Si tan solo me hubieras querido

Capítulo Final. La verdad siempre sale a la luz.

Mostrando a una Sandy con lágrimas en los ojos y el ceño fruncido, su mirada estaba llena de odio.

— ¿Qué fue lo que dijiste?
Preguntó mirando a su madre. La cual se encontraba totalmente nerviosa.

Tanto Katerin como Alejandro sabían que le debían de contar la verdad, ya que tarde o temprano lo sabría y era mejor que ellos se lo dijeran a que lo supieran de otra persona. Ahora se enfrentaban a la dura realidad.

— Hija, no... No debiste de escuchar eso. Nosotros teníamos planeado contárselos.
— ¿Hasta cuándo nos lo ibas a seguir ocultando?
Preguntó enojada en dirección de su madre.

Sandy se sentía traicionada por las personas que más amaba, especialmente por su madre, por haberle mentido, por ocultarle la verdad.

Si bien Katerin nunca había pensado en decirle la verdad.

— Yo... Nunca, nunca lo iba a hacer. Tú estabas feliz con tu padre. Desde la primera vez que lo viste, cuando te arrojas te a sus brazos, ese día me sentí feliz porque tú lo estabas, pensaste que yo no me daba cuenta cuánto sufrías por no tener a tu padre. Por eso, te lo oculté, porque preferí tu felicidad a verte como estás ahora.
Respondió secándose las lágrimas.

Sandy medito por un momento, luego la miró directamente a los ojos.

— Así que, toda esa historia te la inventaste tú, él jamás nos quiso. ¿No es así?
Preguntó señalando acusatoriamente a Alejandro que se encontraba pasmado por el terror de perder lo más valioso que tenía, a sus hijos.

— No, hija. Eso no es verdad.
— ¿Por qué? ¿Por qué? Acaso ella no era lo suficientemente buena para ti. ¿Qué te crees? Tú definitivamente no la merecías, una mujer como mi madre la merece mil veces Michael que tú. Ahora comprendo que con justa razón te mereces esto y más sufrimiento. Esto no es nada comparado con lo que ella sufrió.
Le reclamó molesta a Alejandro.
— Hija, por favor. Deja que te explique.
Sollozo Alejandro de rodillas.

Sabía que todo se había venido abajo, su hija lo miraba con desprecio.

— No, silencio. No quiero saber nada de ti, jamás me vuelvas a buscar.
Grito Sandy furiosa, para después salir del despacho.

Subió a su cuarto, tomó sus cosas y bajó precipitadamente, miró a su madre quien la miraba preocupada.

— Vámonos, madre.
Grito desde afuera.

Katerin miró con compasión a Alejandro.
— No te preocupes, Alejandro. Hablaré con ella.
Dijo antes de irse.

Alejandro quedó totalmente destrozado. Nada importaba ahora. La verdad había salido a relucir y con ella trayendo su infelicidad, que como había dicho Sandy, él consideraba que la merecía.

Tarde o temprano sabía que sucedería. Sin embargo, jamás se había imaginado que le causaría el inmenso dolor que ahora estaba sintiendo.

Al llegar a casa, Sandy se encerró en su cuarto. Se sentía demasiado triste y decepcionada por la vida. No podía creer que su felicidad había sido una ilusión.

Mientras que Katerin no sabía que hacer, todo había sido tan repentino. Ella no quería causarle el dolor que ahora tenía sólo, tan sólo quería que ella volviera pero no de esta manera.
Le contó todo a Michael, el cual trató de tranquilizarla.

Luego de que las cosas se tranquilizaran, Katerin decidió que era momento de la verdad.

— Cariño, es mejor que les cuentes la verdad a los chicos. 
Sugirió Michael, mientras tomaba su mano. 
— Sí, lo sé. ¿Podrías llamarle a Samuel? Yo le hablaré a Sandy. 
— Claro.

Subió a su cuarto, encontró a una Sandy sería, que no mostraba ninguna expresión. Eso era precisamente lo que no quería que sucediera.

— Sandy, cariño. Mi pequeña, por favor, quiero hablar contigo. Vamos, hija. Acompáñame abajo, quiero hablar contigo y tu hermano.
Le rogó mientras le tomaba la mano.

Ella solo la siguió sin decir nada. Samuel miró a Sandy sorprendido, le asombraba ver de esa manera a su hermana.

— Mamá, ¿Qué le ocurrió a mi hermana?
Preguntó preocupado.
— Hijo, de eso quiero hablar contigo.
— Ay, no. No quiero estar igual que ella.
Comentó asustado.
— Samuel, esto es importante.
Respondió Katerin mirándolo seriamente.
— Bien, de acuerdo.

Katerin respiro profundo, lo que estaba por venir era muy difícil pero necesario.

— De acuerdo. Tengo que confesar les que les oculte algo sobre su padre y yo. Quiero que después de que me escuchen y luego decidan si quieren seguir como antes.
— Bien.
Respondió Samuel intrigado.
— Su padre y yo nos conocimos en la universidad, desde el primer instante que lo vi me enamore perdidamente de él. Él por supuesto no me notaba, ni siquiera le interesaba. Yo fantaseaba con poder estar algún día con él. Un día, su abuelo Ernesto me buscó, en ese entonces era la mejor alumna de la escuela. Él me confesó que Alejandro me amaba, pero que era muy tímido para decírmelo. Así que, luego me propuso casarme con su hijo, lo cual me pareció un poco apresurado, ya que ni siquiera hablábamos. Sin embargo, porque estaba desesperada por su amor, acepté.

— Wow, wow, espera. ¿Quieres decir que lo que nos contaste de niños era mentira?
Preguntó confundido.

Si bien, no era del todo mentira lo que ella les había dicho. Puesto que los padres de ella se habían opuesto a su matrimonio.

— No, del todo. Deja que termine de contarles.
— Está bien.
— Mis padres me reprocharon y me echaron de casa. Admito que me dolió, pero estaba contenta que al fin podría estar con el hombre que más amaba. Nos casamos después de graduarnos, su padre siempre se portó frío conmigo. Pensé porque así era su manera de ser, que aún no se adaptaba a mí. Luego, un día me enteré que estaba embarazada, su abuelo y yo estábamos felices, tanto que se lo contaríamos ese día, sin embargo, desafortunadamente no lo hice ya que su abuelo falleció ese mismo día.

Sandy y Samuel la escuchaban atentamente, ninguno de los dos decía nada.




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