Simplemente Escritos

Amor de locura

Eran las 10 de la mañana, el sol rebosaba en el cielo, era un día despejado un poco caluroso pero con deliciosos vientos frescos que hacían un clima perfecto, el chico paseaba por el centro, era la primera vez en su vida que paseaba por las ancestrales calles de Quito, hermosas, una obra de arte inmensa con varias casas e iglesias coloniales de varios siglos e increíbles leyendas que marcan un ito espectacular de la historia de la ciudad. El muchacho había pasado toda su vida en diferentes pueblos, pero nunca en tan espectacular ciudad con escenas únicas que reafirman que Quito es un patrimonio de la humanidad.

Entre las angostas calles caminaba el muchacho, deambulando de un lado a otro maravillado, pocas veces había salido desde que con su familia se mudaran hace dos meses, le fascinaba descubrir cada parte de la ciudad, con calma. A veces le gustaba caminar sin rumbo fijo, el muchacho pensaba que el destino le tenía preparado algo especial cada vez que daba rienda suelta a sus píes.

El día avanzaba y el muchacho se había perdido, estaba en un lugar que no identificaba, sin embargo no estaba asustado poco a poco continuo andando hasta que vio algo que lo dejó perplejo. Con asombro bien marcado en el rostro vio a lo lejos a una hermosa chica de tez blanca,  cabello claro, labios y mejillas rosadas, llevaba puesto un vestido rojo con una botas cafés, estaba sentada en una banca a la sombra de un árbol leyendo un libro.

Curiosamente no había nadie más allí, solo se hallaban él y la chica. El corazon del muchacho empezó a latir fuertemente, no podía explicarlo  pero él tenia la necesidad de acercarse, hablar con ella, pero como, como podria acercarse o de que podria hablar con ella.

Los segundos pasaban, se volvían eternos y nadie se movía,  la chica seguía sentada leyendo y el parado en la misma posición desde que la vio. Al fi, después de tanto esperar el comenzó a caminar en dirección a la chica, sus pensamientos le atormentaban.

—Ella es hermosa y yo... — pensó —yo parezco personaje de caricatura barata- sentenció con una sonrisa tonta en el rostro, le gustaba tomar las cosas y situaciones con gracia,  sin embargo mientras se perdía en estos dilemas en su mente el no dejaba de caminar hacia ella y en el momento mas inesperado el se halló frente a ella.

Se quedó atónito no estaba listo para hablar con ella, pero no tuvo otra opción, la chica al sentir la presencia del muchacho levantó la cabeza.

—Te puedo ayudar en algo— dijo ella con una sonrisa sincera.

—Ho... Ho... Hola- balbuceó el muchacho— Es... Es... Estoy perdido— finalizó. El muchacho se puso rojo cual tomate, no lo podía creer, era su primer contacto con ella, la chica que lo dejó sin palabras y ya lo había arruinado.

<<Ya tragame tierra>> pensó el muchacho,  se sentía super avergonzado. Él solo quería salir corriendo de ahí. Cabizbajo espero la respuesta de la chica,  ya sin esperanzas de nada.

—Mmmmmm no eres de aquí verdad?— preguntó ella con la misma sonrisa hermosa que irradiaba felicidad.

—No— respondió el muchacho —me mudé hace un tiempo aquí y no conozco la ciudad— sentenció sin ánimo.

—Si quieres... Te puedo dar un tour— mencionó ella. El muchacho se quedó sorprendido y abrió los ojos de par en par,  no podia creerlo. Ella lo vio y se extraño un poco.

—Claro si no te molesta que te acompañe— dijo bajando la mirada mientras su rostro se enternecia a tal punto que él sentia que se vivía loco.

—SI— exclamó e mluchacho casi gritando de la emoción, ella un poco asustada por la respuesta solo sonrió nuevamente y sin decir nada se levantó guardo el libro y echo andar. El muchacho la siguió y asi emprendieron si travesía por las calles del centro de Quito.

Pasaban las horas, el muchacho y la chica caminaban mientras ella explicaba varios datos interesantes de la ciudad, el muchacho recordaba ya haber escuchado o leído todo lo que ella le manifestaba, sin embargo, él las oía atentamente, su voz lo dejaba encantado. Era como el canto de una sirena, único.

Ambos caminaban y reían, por más que el tiempo trabscurria ellos no lo sentían, no se cansaban, la estaban pasando bien. El muchacho ya no era mas el chico nervioso y pesimista de cuando la conoció, se convirtió en alguien seguro, su transformación fue tan grande en tan poco tiempo que en un momento se dió cuenta y la sorpresa no faltó en su ser.

<<Definitivamente estar con ella me hace bien>> afirmó el muchacho en sus pensamientos.

En un instante los dos se hallaron en el mismo lugar en el que se conocieron al principio de su travesía, eran las 4 de la tarde.

—Bueno... Tengo que irme— dijo ella con una sonrisa pero con mirada triste - Me encanto pasar contigo hoy, espero que nos volvamos a ver pronto- manifestó un poco mas animada.

El muchacho la observó y le devolvió la sonrisa.

—Si... Yo también quiero volver a ver— mencionó —me puedes dar tu numero de teléfono para escribirte o tu Facebook para mantenernos en contacto— dijo el emocionado. Pero ella solo puso una mueca triste.

—No tengo teléfono y no me gustan las redes sociales— mencionó ella —hace un tiempo tuve un problema y me desconecte del mundo.— finalizó ella. El muchacho, no pudo ocultar su tristeza y bajó la mirada, se sentía desahuciado.

—Pero podemos vernos aqui cada sábado a las 10 de la mañana, te parece?— propusó ella con su hermosa voz y una mirada tierna. El muchacho sin pensarlo dos veces afirmó con la cabeza con gran emoción.

Ambos se retiraron y desde ese día se encontraron todos los sabados por dos meses.  Cada vez mas enamorados el uno del otro. Era una relación mágica, una enigmática mezcla entre amistad y noviazgo algo extraño pero fantástico.

Para el muchacho el momento para que ella conociera a sus padres habia llegado, se sentía emocionado y nervioso.

—Tu crees que sea buena idea que conozca a tu familia— preguntó ella mientras hacia una mueca que mostraba indecisión y miedo.



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En el texto hay: desamor, amor, muerte

Editado: 30.03.2020

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