Su mirada se ensombrece más y continúa tomándole atención a aquella mujer.
Poco después ella se despide y por inercia vuelve su mirada hacia la mesa en donde todos estamos, nos mira a cada uno, pero se detiene un par de segundos más en Cris y se marcha.
Pasaron los minutos, Omar y Cris como siempre debatiendo entre ellos, Tony y yo solo comemos mientras pensamos en lo absurdas que son sus peleas.
Una campana a la cual ya empiezo a odiar suena, es nuestra última clase y es de Artes.
Tony se va, Cris igual pero yo tengo la suerte de ir con Omar… ¿Sarcasmo? Solo un poco.
—Puedes fingir que te hace feliz que seamos compañeros de clase—dice mientras subimos las gradas.
—Tenemos 3 clases juntos en toda la semana, tres clases en las cuales aprecio tu presencia pero que me preguntes cómo va mi supuesto “amorío” con el… maestro—susurro lo último— y con Kiel no me hace sentir cómoda.
—Solo te diré que espero que lo último no se haya escuchado demasiado alto porque una persona alta, hermosas cejas y ojos azules se dirige hacia nosotros.
Sorprendida me doy la vuelta y ahí está él.
Un poco diferente pues su cabello ya estaba más corto, pero sus ojos… sus ojos seguían teniendo el mar en ellos.
—Te la robo un momento sí.
Toma uno de mis brazos y me jala levemente.
—¡Toda una vida si quieres!
Sí, ese era Omar.
Estábamos en el segundo piso y nos faltaban dos más para llegar al mío.
Entramos a un salón que tenía botes de pintura y brochas en el suelo, las paredes tenían dibujos que parecían haber sido hechos por niños, era un salón que estaba abandonado.
Kiel descuelga su mochila y saca algo.
—Ten—extiende aquella carpeta azul que necesitaría hoy pero como soy tan despistada no me había dado cuenta hasta ahora.
—No crees que hubiera sido mejor dármelo como cualquier persona normal lo haría, en clase.
—Si me ven contigo pensarán mal—hace una mueca rara.
—Eso no se vería nada mal, eso sería un estudiante normal le devuelve una carpeta prestada a otro estudiante, pero esto—digo señalando el salón vacío y lejos de los otros—se ve mal.
—Hablas mucho.
—De nada—digo mientras meto mi carpeta en mi mochila.
—¿De nada?
—Sí, quiero pensar que tu “Hablas mucho” es un “Gracias por prestarme tu carpeta Terry eres un sol”.
Digo y sin esperar respuesta alguna suya salgo de allí, pero como el destino es drástico el me alcanza en las gradas a punto de llegar al final.
—No eres un sol.
—Es solo un decir genio.
—Amm, igual… gracias.
No puedo esconder mi sonrisa pues es gracioso ver cómo le cuesta tanto decir esa palabra.
—¿Gracias qué? —pregunto intentando que él diga mi nombre, ¿Ya dije lo bien que se escucha que él lo diga?
—No tientes tu suerte Terry. —lo dice con una sonrisa a la cual estaría gustosa en ver todos los días…
—Sabes, ahora mismo estoy pensando que ese “Gracias” era para alguien más, quizás para
—Terry, gracias por no dejar que este humilde ser se consuma en su ignorancia y pueda ser partícipe de la lluvia de aprendizaje la cual me había perdido en los días anteriores. ¿Felíz?
—Dramático.
—Parlanchina.
—No te diré que no es verdad porque sí tienes razón.
Él se queda callado y baja su cabeza un poco mientras subimos las últimas gradas del cuarto piso. El momento se pone algo tenso así que decido romper el silencio.
—¿Dije algo malo? —pregunto dudosa.
—No… solo siento que ya hablamos demaciado.
—Solo tuvimos una charla corta y normal.
—No me comunico mucho con las personas—trona sus dedos em señal de nerviosismo— muchas veces llega a se tedioso.
—¿Y? No hay nada malo en ello, eso no te hace ni buena ni mala persona, todos tenemos un carácter distinto ¿Te imaginas un mundo donde todos pensemos de la misma manera? Sería taaan aburrido.
—Un mundo sin personas como Terry… no lo veo posible, aunque las personas parlanchinas me estresan, me harían un gran favor si...
—Un mundo donde todos sean como Kiel…—demasiada perfección y arrogancia diría yo.
—Sería un mundo totalmente peligroso—esto lo susurra en mi odio luego me agarra de ambos hombros me da la vuela para que lo mire —si nos ven entrar juntos pensarán mal, así que aplicaremos lo que dice mi padre “Primero las damas” —sin dejar que yo responda algo me da la vuelta nuevamente y toca la puerta del salón.
Escucho un pase, del profesor Marco, miro hacía atrás buscando a Kiel pero él está caminando lejos de mí ahora.
Se da la vuelta y me indica que en cinco minutos él entrará.
Entro al salón y me doy cuenta que recién están llegando, después de todo Kiel no llegará tan tarde.
Y así como él lo dijo, cinco minutos después Kiel está sentado en un pupitre al lado mío y empieza la clase.
Al terminar la última clase, estoy caminado con un Omar el doble de preguntón que antes.
—¿Qué te cuesta decirme que tan bien besa en grandioso Kiel Ritter Blache?
—Ritter qué?
—Ese es su apellido, ¿no te ha dado la mínima curiosidad en buscarlo en Google?
—La verdad no, una porque no tengo un teléfono celular y otra porque… no lo se, no pensé que fuera tan importante buscar en google a una persona con la cual solo e hablado una ves—miento.
—Buen punto, pero yo seré esta ves tu Google, bueno la que lo investigó fue Cristhen así que agradécele a ella.
—En estos momentos no se si asustarme o sentirme emocionada.
Terminamos de salir del edificio y nos dirigimos a la secundaria a recoger algunos libros que necesitamos llevar para hacer algunas tareas pendientes.
—¡Tranquila, lo que estás apunto de saber es lo que todos aquí sabemos, saber eso en esta escuela es como cultura general!
—Te veo muy emocionado así que habla—digo cerrando mi casillero y empezando a caminar.
—Bien—saca su celular y empieza a hablar— Kiel B. Ritter Blache hijo único del grandioso empresario Thomas Ritter S. y la que fue una reconocida reportera Tamara Blache D.
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Editado: 13.06.2021