Siempre Fuimos

Nos cuesta entender que la genere es temporal. Un día todo bien y un día nunca más.

NOS CUESTA ENTENDER QUE LA GENTE ES TEMPORAL. UN DÍA TODO BIEN Y UN DÍA NUNCA MÁS

-Ya sólo te quedan tres días de los treinta -le dije a Lusian, que estaba sentado en una de las sillas de la terraza, leyendo algo en mi computadora portátil.

Dejé frente a él una caja de condones sin abrir y me senté en la otra silla, intentando leer lo que veía en la pantalla.

No me miró ni me respondió. Lusian me ignoraba y no quería que lo hiciera. Sentía el vacío del inevitable final de nuestras extrañas vacaciones. Quería de su tiempo tanto como fuera posible.

No fue fácil olvidar el incidente con el feto aquel día. Yo me sentí muy alterada tras lo ocurrido, por lo que dejé a Lusian libremente en mi departamento mientras yo dormí plácidamente en mi cuarto hasta el día siguiente.

Después de eso todo transcurrió a la perfección.

Se interesó mucho en mi labor con la casa hogar y me obligó a llevarlo a La Toscana, para que le enseñara la reconstrucción que estaban haciendo los trabajadores en Montieri y le di un tour por el castillo di Fonsi. En el recorrido le expliqué un poco sobre el sistema de educación que quería emplear para los niños y como quería que funcionara la villa privada que se reconstruía.

Según mi mente, todo se veía fácil, pero darle voz a mis planes me deprimió un poco, ya que vi el proyecto un poco más complicado. De todos modos Lu me animó y me prometió que me ayudaría con todo lo que se pudiera. Quería convertirse en mi asesor o algo parecido. No le di muchas esperanzas, porque debía decirle que su papá era quien me estaba ayudando con la mayoría de los procesos y no sabía cómo lo tomaría. De cualquier forma era un tema que debía tocar algún día.

Aprovechamos veintisiete días para que Lusian conociera en su mayoría Florencia.

Lo llevé a la Catedral de Santa Maria de Fiore, en la Piazza del Dumo. Ahí, mi querido amigo pudo admirar con asombro la fachada en mármol blanco y verde repleta de detalles, y la famosa cúpula de Filippo Brunelleschi, construida en 1420, considerada uno de las grandes hitos de la historia de la arquitectura. En su interior, donde se encuentra la tumba de Brunelleschi, disfrutamos de las increíbles escenas pintadas del juicio final de la cúpula y subimos los cuatrocientos sesenta y tres escalones para observar la panorámica de la ciudad.

Visitamos la Campanile de Giotto, ubicada a un lado de la Catedral. Una torre de más de ochenta y cuatro metros de altura, que destaca por su exterior de estilo gótico revestido de mármoles en verde, blanco y rosa, con fantásticos bajorrelieves en la parte inferior y varias hornacinas que albergan cuidadas estatuas.

Dimos paseos por las calles alrededor de la Piazza Duomo.

Bajamos por la Via Roma, hasta el Mercato Nuovo, donde compramos infinidad de curiosos recuerdos de cuero y flores, entre otras cosas.

No pude pasar por alto el bellísimo Palazzo Vechio, ya que había sido parte importante en la grabación de la película del libro Inferno de Dan Brown. Lusian alucinó con aquel dato, pero más lo hizo con el exterior, que destaca su robustez y su torre de más de noventa y cuatro metros de altura, dándole un aspecto de castillo. Sin embargo, lo más alucinante era su interior, repleto de preciosos frescos de Giorgio Vasari que decoran paredes y techos, además de albergar la escultura «Genio de la Victoria» de Miguel Ángel.

Nos perdimos por las noches en distintos clubes nocturnos, donde bebimos y bailamos hasta el amanecer. Desayunamos en las terrazas adoquinadas de los lindos restaurantes. Pensamos en visitar algún cine, pero para mi sorpresa, Lusian estaba tan encandilado con la historia y la arquitectura de Florencia, que pidió más y más.

Le di más y más.

Paseamos sobre el rio Arno, a través del Ponte Vecchio. Nos relajamos en los jardines de Boboli. Vimos la puesta del sol en la Piazzale Michelangelo. Visitamos las tumbas de los Médici, una de las familias más poderosas de Florencia, en La Capilla de los Médici.

Y ocurrió algo muy divertido cuando lo llevé a la Galería de Los Ufizzi.

Lusian conoció a Maurizio Porchetta, el director de la Galería. Fue gracioso que ambos desprendían testosterona por todos sus poros cuando se presentaron. Pese a que iba del brazo de Lusian, Maurizio no dejó de hacer sus ya conocidas insinuaciones hacia mi persona, y eso fue algo que a Lusian no le agradó. Mauruzio intentó achicar a Lusian Bennett con sus extensos conocimientos sobre la historia Italiana, pero mi amigo siempre tuvo algún comentario inteligente para hacerlo callar. Nos dio un tour, y cada tanto pude sentir su mano rozar en mi espalda. A Lusian no le pasó nunca desapercibido, como tampoco lo hizo la alianza de matrimonio que llevaba el Director de la Galeria en su mano izquierda. Cuando salimos de la Galería, Maurizio me recordó sobre la Gala de Beneficencia que se celebraría a finales de marzo y educadamente no invitó a Lusian, porque no era parte del concejo, ni postulaba entre los patrocinadores y donadores.

No obstante, yo sí que lo invité, porque quería que fuera mi acompañante. Lusian en smoking era algo que se deseaba ver todos los días pero que no ocurría con frecuencia. Además, quería darle una lección a Maurizio por su altanería y sus intentos de seducción estando casado.

-Recuerda que mañana es la Gala de Beneficencia -le recordé a Lusian, en otro débil intento por llamar su atención.

Apenas si funcionó, porque lo único que obtuve fue una mirada de soslayo y un asentimiento de cabeza vago, antes de que regresara su atención a la pantalla del portátil.

-No has usado los condones... -Musité, desesperada por que me hiciera caso.

-O tal vez es una caja nueva -dijo, esa vez sí mirándome atentamente y me sonrió de lado.

-Ni siquiera he ido a trabajar por estar todo el tiempo contigo...




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