Siete encuentros para entender

Capítulo 20.

Quizás Cristi habría llorado por su completa mala suerte con los hombres, pero no tenía tiempo para eso. Tenía un reportaje sin terminar, una entrevista sin editar, un examen que aprobar y un extraño cambio en su amiga. Si los dos primeros avanzaban lentamente, los otros dos eran demasiado difíciles de resolver en un día.

Al día siguiente, Cristi se sentó en la biblioteca tratando de poner todo el conocimiento del derecho internacional en su cabeza. No tenía idea de por qué necesitaba conocer todos estos postulados, porque incluso su padre tenía unos abogados, que se ocupaban de los problemas en la revista, pero era inútil discutir con el decano, lo que significaba que tenía que sentarse y chapar.

Por la noche, pasó por la tienda, compró una botella de vino y una caja de bombones, y fue a la casa de su amiga. Era necesario comprobar, que no había traído a nadie más esta “alma solidaria”.

Misi estaba encantada con su llegada, pero también notó que algo andaba mal con Cristi. Ella le contó sobre la entrevista con Lex Norton y el hecho de que resultó ser ese brutal demonio de Londres.

– No te preocupes. Quizás todavía lo sea tu destino. – dijo Misi, abrazándola.

– ¡Yo no estoy molesta! – Cristi se levantó de un salto. – No soy una niña pequeña, entiendo, que esos hombres tienen mujeres, como un perro callejero tiene pulgas. Al menos Lex me regalo una noche inolvidable y el articulo será genial. Cuando salga, te daré la revista, por lo menos mirarás a un hombre de verdad, un semental de pura cepa.

– Gor también es muy hermoso, – dijo su amiga.

– Bueno, sí, claro, – respondió Cristi. – No se trata de belleza, sino de ser hombre. De modo que te apriete contra su pecho para que crujan todas tus costillas, para que te bese hasta que te asfixies. Aunque ¿para qué digo estas tonterías? No, ese semental no es para mí. Por tanto, no hablaremos más de él.

– Entonces, me gustaría pedirte un favor, – dijo Misi.

– ¿Necesitas dinero de nuevo? ¿Por qué me lo devuelves? Te lo dije mil veces.

– No, necesito ayuda para Gor. Perdió la memoria y podrías publicar un mensaje sobre él y una foto. ¡A lo mejor alguien lo reconoce!

– ¿What? ¿Hablas en serio?

– Por supuesto, hablo en serio, ya sabes, él no se parece a un vagabundo cualquiera, es educado, habla como un locutor de la radio. – Trató de explicar Misi, – y también su cuerpo, completamente sin llagas, no como los demás mendigos. Los vi en el hospital.

– ¿Cuándo lograste estudiar su cuerpo? – sonrió Cristi.

– No importa, – Misi se sonrojó. – ¿Podrías escribir sobre él en tus páginas de redes sociales?

– Sí, puedo escribir, pero necesito hablar con él primero, porque, tal vez, se está escondiendo de alguien a propósito, y te cuenta cuentos chinos, – dijo Cristi.

– No, él no es así, – respondió la chica con firmeza.

Su confianza en un vagabundo asustó mucho a Cristi. Si no hubiera conocido a Misi durante cinco años, habría pensado que realmente se enamorara de él.

– Está bien, te ayudaré, pero ¿cómo puedo reunirme con él?

– Cuando venga, te llamaré, – respondió Misi.

Por la mañana fue a la oficina editorial para escribir tranquilamente un informe sobre Lex. Quería ser objetiva, pero no funcionó bien. Al principio pensó en escribir sobre él, como una persona con sus miedos, hábitos y sueños incumplidos, pero no encontraba las palabras, el disgusto, que sentía por él, le impedía pensar sin prejuicios. Como resultado, se centró solo en sus actividades profesionales y perspectivas laborales.

Cuando el informe estuvo listo, su padre lo miró, hizo un par de comentarios, agregó algo propio, basado en las notas, que hizo Cristi, cuando hablaba con Lex y dijo:

– ¿Puedes llevarle este articulo a Norton para que lo lea y apruebe?

– No, papá, no puedo. Tengo que estudiar para el examen mañana con el "monstruo del derecho", – mintió Cristi, porque no tenía ganas de volver a ver a Lex.

– Bien, entonces prepárate mejor el examen.

Pero además del examen, tenía otra cita con el solicitante número dos para su reportaje de citas por internet esta noche. De nuevo se preparó cuidadosamente para la reunión.

"Da igual, cuánto tiempo te preparas para la cita, pero en realidad todo será muy triste", – pensó al ver el segundo conejillo de indias.

Su nombre era Benjamín, la foto en su perfil que él publicó no era suya, porque no tenía nada que ver con un morenazo fuerte. Benjamín, por decirlo suavemente, resultó ser un joven muy asustado que se sacudía bruscamente con cada sonido fuerte. Durante la cena, por miedo, logró echar pan, unos trozos de pollo y queso al suelo. Al mismo tiempo, logró derramar jugo de tomate no solo en el mantel, sino también en el nuevo traje de Cristi. Y para el colmo intentó ayudarla a limpiarse.

Estaba tropezando cuando hablaba de sí mismo, sonrojándose y arrugando la frente. Tenía veintitrés años, trabajaba en una empresa de construcción, como manager junior. En esto no mintió, pero sus intereses eran solo el ajedrez y las películas de terror. "Quizás por eso está tan asustado", – pensó Cristi y sonrió.

– Me gustaría ... esta ... tener una relación seria contigo, – susurró Benjamín.

 ¡Por Dios! no querría un marido así. Tendría que ir a buscarle del trabajo, si de repente se demoraba diez minutos más. Cristi respiró hondo y apretó los dientes con fuerza para no decir demasiado.

– Entiende, Benjamín, eres muy buena persona, pero yo estoy buscando a alguien diferente, – respondió y se levantó de la mesa, sin notar que estaba comparando a Benjamín con Lex. – No te preocupes, yo pagaré mi parte.

– No, yo mismo, te invité … debería pagar, – en ese momento incluso le pareció que la voz del chico recobró la fuerza. – Es una pena que no lo logramos. Eres muy ... esto ... hermosa.

– Quieres un consejo amistoso, deja de ver películas de terror, lee más clásicos. – dijo ella y todavía pidió a pagar la mitad de la cuenta.



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En el texto hay: amor y odio maltentendidos, confuciones

Editado: 26.09.2021

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