-No lo puedo creer -Dije furiosa -No llevo ni cinco horas aquí, y ya tengo problemas.
Seguí caminando por la cafetería desierta, mientras Gleen y John trataban de robar algo de la máquina para comer. Faltaba media hora para que el timbre sonara y todos salieran de clases.
-Que amargado -Se quejó John, quien ahora se estaba atragantándo con un pastel - Esa clase es más aburrida que la de historia -Agregó después de terminar de comer el dichoso pastel.
Seguí caminando por la cafetería. Era cierto que todo había sido muy gracioso en su momento pero ya no lo era. No quería otra anotación.
-Estaba calmado, hasta que me miró y torció un ojo -Comentó Gleen, quien tenía en sus manos una bolsa de frituras -No fue nada prudente por parte de él.
Me reí. No quería hacerlo pero el jodido rubio jamás podía tener su boca cerrada, era todo un bocazas.
-Todo es su culpa -Los señalé a ambos, mientras me sentaba en una de las mesas -Yo sólo quería aprender.
Ambos me miraron incrédulamente sin creer mis palabras y después siguieron hurtando comida.
Los minutos pasaron lentamente, mientras nos reíamos y comíamos cosas robadas de la máquina. Todo se hizo aún más gracioso cuando Glenn trató de robar una bolsa de chocolates de la máquina y la cocinera lo había visto infraganti. Al final nos había tocado pagar toda la comida que habíamos hurtado...
Estábamos sentados contando chistes cuando el teléfono de Glenn sonó, éste se puso de pie y se hizo en una esquina para contestarlo rápidamente. Me quedé junto a John riendo estúpidamente por sus chistes malos. De repente el timbre sonó anunciando la hora de descanso, y a lo lejos se escucharon las puertas abriéndose y pasos apresurados. Seguí comiendo mi chocolate, al mismo tiempo que le contaba un pésimo chiste a John que había escuchado de mi padre.
Las puertas de la cafetería se abrieron de par en par y muchos adolescentes entraron riendo y haciendo un bullicio espantoso. Estaba por ponerme de pie y buscar a Gaia, cuando escuché una voz fastidiosa.
-Me imagino que estás feliz ¿No? -Me giré a tiempo de ver a Lina caminando hacia mí, y junto a ella María, quien ahora parecía ser su escolta - Me arruinaste la vida - casi gritó ella, y yo sólo pude mirarla. Estaba muda, no iba abrir mi boca para nada, no quería otra suspensión.
-Cálmate linda, no debes alterarte -Decía María a Lina y yo sólo las miraba. Que cínicas eran, la babosa no tenía nada, sólo era drama.
Glenn, quien había guardado su teléfono, se había acercado rápidamente y ahora estaba a mi lado. Cuando miré sus ojos noté el recelo en ellos. No quería problemas de nuevo, así que me dije que si no lo hacía por mí, lo haría por él... Simplemente me quedaría callada.
-Me hiciste perder a mi hijo -Las palabras de ella estaban llenas de veneno -Eres una hija de puta, por eso te pasa lo que te pasa.
Mi sangre ya estaba hirviendo, todos alrededor ya estaban prestando atención a lo que pasaba. Otra vez un drama y en el estaba yo...
Miré a Glenn, quien miraba a la babosa totalmente lleno de furia, parecía que quería matarla ahí mismo.
-Lina, cálmate y déjate de maricadas -Advirtió el rubio -Ella no tiene la culpa de tus problemas mentales.
Lina, quien miraba a Glenn como si lo amara, soltó a llorar ruidosamente mientras yo miraba hacia los lados. Rogaba que no entrara ningún profesor. Con la mirada identifiqué a Gaia, quien se acercaba a nosotros con el entrecejo arrugado.
-¿Por qué me haces esto? -Lloriqueó ella -Te lo di todo - Glenn se rió cínicamente y después de tomarme de la mano trató de alejarse del lugar, pero todo pasó muy rápido. Al parecer "Problemas" era mi segundo nombre.
Mi mano se vio separada de la de Glenn. Cuando un tipo alto que parecía inyectarse hormonas, empujó al rubio fuertemente contra una pared de cemento, éste se golpeó la cabeza y la espalda, yo quedé totalmente petrificada en el medio, mirando todo en cámara lenta.
El maldito hormonal, tomó a Glenn de la camisa y lo levantó mientras le gritaba cosas en su cara. Todos alrededor solo miraban la escena en silencio, nadie se metía a tratar de separarlos.
-Poco hombre -Siguió gritando el hormonal. No lo reconocía, no sabía de dónde había salido -Embarazas a una chica y después la tratas como si fuera una basura ¿Ahora te crees tan hombre?
Mi mejor amigo sólo miró al chico de cabello claro y ojos negros, y después se rió en su cara. Al parecer no le importaba ganarse una paliza.
-¿Acaso eres el defensor de los pobres? -Glenn enarcó una ceja y tan rápido como lo hizo, recibió un puño en toda su cara, fue tan fuerte que le reventó boca y nariz. Mis piernas comenzaron a temblar y muy a lo lejos escuché a mi mejor amiga gritar el nombre del rubio.
Nadie se metió a defender a Glenn, y el hormonal no parecía querer parar de pegarle. Así que corrí rápidamente y tomé un botella de jugo que estaba sobre una mesa cercana. No estaba pensando en realidad, solo estaba asustada, no quería que le hicieran daño a Gleen. Con el botella de vidrio en la mano corrí directamente hacia el maldito agresor y se lo estallé en la cabeza... ¡Si, se lo estallé! El tipo gritó y soltó a Glenn, quien se resbaló hasta el piso.