CAPÍTULO 1: EL ENCUENTRO
NARRA ALEXANDRA:
Decenas de personas van caminando por la acera, otras entrando al bar que está situado en frente de mi.
Acomodo mi cabello rubio que llega a la altura de mis hombros y decido entrar al bar.
-identificación- me pide el guardia que custodia la puerta.
-Alexandra Scott- digo mostrándole mi identificación, después de ese procedimiento me dejan pasar.
Me siento enfrente de la barra y pido un trago, con mi trago ya en la mano empiezo a analizar mi alrededor.
Para ser viernes por la noche esta todo muy tranquilo, hay un par de personas bailando en medio de la pista y otras simplemente sentadas en sus respectivos asientos.
Veo entrar a un hombre de no más de veinticinco o veintiséis años de edad, su pelo color castaño oscuro, al igual que sus ojos y alrededor de 1,80 m de altura.
Toma asiento en una mesa en el fondo, en donde están tres hombres, más o menos de la misma edad que él. Me quedo un observándolo hasta que él se da cuenta y aparto mi vista.
Narra Aarón :
Siento una mirada fija en mi, me pongo a buscar de donde proviene esa mirada, y la encuentro.
Una mujer rubia me observa desde la barra, mientras toma el contenido de su vaso. Ella se da cuenta de que la descubrí y aparta su mirada, así que decido acercarme.
-¿Adónde vas? - me interroga Oliver, uno de mis amigos.
-Ya vengo- me limito a contestarle y me acerco a la mujer.
-Hola- digo llamando su atención.
-Hola- responde ella dejando su bebida sobre la barra.
-Mucho gusto, mi nombre es Aaron- digo extendiéndole mi mano.
-Alexandra- respondió estrechándola.
-¿por qué me observabas? - la interrogó.
-Curiosidad- responde tranquilamente -No conozco a muchas personas que les gusten los Guns N 'Roses - agrega ella.
- ¿Cómo sabes eso? - digo sorprendido.
-Soy muy observadora, he visto la imagen de tu camiseta- responde, bebiendo de su vaso.
- Ya veo, es una de mis bandas favoritas, a veces la escucho con mis hijas- le notó.
Ella luce sorprendida, como si le resultara difícil creer lo que dije.
-¿Tienes hijas? - preguntó ella con cierto tono de duda en su voz.
- Si, dos bellas niñas- digo orgulloso - Maia, la más grande, tiene 3 años y Tatiana de 1o meses- agrego.
- Oh, que chiquitas- dijo ella un poco melancólica.
- ¿y tú? - le pregunto.
Ella vacila antes de responder.
- Sí tengo, tenía mejor dicho- dice con un evidente tono de tristezas su voz- el día en el que nació, lo secuestraron del hospital, estuvimos años buscándolo y nunca apareció, él se llamaba Diego- informa ella.
No sabía que decir, ni cómo actuar, debió haber sufrido mucho.
- Lo lamento, no quise ser imprudente- me disculpo.
- Tranquilo no pasa nada, yo decidí comentártelo- dijo sonriendo.
- No te lo he preguntado, pero ¿cuántos años tienes? - me interroga ella.
-Veinticinco, ¿tú? - respondí.
- Oh, padre joven, yo tengo veintisiete- dice ella - y tu esposa, ¿cuántos años tiene? - sigue interrogándome.
- No, ya no estamos juntos, nos hemos divorciado hace ya más dos meses- le respondo.
-Oh, lo lamento- dice apenada.
Seguimos hablando un rato más, es una mujer muy interesante, charlamos sobre diversas cosas, hasta que ella ya se debía ir, porque trabajaba al día siguiente, antes de que se fuera intercambiamos número y acordamos en volver a vernos. Nos hemos caído muy bien.
Editado: 09.09.2021