CAPITULO X
Siempre a tu lado
Desperté con la garganta seca, ¡Dios, no debí haber tomado tanto anoche! La cabeza me daba vueltas y palpitaba contra mi cráneo dándome náuseas, nunca había tenido una resaca como esa en toda mi vida.
Abrí los ojos lentamente aclarando mi mente, adoraba esos veinte segundos que precedían el sueño, tu cuerpo estaba totalmente relajado, tu respiración era lenta y acompasada… me encantaba despertar así, con los pitidos de una máquina a mi lado… ¿Pitidos? Un momento. Abrí los ojos mejor y enfoqué a mi alrededor; esta no era mi habitación, no se parecía en nada. Miré desesperada mientras mis ojos se encontraban con intravenosas saliendo de mis brazos, cables conectados a mi cuerpo y vendas en mi cabeza ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Dónde estaba?
-¡Lucas! – Grité con todas mis fuerzas mientras intentaba ponerme de pie y arrancaba tanto los cables como las intravenosas de mi cuerpo - ¡Lucas!
Varias personas entraron en mi cuarto enseguida; una enfermera con su traje blanco de punta corrió hasta mí e intentó llevarme nuevamente a la cama.
-Por favor – Pidió empujando suavemente de mí – Necesita volver a la cama, señorita.
La empujé lejos de mí mientras escalofríos recorrían mi cuerpo y mi corazón se aceleraba.
-¡Lucas! – Grité nuevamente mientras otros brazos, que no sabía de dónde habían salido, intentaban detenerme - ¡No! ¡Suéltame! – Grité mientras pateaba a la mujer lejos de mí - ¡Déjame en paz! ¡Lucas!
Necesitaba que Lucas me sacara de aquel lugar, necesitaba volver a casa, ver a mis padres, debían estar asustados por mí, necesitaba verlos, tenía que encontrar a Lucas.
-¡Lucas!
Las dos enfermeras me sostuvieron de las manos y trataron de llevarme hasta la cama, las empujé lejos de mí con una fuerza que ni siquiera podía creer que tuviese, lancé al suelo los aparatos que me rodeaban, empujé la cama a uno de los lados mientras hacía mi camino rápidamente hacia la puerta.
Un hombre alto y fuerte me detuvo enseguida. Intenté soltarme de sus manos, pero era más fuerte que yo, abrí la boca tanto como pude y mordí su brazo con todas mis fuerzas mientras el hombre gritaba. Las lágrimas caían por mi rostro, el dolor acuciante recorría cada nervio de mi cuerpo mientras algo pegajoso se escurría por mi abdomen y mojaba mi bata.
-¡Suéltame! – Grité nuevamente pataleando y golpeando al hombre que me sostenía, ya ni siquiera sabía lo que estaba haciendo, en lo único que podía pensar era en encontrar a Lucas, lo necesitaba - ¡Déjame ir! ¡Suéltame! ¡LUCAS! ¡LUCAS!
Las enfermeras se acercaron a mí e intentaron sostener mis brazos para inyectarme algo, pero me batí con todas mis fuerzas y las alejé de mí nuevamente sin dejar de golpear al hombre que intentaba sujetarme.
-Cariño, por favor – Suplicó una voz junto a mí. Me di la vuelta al reconocerla, mis padres estaban al otro extremo de la puerta, mi madre lloraba y llevaba sus manos a la boca mientras mi padre la abrazaba – Princesa, necesitas escuchar, por favor…
Fruncí mi ceño sin comprender lo que ocurría, por qué ellos estaban ahí y no Lucas, ¿Dónde demonios estaba? Dejé de forcejear por unos segundos, me distraje sin darme cuenta, y una de las enfermeras clavó la aguja en mi brazo.
-Papá… - Murmuré mientras lo que sea que me habían inyectado comenzaba a hacer efecto – papá… busca… lo… busca a… Lucas…
Otra vez la oscuridad me ganó.
***
-Ha sufrido un gran shock – Dijo una voz en la distancia – Es normal que se encuentre así; la operación salió perfectamente y sus signos vitales son estables. Necesitará un poco de reposo por las siguientes semanas, pero se recuperará.
-¿Qué deberíamos decirle, doctor? – Preguntó la voz de mi papá, o al menos eso creía, estaba casi nadando en el limbo, aun no sentía mis extremidades, estaba recobrando y perdiendo la consciencia cada dos segundos - ¿Recordará algo del accidente?
No pude escuchar lo que dijo el doctor, mis parpados estaban demasiado pesados y mi cuerpo exhausto, respiré y me sumí en el sueño de nuevo.
-Sus amigos están aquí y quieren verla – Replicó la voz de mi madre.
-Por los momentos no puede tener visitas, necesita descansar.
¡Estúpido doctor! Lucas estaba ahí y quería verme, yo lo necesitaba a mi lado. La neblina volvió a aparecer sumiéndome en la oscuridad nuevamente.
-Sus signos vitales están estables, doctor – Dijo una voz desconocida – Pobre chica, no deja de decir su nombre en sueños…
Otra vez la niebla me llevó lejos, ¡Maldición! Ya odiaba a esta estúpida niebla, pero no me importaba, al menos a donde me llevaba no había dolor.
-Una psicóloga hablará con ella en cuanto despierte – Dijo una voz conocida ya – No será fácil para ella, recibió una fuerte contusión en la cabeza, no puedo decirle con seguridad cuánto recuerde de esa noche, tendremos que esperar para estar seguros.
-¿Y qué si no recuerda nada? – Preguntó mamá.