CAPITULO VI
Noche de Graduación.
-Isa – Gritó mi mamá escaleras abajo – Lucas está aquí.
Me contemplé en el espejo una vez más mientras terminaba de colocarme una capa extra de rímel y me subía en los inmensos tacones dorados. Mamá y yo habíamos optado por un corto y ceñido vestido negro clásico de tirantes finos, ya que según ella, había heredados sus largas piernas y éstas debían ser mostradas, y di gracias porque en lo último tres años, mi triste copa A se hubiese convertido en una más que aceptable copa B, y el escote resaltaba mis atributos de forma maravillosa. ¡Ah! Y por si olvidé decirlo antes, hice una pequeña parada en la tienda de Victoria’s secret y compré un sexy conjunto de encaje negro, ya que en caso de que lo hayan olvidado, esta noche era la noche, perdería la virginidad con mi novio y no podía estar más nerviosa. Retoqué rápidamente mi maquillaje, me había decidido por un tono negro y gris espumado en los párpados, un poco de rubor para cubrir mis pálidas mejillas y un tono rojo oscuro en los labios. Mirándome no pude evitar pensar que me veía como esas antiguas actrices de películas cincuenteras, incluso había amarrado mi cabello en un pequeño moño por encima de la cabeza, dejando caer deliberadamente unos cuantos mechones dorados sobre mi rostro, para darle un toque más relajado al look. Respiré profundamente dándome una última mirada de cuerpo entero y me dirigí a las escaleras.
Lucas estaba al final del pasillo, y en lo que sus ojos se posaron en los míos, un rubor ensordecedor recubrió todo mi cuerpo; me veía como si fuese la cosa más extraordinaria que hubiese visto en toda su vida. Sonreí al increíble chico que me esperaba al final de las escaleras; llevaba un esmoquin negro ceñido al cuerpo que resaltaba su ancha espalda, ajustándose en sus fuertes y trabajados brazos. Se había peinado el cabello hacia atrás intentando aplacarlo, pero sabía que aquello no duraría toda la noche y di gracias por ello, amaba la forma en la que su cabello castaño caía sobre sus increíbles ojos dorados dándole un aspecto salvaje y despreocupado.
Me dedicó una de sus sonrisas de medio lado mientras sus ojos brillaban en mi dirección.
-Luces hermosa, ángel… más hermosa que nunca.
-Siempre dices eso – Sonreí.
-Siempre es verdad.
Después de la inacabable sesión de fotos que mis padres no obligaron a hacer, como si no hubiesen tenido suficiente en el acto de graduación esa misma mañana, lo juro, cualquiera creería que intentaban llenar un jodido álbum entero en un solo día; en fin, cuando por fin terminamos con los cegadores flashes de luz; Lucas y yo subimos a su auto. Él había cumplido la mayoría de edad unos meses atrás, así que era el único de los dos con un carro para esta noche. Giró la llave y el motor cobró vida, y algo dentro de mí también lo hizo; Lucas lucía increíble y era mío, solo mío; bueno, tan mío como se podía ser durante el trayecto hasta el baile, y entonces tendría que encontrar a Sebastián. No supe en ese momento por qué, pero mi corazón se encogió cuando aquel pensamiento pasó por mi mente, debería haber estado emocionada por ver a mi novio, pero por alguna razón, la idea de separarme de Lucas me ponía triste.
-No mentí antes, ángel – Dijo sin apartar los ojos de la carretera – Luces hermosa.
-Gracias – Murmuré con un rubor recorriendo todo mi cuerpo – Tú no luces nada mal.
-Luzco como una jodida estrella de cine, ángel, solo mira esta cara.
Y así como así, el momento pasó. Lucas podía ser jodidamente tierno y jodidamente insoportable al mismo tiempo. Me arreglé en mi puesto hasta que llegamos al salón donde se realizaría el baile.
Apenas atravesamos las puertas, las chicas se lanzaron en tropel sobre mí.
-Oh por dios, luces increíble – Chilló Lori abrazándome.
-Tú también luces maravillosa – Dije, y no mentía, llevaba un vestido dorado ajustado a su cuerpo que hacía resaltar su increíble escote copa C – Los chicos morirán por ti esta noche.
-Me alegra que hayas llegado – Replicó Dani dándome un fuerte abrazo – Luces preciosa.
-Tú también, no puedo creer que esta sea por fin nuestra última noche en la secundaria.
-Lo sé – Suspiró Adriana dándome otro abrazo – Tienes que prometer que nos mantendremos en contacto siempre, y que haremos lo que dijimos sobre viajar juntas fuera del país.
-Es una promesa – Aseguré con una gran sonrisa, no podía creer lo mucho que las extrañaría cuando nos fuésemos a la universidad – Además, no comenzaré las clases hasta dentro de tres meses, tendremos tiempo de sobra para vernos y cansarnos de nosotras mismas.
-Eso suena como un plan – Rio Lori acercándose a mí – Por cierto, Lucas luce endemoniadamente sexy tomado de tu brazo – Susurró insinuantemente en mi oído.
Hice una mueca pero ignoré el comentario tratando de esconder el rubor que comenzaba a subir por mi escote.
-¿Han visto a Sebastián?
-Está en la mesa con el resto de los chicos – Dijo Dani señalando al final del salón.
-Las veo en un rato – Me di la vuelta y abracé a Lucas susurrándole al oído un “Gracias”.
Caminé hacia la mesa donde se encontraba Sebastián, en lo que sus ojos se encontraron con los míos se puso de pie y sonrió abiertamente.