En cuanto la vi entrando al bar, algo en mi interior se calmó de pronto. Hasta ese momento no había notado lo ansioso y preocupado que me tenía todo esto. ¿Sería como Nico me lo había contado? ¿Qué clase de amigo cuenta cosas tan íntimas? ¿Era válida la traición si de “salvar” a alguien querido se trataba? Porque Nico había utilizado esa palabra: salvar. Salvarla a Nina de ella misma. Nico prácticamente había vomitado todas las cosas que Nina le había contado durante todo ese tiempo sobre mí en cuestión de minutos. Según él ella estaba y había estado siempre enamorada de mí. ¡De mí! ¡Y yo jamás había sospechado nada!
Pero por más increíble que eso pareciera, no me preocupaba que Nina estuviese tratando de olvidarme con otro. Esa era su estrategia, y no todo el mundo tiene la valentía de hacerlo. Por más que Nico dijese que se mentía así misma. Baltazar había sido su forma de salvarse. Aunque Nico entendiera la salvación de otro modo. “Un clavo, no saca a otro clavo” había dicho. Pero yo no estaba seguro de que tuviese o no la razón. Lo que de veras me preocupaba, es que al saber aquello, otra verdad aún más inquietante se había instalado en mi mente y en algún lugar de mi pecho.
¿Qué me pasaba a mí con Nina?
No había sabido responder a mi propia pregunta. Pero aquella respuesta había llegado sola. Esa mañana en cuanto la vi llegar lo supe. Cuando unos celos que desconocía que tenía me habían mordido el estómago. La luz que Nina traía en su rostro se la había proporcionado otro. Otro que la había visto, mientras yo perdía el tiempo corriendo atrás de alguien que no valía la pena como Karem. Y ahora era tarde.
Durante el fin de semana había estado rebuscando entre mis recuerdos todos los momentos en que ella me lo había dicho a su manera. Y hallé miles. Cientos de miles. A veces con solo un gesto me había confirmado que ella había estado siempre ahí, para mí.
Miré mis ojos en el espejo retrovisor mientras esperaba la luz verde. De nada me habían servido hasta ahora, si lo más importante se me había escapado teniéndolo tan cerca, viéndolo a diario. Suspiré y largué todo el aire que tenía acumulado en el cuerpo desde la mañana. Ya tenía suficientes problemas. No podía agregarle otro de ninguna manera. Todavía me recuperaba metal y físicamente de la última mujer que había pasado por mi vida.
Me volví sobre los moretones que aun acarreaba visibles en todo del cuerpo. Mi mente volvió a revivir el dolor que había sufrido. No podía iniciar otra persecución. Si Nina había decidido alejarse de mí en los brazos de Baltazar, tendría que aceptarlo. Mi meta ahora era recuperarme de mis heridas externas y sobretodo de las internas. Aunque en ello perdiera, quizás, lo más importante que había tenido sin saberlo. Era una decisión arriesgada, pero no se me ocurría otra mejor.
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