigilosamente.

— Janel, el de recepción, me contó que vio a la presidenta Katerin besándose con Alejandro.
— ¿En serio? ¿Tan desesperado está? Bueno, aunque no puedo negar que ella es tan hermosa, hasta si pudiera me acercaría a ella, pero, para ser sincero ella es intimidante.
Contestó un empleado de recursos humanos.
— El ex presidente no es nada tonto, mira que recuperar su empresa de esta manera.
Contraatacó el primero con una sonrisa socarrona.

Alejandro no se aguanto más y los encaró, con enfado se acercó a ellos, al primero le dio un golpe en la mandíbula con su puño.

— No hables sin saber nada. ¿Entiendes?
Dijo sin vacilar.




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