Después de pasar el resto de la tarde en Central Park, a eso de las ocho de la noche, nos dio tanta hambre que nos fuimos a un restaurante italiano que encontramos caminando. Entramos al establecimiento y pedimos lo mejor de la carta y nos sirvieron el plato más apetitivo del mundo mundial.
Suelto una carcajada – O si ¿Quién habla de modales?
Terminando pedimos al mesero que le lleve las felicitaciones al chef porque realmente se lució con la cena.
Antes de venir aquí, tuve una cámara fotográfica profesional que me compre con el trabajo que hacía en el albergue; cuando me entere que me iba, le dije a una niña llamada Ruth que cuidara la cámara por mí ya que cada vez que me veía con el artefacto se sentía emocionada de poder aprender a manejarlo. Sabía que estaba en buenas manos.
Volviendo al presente, Julián sabe de lista secreta, y obviamente yo sé que él tiene una. Como dije, lo sabemos todo, absolutamente todo de nosotros.
Salimos del establecimiento y juntos vamos a varios centros comerciales de Manhattan preguntando cámaras hasta que encontramos las indicada en la tienda número 43. Alegremente ambos lo compramos y nos retiramos de la tienda.
Como niños de diez años, corremos y nos compramos dos álbumes, y una gran cantidad de papel fotográfico.
Sonrió a la cámara y el flash me ciega por un momento.
Tomo la cámara con las manos y la coloco en posición. Sin previo aviso. Click. Una foto.
Corremos así por unos cinco metros, hasta que al fin me atrapa y me agarra la cintura con ambos brazos.
Estamos muy cerca, demasiado cerca para ser exacto. Me siento nerviosa, pero ¿Por qué estarlo? Él es mi mejor amigo y claramente yo no le gusto. Se inclina y en susurro me dice:
…
Era como un ritual que yo me quedara en el apartamento de Julián si nos pasábamos más de la medianoche; creo que eso inicio desde que iniciamos nuestra amistad en España y ayer estábamos hasta casi la una de la madrugada haciendo fotografías tontas y divertidas.
Julián, como todo un caballero me pidió si me quería quedar en su apartamento, lo cual era absurdo porque sabía perfectamente que iba a quedarme. Pero no, el señorito prefirió preguntarme una vez más. Tiene dos grandes habitaciones que según él uno es para “invitados ocasionales” y el otro es suyo.
A la mañana siguiente me mire en el espejo que tenía en mi habitación. Nunca me considere la persona más linda del mundo, tampoco la que tiene un cuerpo de infarto y con curvas de carretera y unas piernas de modelo de Victoria Secret. Simplemente son una chica del montón que no busca la aprobación ni la atención de nadie.
Siempre les comenté a mis padres que me sentía fuera lugar en mi pequeño entorno. Supongo que inicio cuando mis padres decidieron separarse cuando tenía solo ocho años y a la vez, en la escuela empezaron a hacerme bullying por ser pequeña e indefensa.
Nunca dije nada e hice nada al respecto porque sentía que era verdad lo que me decían. Me llevaron a varios psicólogos y trataron de hacer de mí una persona más sociable; lamentablemente no pude superar el problema y me quedé en una persona introvertida.
Lo bueno de esto, es que mis padres terminaron siendo amigos (raro, lo sé) y ambos realizaron sus vidas a lado de las personas que en realidad aman y no podría estar más que contenta.