C A P I T U L O 29.

No quiero ir.
¿Qué hacía? Me iba lejos y escapaba de todo este desastre que tengo por vida o tomaba la valentia e iba a la manada.

— Él no puede venir con nosotros señorita — dijo uno de los guardias que mando Noah por mí.

— Está loco si creen que ella irá sola, con o sin el consentimiento de majestad yo iré y eso no está en discusión — los guardias al escuchar como se refirió Aramis hacía el alpha se pusieron a la defensiva y se veían enojados.

Yo solo tome su brazo y lo hice mirarme.

Se que eres fuerte y puedes defenderte de esos dos, pero no quiero que haya peleas. 

Pensé y él de inmediato asintió con la cabeza, miro a los guardias con una sonrisa falsa.

— Disculpen por referirme así a su alpha pero no permitiré que vaya sola sabiendo con es el ... alpha— busco bien las palabras orgulloso de lograr controlarse y los guardias se miraron preguntándose, me imagino que hablaban por medio de su don que comparten los lobos.

No sé si mencioné que ellos tienen un don por así llamarlo para hablarse en un máximo de tres personas a la vez solo si ellos están de acuerdos, es como si leyeran sus pensamientos pero solo funciona con los lobos con los que comparten marca de la manada a la que pertenecen.

Por los aprendizajes que tuve en la manada se que los lobos comparten dos tipos de marca. La primera es la conocida marca entre mates, dónde la pareja destinada se muerden el cuello mutuamente y después de dormir como por seis horas les parece un pequeño lunar que sale por naturaleza con la forma de las iniciales de la pareja para luego emanar el aroma que caracteriza al otro para demostrarle al mundo que ya tienen a alguien, algo así como representan los anillos de compromiso en el mundo humano como pude descubrir. Y luego está la marca de la manada que es un tatuaje que se les hace a los que pertenecen ahí, desde que cumplen los tres años se le hace esa marca mágica que hace que tengan el don de hablar solo entre ellos y de igual modo emana un olor un tanto distinto para diferenciar a las manadas.

— No creo que eso sea posible — dijo el más alto de los dos guardias.

— ¡Ahora sí lo ma...! — no alcanzo a decir su maldición por le tape la boca y lo mire con los ojos entre cerrados haciéndolo que se callara.

— Él irá conmigo, hablare con el alpha al llegar a la manda ¿Bien? — ellos volvieron a mirarse y solo con un simple "Bien" para luego entra al auto que traían consigo y nos subimos en la parte de atrás.

En el camino ví a Aramis desesperado como queriendo aventarse del auto.

Tranquilo.

— Simplemente no puedo, siento que lo mátare si te toca un solo pelo— mencionó ya histérico, los guardias que iban enfrente miraron por el retrovisor y su mirada no era una amistosa.

—  Técnicamente para eso emos venido— al solo pensarlo tape mi cara y solté un grito que ahogue en mis palmas — me estoy arrepintiendo no lo niego, pero no tengo opción, entiende, no soy la única de por medio...

Baje la voz al final y vi que los guardias se notaban confundidos, como si no entendieran nada de lo que pasaba, al parecer ellos no saben por qué vinieron por mí.

— ¿Quién aparte de ti saldrá lastimado? A los que prete des ayudar no hicieron nada por... — cállate, ellos no saben, al pensar en eso supuse que lo escucho y miro al frente después volteo a mirarme haciendome ver qué entendió que debía callarse.

— Ya hemos llegado — mire hacia la ventana algo sorprendida, eso fue rápido.

Tome la mano de Aramis y le sonreí para tratar de hacerlo sentir un poco mejor. Él no cambio para nada su expresión inconforme pero salió al ver que yo lo hice. Ambos salimos y vi que estaba Noah esperando en la entrada de la manada, no tenía ninguna expresión fuerte solo estaba ahí parado completamente serio como se le acostumbra a ver, creo que nadie lo ha visto sonreír, quizás la luna de la manada si lo hizo.

Yo valientemente camine hacía él con la mano entrelazada de Aramis.

— Creí haber especificado que vinieras sola — se refirió a mí y sus facciones se endurecieron al ver a los guardias que estaban detrás de nosotros.

— Me da igual majestad, tengo que protegerla y estar con ella todo momento, no queremos más inconvenientes como el de la última vez. — ambos se miraron con odio puro y yo solo quería desaparecer, tenía ganas de gritar, llorar, en fin tengo muchos sentimientos encontrados, en cuanto entre a la manada se que no puedo huir. — ella no está bien, no entiendo qué tipo de alpha eres al darte igual el bienestar de una perteneciente de tu manada.

Técnicamente no soy de su manada Aramis.

— Lo eres Sammy, tienes más derecho de llamarte perteneciente de la manada que ninguno otro, estás dando tu libertad, tu seguridad y dignidad al venir aquí. — yo le sonreí sincera apretando ligeramente su mano.

— Aún así tú no deberías estar aquí — volvió a hablar Noah pasando sus manos atrás de su espalda, haciéndolo ver más despreocupado, como si tuviera confianza de que Aramis se irá.

— Me da igual lo que pienses, yo no me voy a ningún lado sin ella — Noah le dedicó una sonrisa ladeada haciendo que se viera egocéntrico mientras soltaba una risa seca y completamente falsa.

— Como veas, recuerda que al entrar en celo Alan no te dejará que te le acerques para nada, ¿No te sentirás idiota al estar solo mientras todos en la manada estén teniendo sexo?.

— Gracias por preocuparse por mi, me halaga, pero no iré a ningún lado sabiendo que posiblemente la vuelvas a lastimar. — eso pareció molestar aún más a Noah y solo miro atrás de él y le dijo algo en un susurró a su beta, estaba tan atenta a la tensión que había y algo perdida con mis pensamientos que no había notado su presencia.

— Bien será mejor que entren — expreso el beta en tanto el carro en el que venimos retrocedió y desapareció de un momento a otro. 

Nosotros los seguimos y notamos ciertas miradas curiosas de los guardias que estaban ahí, resulta que solo los guardias tienen permiso de estar cerca de la entrada, por seguridad como dicen.