Adara
Ahí estábamos, en una oscura habitación en quién sabe dónde. Sin comida, sin agua, sin nada. Estas son las consecuencias de mis actos. ¿Quién me culparía, quién se atrevería a decir que no haría lo mismo?
Lo intenté, muchas veces, intenté salir de este lugar. Cada día, cada noche, intentaba salir, buscaba escapar sin ser vista. Todos mis intentos fallaron, una y otra vez lo intenté pero fallé en todas. Aprendí a defenderme, aprendí a golpear a alguien. Los días que estuve encerrada me sirvieron para practicar, Emily me enseñó todo lo que sabía, me sorprendió pero no pregunté.
―Adara ―susurra Emily―. Tengo algo que confesarte.
―Dime ―volteo a mirarla.
―Te mentí ―confiesa―. David no es mi novio, ni siquiera me gusta. Lo conocí por ahí y lo contraté para que fingiera ser mi novio.
―¿Quién? ―intento recordar el nombre.
―El chico con el que fui a la fiesta de Luzbel, el chico con el que fui al baile ―me recuerda.
―Oh...él ―recuerdo su nombre y su cara―. ¿Por qué fingiste?
―Yo... ―cierra los ojos―. Cuando fui a la ciudad me fue muy mal, todo era un desastre. Tampoco lo intenté mucho que digamos pero lo que pasé fue suficiente para ya no querer intentarlo ―susurra―. Un chico ―sonríe―. Me ayudó, me dio trabajo y me dio todo lo que podía pedir. Él se convirtió en mi hogar, en mi familia
―Eso es hermoso ―sonrío y tomo su mano―. ¿En qué trabajabas?
―No estoy muy orgullosa de eso ―baja la cabeza- Pero era todo lo que necesitaba, aprendí a defenderme, aprendí que el mundo es un lugar lleno de ratas. Trabajaba junto a Paul, éramos los dos contra todo. Hace poco descubrí que trabajaba para el padre de Luzbel.
―Llevabas 5 años en la ciudad- la miro confundida- Y no sabías para quién trabajabas
―Paul no me dejaba, él estaba ahí metido y me mantenía a salvo a mí ―muerde su labio, intentando no llorar―. Me enojé con él, discutimos por eso. Mi trabajo era volver y él lo ocultó, me enojé y acepté el trabajo. Ni siquiera pude despedirme y ahora no sé si volveré a verlo
―Lo harás, Em ―la abrazo, ella llora en mi pecho―. Te prometo que volverás a verlo, todos estaremos juntos y cada domingo haremos un almuerzo para nosotros, tú me visitarás seguido y él será amigo de Luzbel.
―Lo extraño mucho, nunca me alejé tanto de casa ―lloriquea.
―Esta es tu casa ―le digo.
―No ―grita―. Él es mi casa, él es mi hogar.
Viernes, 8:00PM...
―Em...―susurro―. ¿Quieres hablarme sobre Paul?
―Me gustaría ―a pesar de la oscuridad, puedo ver su sonrisa―. Él era...
"Él era una de esas personas que te sacaban un sonrisa a toda costa, todas las mañanas me preparaba mi desayuno preferido, me sacaba a correr por la playa. Todas las noches se quedaba despierto hasta que yo me durmiera"
―¿Eran algo más que amigos? ―pregunto.
―El título no era necesario ―responde―. Éramos todo, éramos perfectos juntos.
―Eso es hermoso, Em ―froto su hombro.
―"Él era todo lo que pude desear, se volvió todo para mí y yo era todo para él. Me contó que de pequeño quería ser profesor, míralo ahora...un criminal experto, aún no sabe manejar bicicleta pero ya casi lo logra, le estuve enseñando. Él me enseñaba a cocinar, no es lo mío pero lo intenté por él"
―Lo quieres mucho ―le digo.
―No tienes ni la menor idea ―me responde.
―Bueno, llevan sin incluirme en su conversación toda la noche ―interrumpe Mar―. ¿Cuántos días llevamos aquí?
―3 ―respondo.
―¿Cuántas veces hemos intentado escapar de la casa y de la celda? ―pregunta nuevamente.
―De la casa, 8. De la celda, 3 ―le recuerdo.
―Jason va a enloquecer cuando llegue ―opina Mar.
―Ya quiero ver eso ―agrego.
Jason
Viernes, 9:00PM...
―Bueno... ―tomo asiento frente a mis hombres- He estado fuera de casa por unos días...y cuando vuelvo... Veo esto ―acerco a Adara del brazo―. Mi linda y delicada esposa...golpeada. Les di órdenes específicas de mantenerla a salvo.
―Intentaba escapar ―se defiende un hombre.
―Sí, bueno... ―la miro―. Ella es muy traviesa.
―Se resistieron ―habla otro hombre―. Era la única forma de llevarla a su habitación.
―Por favor... Ustedes miden, qué, dos metros ―suelto a Adara―. Pudieron tomarla de los brazos y llevarla a una habitación, no a una maldita celda. Es mi esposa, nadie que le haga daño sale con vida de este cuarto.
―Eso te incluye ―se revela un hombre.
―Muy gracioso ―saco mi arma y le disparo a cada uno de los hombres, sin parpadear―. Llévatelos de aquí ―ordeno―. No quiero que este cuarto apeste.
―No quiero estar aquí ―susurra Adara, en un rincón.
―Oh...tesoro ―tomo su rostro―. No volverán a hacerte daño ―beso su frente―. Puedes ir a descansar. Asegúrense de que se quede en su habitación, llévenle comida ―ordeno―. Esta noche será muy divertida...
―Jason ―Adara me llama antes de irse―. Hoy vendrá Luzbel, y acabará contigo.
―Ya lo veremos ―susurro.
Era el día, por fin. Mataría al único hombre que ocupa el corazón de Adara. Ella sería por fin, toda mía, se olvidaría del perdedor de Luzbel y solo me verá a mí. Busco a mi mano derecha.
―Bienvenido a casa, jefe ―me saluda.
―¿Están todos listos? ―pregunto.
―Todos los hombres están alrededor de la casa ―asegura.
―Sáquenlos de ahí ―ordeno―. Quiero que piensen que no hay nadie, solo dejan a unos 7 hombres afuera, serán carnada.
―Entendido ―asiente―. Los nuevos se quedarán afuera, con órdenes de no disparar. El resto de hombres se ocultarán en la casa.
―No, quiero una pelea justa ―pido―. Solo déjame 12 hombres adentro, el resto los quiero lejos.
―Entendido señor ―se va.
―Luzbel suplicará piedad, suplicará morir.