Katerin se levantó y se acercó a él. Lo miró con preocupación. Alejandro en ese mismo instante se sentía en el cielo, ella estaba ahí junto a la nena, que más podía pedir.
— ¿Cómo te sientes?
— Bien, estoy bien. Ahora que las veo, estoy completamente bien.
— Papi, estaba tan asustada. Pensé que te había perdido cuando ese hombre te disparó.
Se quejo la pequeña mientras le tomaba la mano.
— Me alegra que estés bien. Estaba preocupado por ti, mi pequeña.
La chiquilla se erigió, lo miró con mucha confianza.
— Yo fui muy valiente, no me dejé llevar por esos hombres. Hice lo que me habías dicho.
— Ay, pero que valiente fue mi princesa.
Dijo esbozando una gran sonrisa.
El pequeño se oculto detrás de la falda de Katerin, Alejandro sentía curiosidad por el niño. Así que dirigió su atención a donde se encontraba. Katerin sabía que había llegado el momento de decirle sobre el niño.
Ella sabía que era el momento de contarle la verdad. Aquella que había estado guardando por mucho tiempo. Se puso a la misma altura que el niño y lo tomó de los hombros.
— Samuel, te voy a presentar a alguien muy especial para ti. Me has preguntado bastante sobre él, insistíte mucho por verlo.
— Él es...
Preguntó el chiquillo emocionado.
— Sí, él es.
Afirmó Katerin tomándolo de la mano.
Alejandro aún no podía comprender la situación, no podía comprender quién era ese pequeño que se parecía a su padre. No podía ser su hijo, puesto que Katerin le había dicho que Sandy era su hija.
— ¿Es tu hijo?
Preguntó curioso.
— Sí.
Afirmó.
— ¿Es de Michael?
— Oh, no. No es de él. En realidad él también es tu hijo.
Confesó Katerin apenada.
— ¿Mi hijo? Él es mi hijo.
Dijo completamente sorprendido.
Ahora venía la parte más difícil para Katerin, debía de decirle todo lo que había ocurrido. No podía callarlo más. Él le había demostrado que en verdad ha cambiado. Tal vez ya no haya oportunidad para los dos. Pero, con los niños, aún tiene posibilidad y eso lo ha demostrado.
— Te oculté un dato. Cuando me entere que estaba embarazada, pensé que solo era un bebé el que esperaba. Pero, cuando me realice un ultrasonido, me di cuenta que eran dos niños los que estaba esperando. Fueron mellizos.
— Así que soy padre de dos hermosos niños.
Dijo emocionado.
Alejandro no se podía creer que tuviera tan buena suerte. Él tenía dos magníficos nenes. De un día a otro su felicidad era inmensa.
Sin dudas, eso le hizo reflexionar sobre cómo había sido la dura vida que Katerin sufrió. Ella sola se había hecho cargo de dos nenes.
— Katerin, yo... Me siento mal. Tú... Yo, te...
— Shhh, ya no digas nada. Él también estuvo tan ansioso por conocerte. ¿Verdad, Samuel?
Preguntó mirando al pequeño pelinegro.
Éste se acercó más a su padre, le tomó la mano y miró su rostro. La cara del niño irradiaba felicidad.
— Papá.
Exclamó contento.
— Hijo. Te pareces a tu abuelo.
Dijo sonriente.
Katerin se conmovió al ver tal escena, ahora sí, su felicidad y su conciencia estaba en paz. Había logrado que sus pequeños conocieran a su padre. Durante 5 años les había hecho creer que él se había alejado de ellos por sus padres. Ahora, por fin se habían reunido con él.
Alejandro disfruto mucho de la compañía de sus hijos. Katerin los llevaba a visitarlo, hasta que le dieron el alta y Alejandro pudo salir.
Michael y Katerin lo fueron a recoger. Tenían una conversación pendiente. Se fueron directamente a la casa de ella.
Al llegar entraron al estudio, los niños se encontraban en la escuela. Pronto saldrían por lo que Michael fue por ellos. Dejando a solas a ella y Alejandro.
— Alejandro, primeramente que nada. Admiro tu valentía por proteger a nuestra hija. Sin lugar a dudas te has ganado mi confianza, por lo tanto estás totalmente aprobado para cuidarlos.
Dijo Katerin con una sonrisa.
— Gracias. Prometo no defraudarte.
— Los niños no saben la verdadera razón por la que no estamos juntos. No quise ponerlos en tu contra, no me gustó esa idea. Lo que pasó entre tú y yo es solo nuestro problema. Así que, por ninguna razón ellos deben de saber. ¿De acuerdo?
— De acuerdo, te agradezco mucho que me dés esta gran oportunidad para cuidarlos.
Katerin esbozo una sincera sonrisa. Le daba mucho gusto que Alejandro hubiera recapacitado. Estaba feliz de que los años se hubieran encargado de transformarlo para bien. Que él haya aprendido de sus errores.
— Yo tengo la custodia absoluta de los niños. Aunque, los registre con tu apellido, a final de cuentas ellos son tus hijos y eso nada lo puede cambiar.
— Gracias, muchas gracias por considerarme. No lo merecía, sin embargo me tuviste consideración.
Dijo sonriéndole.
Luego de unos momentos más, llegó Michael con los niños. Venían riendo a carcajadas.
— Entonces ¡pum!, que se cae frente a la niña que le gusta. Pensé que se iba a poner a llorar pero no, se comenzó a reír.
Explicó Sandy entre risas.
— Claro, si algo me enseñó mi tío Michael, fue que de los errores se aprende y también te puedes reír.
Contestó Samuel riendo.
— Así es.
Afirmó Michael sonriendo.
Alejandro no pudo no sentirse celoso por la buena relación que Michael tenía con los niños. Sin lugar a dudas él era un gran hombre, del que no podría ganarle.
— Él los ha cuidado desde que estaban pequeños, por eso son tan unidos.
Dijo Katerin mirando hacia el mismo lugar que Alejandro había visto.
— Ya veo. Me da gusto que él te haya apoyado.
— A mí me dio gusto haberlo conocido, fue un encuentro tan... Espontáneo y afortunado, no imagine que iba a conocer a una gran persona.
Afirmó felizmente.
— La vida te recompensó el mal que te hice, eso me alegra. Aunque falta que yo lo pagué.
Katerin lo regreso a ver, su rostro demostraba total sinceridad. Él lo había dicho desde el fondo de su corazón. Él había cambiado para bien y eso le daba mucho gusto a ella. Al fin tenía la certeza que había tomado una buena decisión.