Después de haber dormido durante más de doce horas me dolía el cuerpo como nunca de permanecer tantas horas en la misma postura. El cansancio del fin de semana y el trabajo del bar me habían agotado por completo. Me levanté arrastrando las piernas. Las sentía pesadas y al extremo doloridas. Maldita sea. Me quedaba un larguísimo día de trabajo por delante y lo tendría que enfrentar con ese dolor.
Había tenido la sabiduría de dejarme unas masitas y el mate preparados para desayunar sobre la mesa. Una cosa menos que hacer antes de salir camino del bar. La ducha me animó un poco, y el dolor de las piernas remitió. Me llamó la atención que no tenía ni un solo mensaje de Tommy o Nico. Desde el viernes anterior no se habían molestado en escribir. En el fin de semana lo entendí. Pero ahora ya era raro. Lo cual no hacía sino confirmar mis sospechas. Me vería obligada a hablar seriamente con Nico esa tarde cuando saliera del bar.
Pero a falta de mensajes de ellos, tenía al menos diez de Baltazar. Lo invitaría a desayunar conmigo y que me acompañara al bar. Me había despertado extrañándolo. Y eso era una buena señal. Quizás ahora si podría dejar de sufrir por Tommy. El fin de semana en la costa había sido difícil, pero ahora me daba cuenta de que había valido la pena.
-¡Hola Balty! –Me oí decir con voz melosa a través de un audio -¿Gustas desayunar conmigo? ¡Te quiero!
¡Gracias por leer!
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