Orgullo abre los ojos al sentir el calor del sol de la mañana en su rostro, ¿en qué momento se había vuelto a dormir? Debían ser las nueve de la mañana como mínimo, después de todo si pudo descansar, se había sentido incapaz de dormir, pero perece que en algún momento tuvo que acudir a él el sueño y vencerlo, se sentó y movió la cabeza hacia los lados tronando su cuello, luego estiró sus brazos, cuando se sintió lo suficiente despierto como para pararse, se puso a estirar las piernas y a trotar, para despertar sus músculos y calentar, dentro de poco iban a empezar a subir la montaña, no planeaba doblarse el pie y ser incapaz de pelear cuando llegaran a la cima.
—¿Quién está haciendo ruido? –pregunta Pereza despertando sentándose.
¡Señor, la belleza de ese hombre era imposible! Con bucles de cabello rubio plata desordenados y alborotados, sus ojos celestes apenas asomando entre sus párpados, con la tenue luz, el canto de los pájaros y los árboles y flores rodeándolo, parecía un hada. Orgullo se rio ante el pensamiento, o sí, Pereza tenía una belleza etérea. Sí Lujuria era sensual, Pereza era hermoso.
–Deja de verme, me das asco.
—Pareces un hada entre tanta naturaleza, creo que podemos mandarte como el dios del bosque y engañarles –menciona aun medio dormida Gula mientras los observa. –Me parece un buen plan, oigan tengo hambre, ¿traemos comida?
Pereza decide ignorar los comentarios de su apariencia.
—No, las provisiones quedaron en la camioneta y Alexandría sólo nos transportó a nosotros y nuestras armas –responde al fin Pereza y Gula gruñe en frustración–. Tendremos que buscar comida antes de partir, sabes que Gula no puede sobrevivir sin comida al menos cada dos horas.
—Si viajas con compañía siempre habrá comida. —dice en broma Gula... Espero que sea broma.
—Sí, comprendo. –murmura Orgullo ignorando el tenebroso comentario sobre comerse unos a otros.
Orgullo quería empezar el viaje ya, siendo un ex soldado romano estaba acostumbrado a pasar hambruna y no le molestaba, podía luchar como un demonio aun cuando no hubiese ingerido mucha comida en días, pero Gula tenía un demonio que alimentar, así que era comprensible.
—¿Puedes levantarte?
Gula sonrió y negó suavemente, sonrojándose un poco, sus cabellos combinando con sus mejillas.
—No puedo ingerir comida mientras duermo, así que en las mañanas mi energía es limitada, por eso siempre mantengo comida en mi gaveta a la par de la cama. –murmuró apenada, sus orbes grises evitando ver a cualquiera de los dos guerreros.
—Yo puedo ir por ti. —respondió rápidamente Pereza, a pesar que todavía debían hacerle falta unas cuantas horas de sueño y sin ellas nos iba a poner en coma a todos. Oh, no.
—¡Oh, callen! Iré yo, vuelvan a dormir. Regresaré pronto –Orgullo mencionó mientras empezaba a trotar de nuevo–. De igual manera yo ya estoy listo y despierto.
Sin más, Orgullo se adentró en el bosque, cada cierto tiempo se arrodillaba para buscar nueces, tomaba hojas que creía eran comestible, algunas bayas que colgaban de las plantas y si bien quería cazar uno que otro venado que se cruzaba en su camino, no tenían tiempo para cocinar y se podían arriesgar a que los guardianes viesen el fuego y los encontraran, no es que no pudiesen con ellos, pero querían tener el factor sorpresa de su lado.
Cuando creyó que la cantidad de bayas, nueces y hojas eran suficientes, empezó a preguntarse por donde había venido. Genial, ahora estaba perdido en el bosque. Se maldijo internamente, él era un soldado, sí, pero nunca había luchado o paseado por un bosque, los bosques y montañas no eran su fuerte.
Bien, intentemos por donde creo que están mis pasos y avancemos. Entre más pasaba el tiempo y más se adentraba en el bosque más se preguntaba si había tomado una buena decisión, no recordaba haber visto aquellos árboles, pero siendo sincero, él no sería capaz de recordar los árboles, se había centrado en buscar nueces y bayas, no en los benditos árboles, era un imbécil.
Orgullo se quedó quieto cuando escuchó una rama crujir y no fue él la causa, luego la conversación animada de lo que parecían cinco hombres. Genial, él no había traído sus armas.
Cuidando de no pisar ninguna rama y mantenerse oculto se acercó lo suficiente para observarlos atentamente; Todos llevaban rifles, parecían ser jóvenes en sus treinta y si bien no eran musculosos como él o como la mayoría de los guardianes, se notaba que serían fuertes y agiles en combate cuerpo a cuerpo, no parecían alerta. Quizás eran cazadores y sólo buscaban las cabezas de venados y no las cabezas de sus amigos y él.
Aunque la posibilidad de que los guardianes pusieran pequeños grupos de vigilantes en alrededor de la montaña tendría sentido, no podían ser tan descuidados, pues, habían secuestrado a tres de sus compañeros, era obvio que los demonios iban a venir a recuperarlos.
“Bien, sólo hay una manera de saberlo. Dejó las provisiones en el suelo y se preparó con excitación y adrenalina recorriéndole las venas. Oh, se iba a divertir tanto si eran guardianes.”
Orgullo saltó con impulso hacía los hombres quienes se alejaron con rapidez al verlo en los aires, a excepción del que estaba de espaldas a él.
“Te tengo.”
Tomándolo del cuello con un poco de delicadeza en caso de que fuera un civil y no un guardián, esperó las reacciones de todos, hubo unos momentos de silencio, hasta que uno de los hombres maldijo murmurando “demonio”, preparándose para apuntarle y esa fue toda la respuesta que Orgullo necesitó.