Víktor leía el periódico tomando su café cuando la imagen de su Sin-Alma apareció con el título en grande: “¿Lo conoce?” Al instante Víktor comenzó a leer el artículo y cuando terminó se apresuró a pagar la cuenta para ir al hospital donde su presa descansaba. La situación era preocupante, según la opinión médica mencionada el paciente había ingresado al hospital en un estado crítico. Para Víktor tenía que haber una equivocación, los Sin-almas no tenían problemas de salud mortal, se mataban y punto. En la calle miró atentadamente bajo la lluvia cualquier taxi desocupado, hasta que le silbó a uno que paró inmediatamente.
No le tomo mucho tiempo llegar, la sala de recepción estaba llena, pero Víktor no era de los que se sentaban a esperar su turno sumiso, directamente conversó con la recepcionista que si bien es cierto al inicio le dijo de esperar como todo el mundo, ella cambió radicalmente cuando Víktor le explicó que conocía a la persona de la foto. De pronto ella le preguntó si Víktor era algún familiar y de allí sacó su placa de Interpol. Inmediatamente lo dejó pasar al tercer piso en los cuidados intensivos.
Apenas cruzó la puerta que el doctor se presentó y le explicó que el joven estaba en coma sin explicación alguna. Sus exámenes estaban perfectos.
—¿Cómo dice? —preguntó Víktor sorprendido.
—Que los resultados del paciente están estables y normales excepto por el cuadro anímico debido a la falta de oxígeno en la sangre.
Víktor entró a la habitación y dejo pasar a la enfermera que iba saliendo. Aprovechando la situación Víktor hizo un rápido chequeo escaneando el cuerpo entero, y aprovechó para tomar una muestra de sangre. Febrilmente colocó una gota de esa sangre en el aparato y ese le salió negativo. Convencido haberse equivocado volvió a sacar sangre al paciente y colocó otra gota de sangre sobre una nueva tirita, la insertó en la llanura y una vez más la luz roja confirmó que el resultado era negativo.
Con prisa Víktor volvió a salir y agradeció al joven doctor encaminándose hacia fuera, apenas tuvo un pie en la acera que llamó James.
—Víktor! ¿Cómo te fue?
—No, no lo maté —resumió Víktor.
—¿Disculpa? —Preguntó James sorprendido— ¿no mataste a quién?
—Al joven Lucio él es totalmente humano —anunció Víktor bajando la voz.
—¿Quién está al tanto de ello? —terminó por preguntar James después de un rato.
—Por el momento solamente yo. Tendré que hacer un reporte esta noche, tienes como tres días a lo mucho. ¿Por qué?
—Por qué ya no soy el Maestro Víktor, ahora le toca a William.
—No me diga —dijo Víktor falsamente extrañado.
—Por favor habla con ellos, y tráigales la prueba que tomaste. Tengo que colgar te volveré a llamar, gracias Víktor.
Y colgó.
Víktor estaba contrariado, James fue su mentor y le disgustó tener que rendir cuentas al hijo de él. Definitivamente Víktor se preguntaba si no era tiempo de escoger su bando, después de todo en ambos le tocaba la misma tarea: matar a los Sin-Almas; la única diferencia y seguramente la más importante es que en un lado lo consideraban como un subalterno a Coníatus, un vulgar mercenario, mientras que en el otro su ayuda era bienvenida. Aun así, él era y siempre sería un Coníatus y tampoco lo considerarían como parte de la familia. Frustrado al no encontrar una solución a su medida Víktor decidió parar a tomarse un café en un centro comercial cerca de allí y llamaría a William desde allí. Hora después marcó el número del nuevo Maestro.
— ¿Diga?
—William es Víktor.
—¿Víktor?
—Sí, acabo de conversar con su padre y él me comentó que Usted es su sucesor.
—En efecto, ¿qué ironía, verdad? ¿En qué le pudo ayudar?
—Como sabrá los Maestros me ordenaron matar a todos los Sin-Almas responsables de las muertes en su ciudad. Perseguí al recién convertido; llamaba a su padre para comentarle que ya no hay peligro, la situación está bajo control.
—Qué bueno que lo mataste —dijo William alegrándose de la noticia, lo cual extrañó a Víktor.
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Editado: 09.12.2018