Simple cliché

Capítulo 3

Su vida era aburrida y monótona llena de rutinas, como vivir en una burbuja. Últimamente su vida estaba siendo una montaña rusa de emociones, a ella no le gustaba sentir. Nada mejor para iniciar la semana y relajarse un poco que visitar la biblioteca de la escuela, mala idea. Al entrar en la biblioteca lo primero con lo que se toparon sus ojos fue con una chica rubia, bastó con ver su cabello y el suéter que llevaba puesto, los escalofríos que recorrieron su cuerpo se lo confirmaron todo, era ella. Por fin conoció su rostro de frente, sus ojos eran verdes y su cara redonda. La chica miraba su celular y sonreía, entonces la mente de Sam se transportó al salón de clases donde un apuesto chico seguramente también miraba su celular con la misma sonrisa pintada en la cara. Samantha no soportaba eso, se alejó corriendo del lugar, sus ojo se llenaron de lagrimas, estaba segura de que era ella. Cuando iba por la mitad del pasillo alguien la tomó del brazo e hizo que se detuviera, Sam no quería ver a nadie y no quería que la vieran llorar. Al darse la vuelta se topó con los ojos ámbar de Zair, por la luz del amanecer que se filtraba en el pasillo sus ojos se veían más brillantes de lo normal. Permanecieron mirándose unos segundos, Samantha se sonrojó y agachó la mirada, había comenzado a llorar, Zair no dijo ni una sola palabra, solo se quedó ahí dejando que Sam recargara su cabeza en su pecho y llorara silenciosamente. Cuando por fin se calmó el chico no hizo ni una sola pregunta, la acompañó primero al baño para que pudiera lavarse la cara y luego fueron juntos al salón.

Los pasillos de la escuela parecían no tener nada mejor de que hablar, todo ahí era sobre Dani y su nueva y perfecta novia Abigail. Es cierto que a veces los adolescentes podían parecerle tontos a Sam pero tenía que aceptar que cuando se trataba de rumores eran muy observadores. No faltaba quien notara muy triste a Sam últimamente y dedujera de inmediato la razón. Muchos le hacían preguntas sobre el tema e intentaban ayudar a levantarle los animos, no es que fuera muy común verla animada pero se veía mas hundida de lo normal. Un dia dos chicas se acercaron a ella, como todas las chicas en su salón se veían bastante bien, vestían ropa bonita seguramente de marca y lucían un maquillaje perfecto y natural con cabelleras sedosas y perfectamente cepilladas. No era normal que dos chicas así se acercaran a Sam a menos que fueran a pedirle algún favor, no estaba de humor para hacer favores. Una de ellas habló

-Hola Sam ¿Cómo estás?- Seguramente era lo más hipócrita que había escuchado en lo que iba del mes, solo quería que se fueran y la dejaran en paz.

-Estoy bien, gracias- respondió Samantha con un todo cero gentil, pero a las chicas no le importó, no iban a irse sin obtener lo querían.

-Sabemos que es un tema delicado pero realmente nos morimos de curiosidad, te gusta Dani ¿Cierto?- No sabía que pretendían esas chicas o que esperaban conseguir al realizar esa pregunta pero sus intenciones no podían ser buenas estaban incomodándola además le molestó la frase “Un tema delicado” por cosas como esa no hablaba con chicas.

-No, no me gusta- La mentira más grande y menos creíble del mundo ¿Por qué siempre tenía que negar lo evidente?

-Oh vamos cariño, mientes pésimo. Sabemos que te gusta, no nos engañemos- ¿Entonces por qué preguntas?- A lo que quiero llegar es que, de verdad nos preocupa como te sientes al respecto, últimamente te hemos visto triste.

Por alguna extraña razón Sam bajó la guardia, de un momento a otra esas chicas dejaron de parecerle superficiales, había algo en el tono de su voz que le decía que hablaba en serio sin embargo Sam continuó evadiéndose.

-No, de verdad estoy bien- Segunda mentira mas grande del universo y menos creible. Samantha no estaba nada bien pero tampo necesitaba que se lo recordaran cada 5 minutos.

