Siete vidas y un destino:
Macarena Brittos © 2016
ISBN: 978-9974-91-403-2
República Oriental del Uruguay.
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AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a mis padres por su apoyo incondicional durante todos estos años. A mis hijos Thiago y Tahíza por las alegrías compartidas y la paciencia durante mis locas horas escribiendo. A mi hermana Magaly y su familia por su cariño y respaldo emocional. A mi hermano Luciano por sus críticas constructivas. A mis nietos Santiago y Sol Maite por motivarme con nuevas esperanza. A mis maestros espirituales y terrenales que me enseñaron a luchar por mi vida y por mis sueños…
Macarena Brittos
ÍNDICE
ÍNDICE.. 3
Capítulo 1. 4
La “Casona Grande”. 4
Capítulo 2. 14
El poder del miedo. 14
Capítulo 3. 22
El pacto con lo oculto. 22
Cayetano y su función como hijo del Brujo. 37
El mundo espiritual paralelo a la “Casona Grande”. 45
Capítulo 6. 52
La manipulación por hechizos del destino. 52
Capítulo 7. 60
El poder de las influencias espirituales. 60
El peligro del autocastigo. 66
Capítulo 9. 71
Dana observa su cuerpo en coma desde su espíritu. 71
Capítulo 10. 80
El adulterio y la culpa. 80
Capítulo 11. 89
Los sufrimientos del brujo hechicero. 89
Capítulo 12. 99
Ángel, un mentor de la luz. 99
Capítulo 13. 107
El alcance del hechizo en las vidas. 107
Capítulo 14. 115
El amor cambiando los caminos. 115
Capítulo 15. 125
Tiempo de renacer. 125
Capítulo 1
La “Casona Grande”
Amanecía en el año mil ochocientos cincuenta y uno, en esas tierras abundantes de soledad, ubicadas al noroeste del Rio Negro en la República Oriental del Uruguay, allí repercutían las consecuencias sobre la campaña de la llamada “Guerra Grande”; una guerra que duró trece años y casi diez en territorio Oriental, acentuando la pobreza en los sectores populares, especialmente en el medio rural.
En esos momentos el Uruguay inició una etapa de verdadera autonomía respecto a sus países limítrofes. La garra charrúa se quitó los colores políticos y apostaron todos unidos por un mejor país, previendo el peligro de quedar bajo la tutela del Brasil y que le confiscaran las tierras. Dentro de estas escenas de tiempo comienza esta historia.
Como ‘Villa Ceballos’ se conocía en aquel entonces la actual ciudad de Rivera del Uruguay. Esta no era más que un conglomerado de proyectos de una ciudad nacida entre pantanos, donde se intentaba colocar los límites entre Uruguay y Brasil con marcos gigantes de ladrillos, acordándose de esa forma la demarcación de las fronteras entre el inmenso campo que se fundía con el cielo, rodeado de pitangas, coronillas, sauce criollo y del Ombú, que era el rey de los árboles por su suntuosidad escultural. Todos ellos poseían el follaje perfecto para los nidos de pájaros como el zorzal y el churrinche, también permitían un entorno apacible y doméstico para el trabajo, donde se tallaba el surco con las manos y cada uno sacaba con esfuerzo su sustento de la misma tierra. Era una época difícil, con los inconvenientes de un campo golpeado por la “Guerra Grande” De igual forma a sus lugareños siempre se les observaba una sonrisa en sus rostros, una amistad más allá de los lazos de sangres y más que nada una felicidad propia de ubicar la felicidad en el amor de la familia.
En ese lugar, durante una tarde tranquila, nació Pedro Torres, primogénito de Don Francisco Torres, el amo de gran parte de esas tierras, quien festejó la llegada de su hijo con una vaquillona a la brasa y para completar el manjar entre todos los gauchos que mostraban sus bríos de los Indios Charrúas en sus venas, y en las parrillas había muchos huevos de toros entre las cenizas. Esas tradiciones eran propias del campo y de esa raza. Obvio que el mate era una tradición infaltable y digna de esas personas.