Siempre Cerca Nunca Juntos

una mentirita.

¡Era una maldita estúpida!

Siempre lo había sido.

No podía mantener mi gran boca cerrada sólo por algunas horas. Era entendible el porqué Iker se había molestado notablemente conmigo, pero suponía que de una forma u otra él debería entenderlo.

Aún seguía teniendo miedo de que las personas se diesen cuenta de lo que había entre los dos, probablemente porque siempre le había tenido miedo al rechazo.

Aunque Iker lo dijera una y otra vez, yo no era esa clase de chica con las que el comúnmente frecuentaba, y eso que no eran muchas, pero aun así seguía temiendo por mi corazón.

Seguía mirando el libro que tenía en mis manos, era de un bello verde oscuro y algunas líneas de vejez lo atravesaban por todas partes, "el tiempo en un reloj de palo", mi nueva lectura. Era realmente irónico lo que acaba de pasarme, justo había leído una frase muy simbólica en el libro que decía:

"No te detengas a sufrir por tus miedos, ellos lo harán por ti"

Era probable que Iker hubiera malinterpretado mi "No" -Yo también lo hubiera hecho- Pero no lo había dicho para negar lo que existía entre ambos, había sido simplemente un mecanismo de defensa.

Caminé lentamente por los pasillos de la biblioteca con el libro aún en mis manos. Ahora habían mas personas por los pasillos, la mayoría los reconocía de Havanna y era obvio que él aun seguiría por ahí, pero no me atrevía a buscarle. No cuando se había ido con "ella".

Cuando llegué a la parte principal de la biblioteca me encontré con una extensa fila para poder registrar los libros. Suspiré. Tendría que hacer la fila sin más, no me marcharía sin mi libro.

El chico que estaba adelante mío jugueteaba con la portada de un libro negro, me puse en putitas para poder ver qué libro era. Pero fue casi imposible, el chico me pasaba casi por tres cabezas y, para mi mala suerte, no dejaba de moverse.

-Se llama "La era diezmal" de Carter Hilk -Me dijo el chico que me miraba de reojo.

Me sonrojé como una estúpida. Nunca podía evitarlo.

-¿Es bueno? -Le pregunté sin poder aguantarme.

-Podrías leértelo -Me sonrió y después me entregó el libro -Cuando lo termines me dices qué tal.

-¿En serio? -Estaba contenta, dos libros en un día era todo un logro - ¿No lo quieres leer? -Enarqué una ceja mientras apretaba ambos libros contra mi pecho.

-Por supuesto, pero seré todo un caballero - Inclinó su cabeza brevemente -Cuando lo leas me lo devuelves -Y sin más se giró y siguió molestando con otro de los libros que tenía en sus manos.

No reconocía al chico de ninguna parte, probablemente iba a Havanna pero jamás lo había visto. Miré el libro, lo iba a leer cuando terminara el otro. De seguro para el martes que volviera a clases ya habría terminado con ambos.

Treinta minutos después estuve a las afueras de la biblioteca. Solo había permanecido ahí dos horas, pero no quería quedarme después de lo de Iker. Corría el riesgo de verlo con Claudia y eso no sería nada agradable.

Caminé lentamente por la acera mientras tapaba mi cara, los rayos del sol aún seguían potentes y me daban de lleno. Había varias personas hablando alegremente al lado de uno de los grandes árboles. Caminé de prisa para evitarlos, no reconocía a ninguno pero no me quería arriesgar.

Un chico de cabello rubio que estaba de pie a mi izquierda, besaba una chica ardientemente frente a todas las personas que estaban ahí, y si aún fuera la Kay de algunas semanas atrás, probablemente les hubiera reprochado aquel acto. Pero ahora ya no estaba segura de hacerlo, no cuando la mayor parte del tiempo quería estar besando al castaño.

Estaba por girar y pasarme hacia la entrada de la plaza cuando escuché mi nombre.

-¡Kay! -Me giré a tiempo de ver a Claudia y María sonreír angelicalmente hacia mí. Y para mi desgracia Iker, Gordon y otro chico llamado Mauricio estaban junto a ellas.

-¿Cómo estás? -Preguntó María, quien tenía un brazo alrededor de Gordon -Sentimos mucho lo de la suspensión -Enarqué una ceja. ¡Claro, y yo sentía haberle pegado a Lina! -¿Ya te ibas? -Su voz era irritante, pero no tanto como la de Claudia.

-Sí -Evité mirar a Iker. Sabía que lo que había pasado adentro era mi culpa, pero yo también estaba molesta con él.

-Mañana hay una fogata al lado del lago -La que habló esta vez fue Claudia, quien movía su cabello negro de un lado a otro. -Podrías venir con nosotros. Ah, y obviamente invitar a tu amiga ¿Cómo es que se llama? -La pregunta la hizo girándose hacia los chicos, quienes no respondieron -La que el novio la dejó por otra.

P-U-T-A, eso era justo lo que era ella.

-Muy amable. Déjame le pregunto a mi amiga la que engañaron y te comento -Me giré frustrada. Eso era el colmo.

-Mauricio podría pasar por ti mañana -Volvió hablar ella. Esta vez miré a Iker quien se tensó y me envió una mirada de advertencia.



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Editado: 10.06.2018

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