Tres veranos a partir de que nos conocimos eran suficientes para confirmar que estaba enamorándome de ti y que nosotras habíamos formado algo muy especial pero era obvio que nunca te lo había dicho, seguramente estaba confundida o al menos eso era con lo que trataba de convencerme.
¿Por qué recuerdo esta parte? No lo sé pero fue la primera vez que tuve la ligera esperanza de que efectivamente algo pasaba. Ese día acrecentaste el misterio que seguía rodeándote. A pesar de que siempre decías que yo era la única persona que realmente te conocía debo decir que siempre resultaste intrigante.
—Christine.
—¿Qué pasó?
Estábamos tiradas en el césped del amplio terreno de papá mientras contemplábamos despreocupadas cómo pasaba el tiempo.
—¿Tú crees en eso de encontrar a la persona que te complementa?
—No estoy segura de ello ¿Por?
—A veces quisiera saber si podré encontrar a mi persona y estar atenta a las señales.
Y sí, mi primer pensamiento en ese momento fue que me gustaría ser esa persona para ti. Pero ¿Cómo podría saberlo?
—Tal vez nunca lo sabremos o tal vez ya la encontraste y realmente no lo sabes —menciono distraída.
Claro que nunca voltearías a verme.
Pero lo hiciste.
—Ya no estoy tan segura —dijiste de una manera misteriosa.
No hablamos más del tema pero esa misma noche sentía una atmósfera diferente, como si supiéramos el mismo secreto y no fuéramos capaces de contarlo.
Regresando a la realidad atiendo a una llamada.
—!Hey! chica ¿Cómo estás? —saluda Sandy al otro lado de la linea.
—Bien, algo aburrida ¿Qué pasó?
—Jeff me ha dicho que mañana nos acompañas.
—No sé por qué todos se emocionan como si fuera mi primera fiesta.
—Es que hace mucho que no sales con los demás.
Entre los otros chicos están algunos amigos de Jeff y Clare una chica de tez morena y mirada alegre que hemos conocido en la facultad. Todos son bastante relajados y con un carácter afable. Nunca me habían gustado los grupos grandes pero con ellos era la excepción a mi extraña regla.
—Los he extrañado.
—Debí grabar eso.
Sandy sabe que me cuesta abrirme a los demás y admitir sentimientos. Por eso cada vez que digo algo así me molesta.
—Hablo para informarte que se me ha ocurrido decirle a Jaimie que vaya a la fiesta y como es, no dudó en acompañarme.
—¡Estás bromeando!
Se escucha una risa al otro lado del teléfono
—Estás hablando conmigo, la reina de las salidas clandestinas.
Recuerdo que ella era la que nos convencía siempre de fingir que dormiríamos en su casa y salir a escondidas.
—Ustedes no eran mucho de ir a fiestas pero veo que entrené muy bien a mis pequeñas.
—Es tu culpa que seamos un desastre.
—No negarás que esas fiestas eran las mejores.
Y vaya que lo eran, aunque luego terminábamos castigadas como prisioneras.
—Justamente por eso he pensado "¿Por qué no?" Y bueno ahora ya tenemos a Jaimie. La operación va excelente.
Río.
—¿No se te escapa nada verdad?
—Por supuesto que no. ¿Y cómo planeas acercarte Romeo?
—Recuerdo que cuando empezábamos a ser amigas ella me encontró a mí. Ahora yo sabré donde buscarla.
Habrás perdido tu memoria pero yo conservo esos recuerdos por ambas, por esa historia que pienso seguir escribiendo. Sin duda, emplearé cada recuerdo, cada mínimo detalle a mi favor.
La fiesta sería lejos de la ciudad y en el centro oficial para las reuniones. La casa blanca, pero no la que todo patriota americano piensa, sino por su color. Prácticamente todos la conocemos
Conduzco hasta el lugar, una casa que ya nadie quiso ocupar. No es vieja o antigua, de hecho se ve moderna pero los propietarios solo la usan en vacaciones y los dos hijos de estos, que oscilan entre mi edad y la de los de mayor grado siempre le sacan provecho. Solo tiene lo esencial y es por eso que es más espaciosa, los chicos se la han arreglado para meter otras mesas, contratar música, llevar comida, bebida y adecuar el segundo piso para los afortunados de la noche. Todo en uno.
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Editado: 25.07.2019