Sin Arrepentimientos.

Comienzo.

Vivir  en la sociedad de hoy en día resulta difícil para muchas personas. Una de ellas es Max, un joven de 16 años sin muchas amistades. Se había limitado a estar solo la mayoría del tiempo, otras veces, pasaba el día con su mejor amigo y casi hermano, Nate. Max tenía una estatura promedio para alguien de su edad, su piel era blanca, característica que poseía toda su familia. Su cabello era largo pero no demasiado, con una forma ondulada que encajaba perfectamente con su rostro. Sus ojos eran cafés, de un color algo suave y claro, había tenido problemas visuales a corta edad, por lo cual se vio obligado a usar anteojos, tenían una forma cuadrada, lo cual lo hacía verse algo mejor. O eso creía. Su pueblo de nacimiento era uno de los más pequeños, alejados a una hora de la ciudad. Sin embargo, contaban con todo lo necesario, por consecuente, no tenían la necesidad de ir a la ciudad por comida, ropa, entre otras cosas.

Su casa no era demasiado grande, solo constaba de tres habitaciones, un baño, la sala de estar, la cocina y un pequeño jardín al frente. Su padre, Mark, era un hombre muy alegre, sin embargo, también tenía su lado sombrío y audaz. Un hombre apuesto, al igual que su hijo. Su madre, Carol, era una de las más hermosas de todo el pueblos, y aún con su edad cuarentona. Seguía manteniendo esa belleza que obtuvo en su juventud. Con un mal sentido del humor, siempre ha sido, por alguna razón, una de las más queridas en el pueblo por su generosidad. Su hermana, Christina, era dos años mayor, al igual que su madre, era totalmente hermosa. Algo amargada, pero siempre con una mentalidad positiva. Eran la familia más conocida del pueblo, diferenciados por ser generosos y su blanca piel. Eran la familia Wells.

Su colegio tenía un total de treinta y nueve estudiantes por año, divididos en tres grupos. Estaba el  grupo “A”, el grupo “B” y el grupo “C”. Max, estaba en el grupo “B” de ultimo año, se les conocía por ser tranquilos.

Anteriormente el pueblo se dio a conocer gracias a un joven cantante, mejor conocido como Joseph Adams, alguien arrogante y con muy poca humildad debido a la “fama”. Max, sin embargo, lo admiraba pero odiaba que fuera de esa forma tan molesta como se le conocía a Joseph. Por otra parte, Nate era un buen cantante, pero nunca había tenido la oportunidad de demostrarlo como el quería, era un año mayor que Max. Tenía casi la misma estatura que Max, su piel era blanca pero no demasiado, también algo áspera. Sus ojos parecían miel, un color que le favorecía mucho, su cabello era algo corto y su color daba aires de ser rojizo, aunque era marrón. Mucho más sociable y con mas amistades, pero Max era como su hermano.

Joseph tenía cuarenta y tres años, aún con esa edad, seguía triunfando en el mundo de la música.

En una de sus visitas al pueblo escuchó sobre Max y Nate, "Cantan como profesionales". Esas palabras lo hicieron interesarse por completo en ellos dos. Según dijo Joseph, volvería algún día por ellos.

O eso decía la gente del pueblo.

Nate, además de ser conocido por su voz, siempre asistía a la iglesia, lugar donde descubrió su voz cuando solo era un niño. Aparte de su voz, era apuesto. Solía llamar la atención de la chicas incluso cuando no quería hacerlo. Vivía con sus padres, Bett y Albert Monroe, también con sus hermanos: Susan, Alan, Kat y Holly. Solo vivía a unas casas de Max.

Un día Viernes antes de salir al colegio por la mañana, Max como siempre, tomaba café, "Te pondrás viejo a corta edad" Solía decirle su abuelo, pero él nunca escuchó seriamente esas palabras. Por otra parte su hermana siempre lo molestaba antes de salir.

—Hey Max, ¿Ya tienes novia?— Preguntó Christina con algo de burla.

—No empieces Christina— Dijo él en un tono de voz serio pero casi riendo.

—Uhm, hace tiempo te noto algo raro, no será que tu…

—Déjate de tonterías— Dijo riendo.

—¡Mama, a Max le gustan los muchachos! — Grito ella mientras Max se iba.

—No molestes, ya conseguiré a alguien— Susurró mientras salía de su casa.

Camino al colegio siempre se encontraba a varios de sus compañeros, pero siempre decidía pasar por Nate que irse con alguno de ellos. Al llegar a la casa de Nate, notó que aún no estaba listo.

—Nate! Sal ya, se hará tarde— Grito por la ventana de su cuarto.

Como la mayoría del tiempo, Bett, la madre de Nate, siempre salía a saludar a Max y a conversar sobre cosas que sucedían alrededor. A Max no le importaba nada de eso, pero la escuchaba el tiempo que fuera necesario hasta que Nate estuviera listo para salir. Algunas veces disfrutaba esas conversaciones.

—Aquí estoy niño gritón— Dijo Nate mientras ambos se despedían de Bett.

—¿Habrá algún día que no salgas tarde de tu casa para ir al colegio?— Dijo Max en un tono serio—Estas peor que mi hermana— Le dijo sonriendo.

—Al menos yo salgo guapo— Susurró Nate.

—Por Dios!— Ambos rieron y siguieron su camino al colegio.

Cuando llegaron al colegio pudieron  observar que todos los estudiantes estaban emocionados. Al entrar a su salón, notaron que sus compañeros estaban reunidos discutiendo sobre  algo. Nate no aguantaba la curiosidad.

—Hola, ¿De qué hablan?— Pregunto Nate algo inquieto.

—Esto te va a encantar, Nate— Expresó James Matheson, uno de sus amigos. También aficionado al canto. Poseía el mismo color de piel que Nate, sus ojos eran verdes, casi como ver una hoja de cualquier árbol. Su cabello era corto, liso y sedoso. Era unos centímetros más bajo que Max o Nate.—Joseph vendrá al colegio el próximo mes— Dijo entusiasmado.

Nate sintió un gran escalofrío, su emoción era mas que notoria, después de todo, Joseph era famoso y lo admiraba.

—¿Qué tiene eso de especial?— Se escuchó decir a Max sin darle importancia a aquella noticia—Siempre viene y solo provoca alborotos.

—Vendrá a hacer audiciones de canto— Dijo una voz femenina a sus espaldas. Se Trataba de Jessica Griffiths, una joven de la ciudad que por alguna razón terminó estudiando con ellos en el pueblo.Era la chica mas alta de la clase, a pesar de ser proveniente de la ciudad, no poseía tal arrogancia con los de allí. Tenía su cabello corto, ni siquiera llegaba a sus hombros, su color era castaño. Su rostro parecía porcelana, poseía tal belleza que siempre había ganado los pequeños concursos de belleza del colegio. Al igual que Nate y James, era un año mayor que Max—Tal vez ahora si te importa,¿eh?



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En el texto hay: investigaciones, disparos, estudios

Editado: 24.04.2020

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