—Esto es tan extraño... —dijo alguien a nuestras espaldas.
Lu y yo desviamos nuestra atención al lugar del origen de la voz, descubriendo a Joshua, con una cerveza en la mano, vestido con bermudas y una playera polo, observándonos con curiosidad.
—¡Hola Joshie! —lo saludé efusivamente, dedicándole una gran sonrisa.
—Nadie te mencionó al entrar que esto es una fiesta privada —comentó Lusian, con fastidio... — ¿No estabas con Emily?
Joshua le dio un trago a su cerveza y se sentó a la orilla de una de las tumbonas, mirando de mala manera a Lusian y en silencio negó lentamente.
Josh no tenía buena cara. Se veía afligido, triste y preocupado. Se le marcaban unas arrugas en la frente, que me hacían saber que algo no andaba bien. Además tenía esa mirada de confusión, de no saber qué hacer.
—¿Está todo bien? —Le pregunté y me giré sujetándome con fuerza de la orilla de la alberca para no hundirme.
Lusian, dulcemente, me volvió a sujetar con firmeza de la cintura.
—Problemas en el paraíso, ¿eh? —Dijo Lusian, jactándose y me levantó, ayudándome a salir de la alberca.
Me cubrí con la toalla rosa que descansaba en una de las tumbonas, porque aunque estaba bastante cálido el día, el aire fresco me caló en la piel, por el agua que cubría mi cuerpo.
Entonces me acerqué a Joshua y lo saludé con un beso en la mejilla, arrugando mi frente.
Me saludó, pero lo sentí distante... como si le hubiese molestado que le diera aquel beso.
Se me cayó el corazón al estómago.
Lusian, que salió detrás de mí de la alberca, besó la cima de mi cabeza.
—Creo que necesitas más cervezas —dijo, me besó en los labios y nos dejó a Josh y a mí a solas.
—¿Qué ocurre? — le pregunté a Joshua, sentándome a su lado, deseando no importunarlo o hacerlo sentir incómodo. —Pensé que no te molestaba ya que Lu y yo estuviéramos juntos... —murmuré con tristeza, alejándome unos centímetros de Joshua, aunque mis manos y brazos picaban por abrazarlo y quería que él hiciera lo mismo.
—Nunca había visto a Lusian así... tan vivo. Es extraño verlos de ese modo, creo que me costará trabajo acostumbrarme, pero no me molesta. De todos modos, ¿cambiaría algo si me molestara? —me preguntó, girando su rostro hacia mí, con una pequeña sonrisa en sus labios, sonrisa que no arrugaba la comisura de sus ojos.
—Supongo... lo dejaríamos de hacer enfrente de ti. Creo. ¿Es por eso que estás así? No pareces muy contento de verme y me está asustando.
Sin importarme, tomé su mano con gentileza y eso hizo que levantara su mirada. Se quedó en silencio por un par de segundos y entonces, para mi sorpresa, me abrazó, recargando su barbilla en mi hombro.
Noté como su cuerpo dejó a un lado la tensión que estaba aguantando cuando lo abracé en reciprocidad y recargué mi mejilla en su cabeza, cerrando los ojos.
No estaba molesto conmigo, aparentemente, pero había algo que le estaba molestando y una vocecita muy imprudente en mi cabeza, me susurró algo completamente fuera de lugar.
¿Joshua quizá estaba celoso?
La duda se disipó cuando me besó en la mejilla y en la frente, como lo hizo tantas veces en el pasado y sonrió dulcemente, mostrándome en sus ojos las finas arrugas que los achicaban cuando las emociones llegaban hasta ellos.
—Me estás asustando, ¿sabes? Creí que estabas celoso o algo...
—¿Qué? No, por dios no. Te voy a amar siempre, pequeña, pero no de ese modo —me aseguró apremiantemente. Pero su expresión volvió a ensombrecerse. —Eso me preocupa. Emily... Em no sabe cómo manejar esto.
—¿A qué te refieres? —pregunté por mero requisito verbal, porque la respuesta estaba ahí, casi palpable.
No era una cosa, más bien era una persona a la que no sabía cómo manejar Emily. Yo. Lo sabía, pero como regla de comunicación y respeto, debía preguntar antes de soltar mis conjeturas. Una prueba de mi madurez.
—Cuando decidí que quería estar con ella le conté todo acerca de ti y de lo mucho que significas para mí. Pero eras un fantasma del pasado y estábamos viviendo el presente... quería un buen presente —se aclaró la garganta y giró su cuerpo, quedando de frente a mí, sosteniendo mi mirada —Ninguno de los dos creíamos que volverías. Alexa, creí que no iba a volver a verte nunca más. Y ahora estás aquí y ella no sabe qué hacer con eso.
Me sobrecogió ver una lágrima deslizarse por su mejilla y no pude evitar que en mi garganta se enredara una rama llena de espinas, cortándome el paso del aire, generando lágrimas en mis ojos. Escuchar el dolor en su confesión me dejó en estado de shock, porque no, nunca pensé en el daño que hacía al irme así.
No sabía qué decirle ni qué hacer con esa situación, lo único que sabía que estaba en mis manos, era pedir cuantas veces fueran necesarias disculpas por el sufrimiento que causé. Y aunque me costara admitirlo, yo había vuelto esperando que se sintiera igual, pero no podía ser así y por lo tanto, no podíamos seguir viéndonos como dos hermanos, porque no lo éramos y aunque en nuestros corazones así se sentía, la gente al exterior de nuestra historia no podría llegar a comprender jamás lo que él y yo teníamos...
—Perdóname —le pedí sosteniendo sus dos manos con fuerza— Me sentía perdida y quería ser yo. Quería encontrarme y dejar de ser la pobre huérfana, la amiga de Joshua, la amiga de Lusian... la protegida de los Bennett y los Parker, necesitaba mi propia identidad. Sabía que si me quedaba nunca encontraría lo que estaba buscando... no pensé —dije y solté una de sus manos para limpiar la lagrima que se me escapó.
—No, no pensaste... —me secundó—. Olvidaste que pasara lo que pasara yo estaría contigo.
—Pero Joshua, cuando despertaste empezaste a insistir en que regresáramos... y todo había cambiado. Y tenía muy rota el alma...
—Lo sé, ese bastardo... Fue mi error, pero pudimos haber encontrado una forma juntos. Tal vez sí, debías irte, pero no así, como si te hubiera tragado la tierra. Y es que ahora estás aquí y es sorprendente que siga amándote.