Sammy…
Escuchaba una voz a lo lejos haciendo que mi piel se pusiera chinita, mi respiración la sentía pesada, mis extremidades se negaban a hacerme caso y moverse, me encontraba completamente inmóvil.
Sammy…
De nuevo esa voz me estaba poniendo de nervios, mi ansiedad cada vez era mayor, me estaba desesperando a cada segundo que pasaba, logre mover un poco la cabeza y mire a un lado mío.
Se encontraba una mujer con un vestido dorado, cabello castaño y un par de centímetros más debajo de mí. Paso al lado mío mirando al frente como si no supiera que estoy aquí. Paso de largo contorneando sus caderas a cada paso que daba, no tenía una gran cintura pero eso no significaba que no tuviera un hermoso cuerpo. Por lo que pude ver tenía una piel muy tersa, era algo morena pero le quedaba muy bien.
Sus facciones del rostro me decían que en conclusión, la chica frente a mí era hermosa, sus ojos color miel tenían un brillo singular, como ese brillo que tienen las mujeres lobo cuando están cerca de un enemigo. Mire a la dirección a la que iba y enfrente de las dos se encontraba un hombre alto, fornido, todo el gritaba poder y fuerza. De un momento a otro la escena cambio y ahora él estaba abusando de la doncella, ella pedía clemencia, gritaba lo más fuerte que podía pidiendo ayuda. Después vi algo que me borro la sonrisa al instante del hombre, llego otra mujer que mostraba a flor de piel su enojo por verlos, ella hizo algo con las manos e hizo que la pareja se separara, escuche el gran grito de dolor de la joven, intente moverme, desesperada de no poder moverte empezó a llorar viendo tal escena atroz.
La joven de vestido dorado empezó a moverse con movimientos bruscos en el suelo mientras la otra llena de celos veía la escena con una sonrisa hipócrita en el rostro. Cuando menos que lo espere el cabello de la joven empezó a tomar formas de serpientes haciendo que me pusiera peor, quería gritar, pero no podía, era totalmente inútil en ese momento. El hombre se paró de un momento a otro viendo a la joven cuyos cabellos fueron remplazados por serpientes, asco, era lo único que demostraba, miro a otro lado y se fue restándole importancia.
No sé qué tanta fuerza de voluntad tuve que pude mover los labios y solo pude pronunciar
La mujer que había llegado miro en mi dirección y su sonrisa se agrando aún más.
— Cuando te encuentre, tú serás la siguiente pequeña desertora…
Desperté de golpe haciendo que me golpeará con la cabeza de alguien. La otra persona que recibió mi cabezazo se quejó un poco pero no se escuchaba realmente dolido, toque mi frente tentando el dolor mientras obligaba a mis ojos a abrirse poco a poco.
El causante de ese dolor de cabeza fue nada más y nada menos que Noah.
Él estaba mirándome fijamente, como si eso le ayudara a explicarse algo el mismo, sin tomarle importancia me senté de mejor manera. Me seguía viendo tan fijamente que me estaba dando miedo ahí sentado en las sabanas que me cubrían, no decía nada, entonces me di cuenta que no me miraba a la cara, me miraba los pechos, había olvidado por completo que el día de ayer me había quitado la camisa del trabajo para dormir mejor. Sin hacer movimientos bruscos y no sentirme avergonzada frente a él, me levante de lo más tranquila de la cama y me puse mi camisa con las manos temblando, Noah seguía cada uno de mis pasos por toda la habitación, hasta que por fin salió de su trance y me dirigió la palabra.
— Estaba pensando en algunas cosas ayer y aceptare sin dudar las condiciones que tengas, como ya te había dicho ayer —retomo su postura a una más demandante como si estuviera a punto de hacer el trato más importante de su vida — pero solo tengo una pequeña regla.
Ahora quiere poner reglas, no tiene ningún derecho a pedir nada en la postura en la que se encuentra. Idiota.
— ¿A si? ¿Cuál? — lo mire con recelo cruzando mis brazos, él se paró hasta quedar enfrente mío, a pesar de todo mi fuerza de voluntad al hablar, poco a poco estaba desapareciendo, estuve tantos años bajo las reglas y limitaciones del Alpha que aun cuándo me hizo las peores de las atrocidades lo tengo frente a frente el miedo me recorre entre las venas, temiendo por mi vida.
— No quiero a ese intento de Schutzseele cerca de ti, esa todo lo que pido.
Me reí. Por primera vez en mi vida me estaba riendo en la cara del Alpha. Por primera vez no me dio miedo de las consecuencias.
— Eso no pasara, por mucho que lo desees Aramis no se va a ir de mi lado, el prometió cuidarme hasta la muerte. — el tenso un poco la mandíbula pero no demostró más. — debería saberlo más que yo, majestad. Así que si desea que toda esta situación sea de lo más tranquilo, tiene que saber que el de mi lado no se va.
— ¿Lo amas? — No, ¿Quién amaría a alguien tan rápido?
— Si fuera así, sigue sin ser de mi obligación decírselo.
— Entonces lo amas —afirmo subiendo más la voz, sus ojos mostraban furia pura, se acercó mas a mi casi haciendo que nuestras caras chocaran.
Sus ojos querían cambiar de color. Alan quería tomar el control.
El negó con la cabeza cerrando los ojos con fuerza, sin previo aviso, salió de la habitación. Yo no hice mucho caso a su comportamiento y acomode las sabanas de la cama cuando entro Valeria con una bandeja llena de comida en ella. En cuanto me vio camino más rápido hasta que llego a mi lado dejando la bandeja en la mesa de noche.
— Deja ahí Sammy, sé que eres una buena chica pero por favor no lo hagas tú, si el Alpha se entera dame por muerta, nos exigió que te hiciéramos sentir como en casa — como se así hubiera sido tratada en casa. Que va a saber ese imbécil.
— Déjamelo a mí Valeria, ya casi termino — ella me miro indecisa pero al final me dejo terminar de arreglar la cama.
— Bueno, te traje el desayuno, el Alpha nos mandó a hacerlo especialmente para ti. — termino de decir, mientras a mí se me hacia la boca de agua al ver el desayuno, quien parecía más un bufet para al menos 3 personas.
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Editado: 29.08.2021