La mantita a cuadros con colores alegres y vivos permanecía tendida sobre el verde césped de Hyde Park de Londres. Una canasta repleta de frutas y galletitas estaba abierta en el centro. Dos jóvenes de aproximadamente veinticinco años estaban acostadas sobre ella, disfrutando aquel magnífico día de primavera. En silencio, ambas observaban la magnificencia del lago de agua cristalina, vagando vaya a saber en qué pensamiento.
La tarde del primer sábado de junio era perfecta, el clima acompañaba con un brillante sol de primavera. Los niños corrían, se hamacaban, se tiraban del tobogán. También había parejas abrazadas, sentadas en los bancos, que no escatimaban en arrumacos.
Una de las dos jóvenes, la rubia, llamada Chelsea Carver, se entretenía buscando formas a las nubes, observándolas a través de sus psicodélicos lentes de sol color verde petróleo. Su mejor amiga, Amber Newport tenía el cabello color oscuro y grandes ojos azules... se incorporó, al escuchar las voces de esos niños; apoyó su peso en los codos y los observó con más detenimiento. Se trataba de una niña de piel morena, tenía dos trencitas, y al parecer le decía a su amigo, o a su hermano, que ella sabía hamacarse más fuerte.
-Terminé con Dayron- confesó, tras un largo suspiro.
-Dime que es definitivo, Amber...-rogó, exasperada.
-Eso espero.
-Supongo que depende de ti, de tus decisiones...no es algo que puedas o no esperar.- dijo Chelsea
-Ni yo sé lo que quiero...-reconoció Amber, confundida.
-Nunca he terminado de entender qué le viste.
-Es un buen chico.-replicó ésta última.
-No es lo que tú necesitas.-opinó Chelsea.
-Tal vez tengas razón; la última discusión fue horrible, dice que estoy obsesionada con...
-Bueno, un poco de razón tiene ¿no? -Amber la miró, ofendida- No me acuses así con esa miradita, es la verdad.
-¿Acaso no lo entiendes? -dijo con cierta angustia- No se trata de una obsesión, es mi sueño. Siempre lo he postergado por mi carrera, por mi familia... y ahora que podríamos...
-Él no quiere ser padre, te lo dijo cientos de veces, fue muy claro contigo.- le recordó Chelsea.
-A veces pienso que somos incompatibles, durante la época que lo intentábamos...
-¿Cuándo lo intentaron? -dijo sorprendida.
-Hace un tiempo tuvimos nuestros deslices.
-¿Y ahora?
-No pasa nada; él dice que no está preparado. -Amber exhaló un suspiro de impaciencia
-¿Para follar? - las dos rieron.
-Para eso tampoco. -admitió Amber con bronca- Tiene treinta y siete años, no sé cuándo estará preparado sino es ahora...
-Recuerda que los hombres pueden ser padres a cualquier edad.
-Eso no es cierto, ¿te imaginas un padre de ochenta años? - Chelsea sonrió- ¿Ves? Sería una locura...
-Dayron tiene cincuenta años por delante hasta llegar a los ochenta.-dijo, quitándose los anteojos de sol para hacerle una inspección con sus ojos celestes.
-Estás equivocada, Carver; le quedan cuarenta y siete años.-inevitablemente, las dos rieron a carcajadas.- Te hablo en serio.
-¿Sabes qué? - Amber negó- Dudo que el problema haya sido su negativa a tener un hijo.
-¿Ah no? ¿Cuál es entonces?
-La relación no funciona. Hace tiempo que vienen mal. - se encogió de hombros- No sé si estás tan enamorada como al principio...tienen intereses diferentes.
-El amor no puede ser el mismo siempre -argumentó Amber, sin molestarse- Debe ir mutando para poder sobrevivir.
-Sí, pero...
-No puedo sentir el mismo entusiasmo del principio, a nadie le sucede eso.- dijo Amber.
-A eso iba - la cortó Chelsea cansada de que la interrumpa- Nunca vi en ti el entusiasmo de una mujer enamorada, nunca te vi emocionada por estar con él, no te he visto realmente plena...viven discutiendo, eso no puede ser amor.
-Miras demasiadas telenovelas, Chelsea. La pasión no dura para siempre, no es intensidad, ni vértigo. El amor es lo que resta y sobrevive a esa revolución que uno siente apenas conoce a alguien...- encomilló la frase con los dedos.- Después eso se esfuma, con el tiempo.
-No opino lo mismo... el amor también pasión, vértigo e intensidad - repuso Chelsea, soñadora - No me puedes negar que todo ese momento de revolución como tú le llamas es lo mejor de una relación.
-Eso es enamoramiento, pura fantasía. Ni resiste ni dos meses, créeme.
-No pienso conformarme con menos. Para tibia, la ducha.- Amber sintió admiración. Chelsea hablaba como si estuviera convencida que iba a lograr todo lo que se proponía. En cambio ella era una insegura. -Te vendría bien mandarte un par de cagadas...disfrutar un poco - decía con aire relajado -nunca te has salido del molde, has ido demasiado bien encarrilada. Eso suele ser agotador.
-Si te consuela, ya he terminado con Dayron. Eso para mí es descarrilarse, estoy soltera nuevamente.-bufó.
-Has matado tu relación con esa fijación que tienes de ser madre...- opinó la joven.
-Es mi deseo, ¿qué tiene de malo?- Replicó Amber sintiéndose incomprendida- Ya tengo veintisiete años...- Chelsea empezó a reírse- ¿Se puede saber qué te parece tan gracioso?
-Lo dices como si tuvieras noventa... aún tienes tiempo para concebir.
-No lo tengo realmente, mi pareja es un desastre. - chasqueó la lengua, mirando el cielo con las manos en la nuca- Quizá tengas razón.
-¿Qué quieres decir?
-Tal vez no sea Dayron la persona indicada para tener un hijo...
-¿Y si no es Dayron, quién es?
-Nadie en particular...-dijo enigmáticamente Amber.- Quizá deba tenerlo sola.
-Cuando te dije que cometas una locura, me refería a un viaje, a vacaciones... o a follar con varios a la vez...-aclaró Chelsea sentándose en la manta.
-Quiero tener un hijo, Chelsea...jugarme por lo que deseo es romper el cascarón, al menos para mí, nunca lo hice.