-Mi nombre es Andrea- Se presentó la chica ¿Por qué en este lugar las personas nunca empezaban diciendo su nombre?

-Y yo soy Paulina- Dijo la otra chica que había permanecido callada.

Desde ese día Sam podía presumir que tenía sus dos primeras amigas, era extraño estar entre perfume de flores y faldas perfectamente planchadas todo el tiempo, no estaba acostumbrada a esas voces delicadas y movimientos ligeros como si estuvieran ensayados pero aun así le gustaba pasar tiempo con ellas. Pasaban mucho tiempo hablando sobre chicos, en especial hablando sobre Dani. Sam nunca había recibido un concejo de una mujer, tal vez porque nunca lo había necesitado o tal vez porque nuca había tenido amigas. En general Samantha odiaba los concejos pero al provenir de ese par de chicas ella los aceptaba muy bien. No había muchas opciones ni tampoco mucho que pudiera hacer al respecto más que continuar como solo ella sabía hacerlo, su vida era como caminar en una cuerda floja con los ojos vendados, todo sería más fácil sin esa venda. Pensó que tal vez podía seguir contando con Daniel como un amigo pero desde que comenzó a salir con Abigail hizo a un lado a Sam, no volvió a hablarle más de lo necesario y cuando Sam buscaba su mirada él simplemente miraba hacia otra parte evitando que sus pupilas se encontraran en algún punto. Ella no entendía la razón, la torturaba saber el motivo de esas acciones. Su lugar favorito para pensar en el asunto era el balcón del salón de clases, pasaba ahí bastante tiempo mirándo la solitaria calle que le producía tanta calma. A veces sus ojos se llenaban de lágrimas sin explicación, siempre estaba triste sin explicación, sin sentido de pertenencia sin embargo ella nunca dejaba caer ni una sola gota de sus ojos, siempre creyendo que esconder sus sentimientos era la mejor forma de ser fuerte. El cielo también estaba melancólico, nublado, emanaba una luz blanca que encandilaba si mirabas hacia arriba. Sam entrecerraba sus ojos y miraba el cielo blanco y resplandeciente, le gustaba mirar el cielo, en ese momento sintió una presencia cálida a un lado de ella. Al mirar a su derecha se topó de golpe con Daniel quien también miraba el cielo con los ojos entre cerrados, en silencio. Sam creyó que iba a ignorarla, su corazón sintió frío y se hizo diminuto, lo habían lastimado tanto. Samantha estaba triste por múltiples motivos, Daniel era una persona que siempre la hacía sentir mejor pero en ese momento era la última persona que quería ver, Daniel en el fondo lo sabía, conocía el daño que estaba causándole a Sam y sabía que Sam lo había visto la semana pasada llevando flores y chocolates para su novia, y los vio besarse, su perfecta novia, Sam no era perfecta como ella. Daniel era consciente de todo eso y aunque no lo demostrará estaba preocupado por Sam, era su amiga y sabía que no podía estar así de trsite solo por él, estaba claro que algo más le pasaba. El torpe Dani no tenía tema de conversación , se había quedado vacío pero no podía quedarse ahí parado sin decir nada entonces, empezó a hablar de cualquier cosa que llegó a su mente, de chicas, sus ex novias, su novia, lo que había hecho el día anterior y a Sam nunca le había inncomodado escuchar la voz de Daniel y por primera vez estaba aburriendola y enfadandola, solo quería que se callara o se fuera y no sería ella quien abandonara ese lugar, tenía unas inmensas ganas de patearlo en donde más le doliera. Sin embargo lo escuchó y prestó verdadera atención a todo lo que el chico le decía, era un perfecto idiota pero a Sam le gustaba. Samantha recordó que no hace mucho tiempo hacía el mismo clima y en ese mismo balcón Dani le había regalado un reconfortante abrazo, entonces sintió que su cuerpo se congelaba sobre todo su corazón, solo quería perderse en los brazos de ese chico y en su lugar estaba ahí escuchándolo hablar una bola de estupideces, sobre lo mucho que amaba a su novia, la amaba a ella y a Sam no.



#44334 en Novela romántica

En el texto hay: autoestima, primer amor

Editado: 05.04.2019

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