Sin edad para el amor

Capítulo Ocho

SEBASTIÁN 

Salí de la habitación dejando sola por completo a Rachel, nos encaminamos a una máquina expendedora mientras Ramiro se disculpaba rápidamente por lo que le había contado sobre mí. Acepté sus disculpas restando importancia al asunto. 

—Es un poco desafiante la chica ¿No te parece?—dijo rompiendo el silencio que se cernía sobre nosotros. 

—No tienes idea—respondí mientras colocaba dinero para una bebida energética.

—¿Qué tanto te han dicho sobre ella? —preguntó con curiosidad. 

—No lo suficiente como me gustaría —respondí con sinceridad. 

Abrí la lata que tenía en la mano y al momento de querer darle un trago a lo lejos pude percibir tres hombres trajeados que se acercaban hacía mi. 

—Sebastián—dijo uno de ellos— Hablemos en privado—ordenó.

Volteé con Ramiro y me disculpe, empecé a caminar con ellos hacia una de las habitaciones. 

Al entrar, uno de ellos me entregó una maleta. 

—La madre de ella vendrá en cualquier momento y quiere hablar contigo. En base a lo ocurrido no tienen problema en que sepa que serás su guardaespaldas. 

Pasé una mano por mi cabello, frustrado. 

—El cuidarla implica que mi vida se convierta en un circo por las decisiones impulsivas que llegue a tomar…—dije tratando que entendieran.

—Haz guardado a personas realmente importantes ¿ y estas insinuando que no puedes con una chica?—había cierto tono de burla en su voz que no me agradó.

La situación se estaba saliendo de control, la actitud que habían tomado no me ayudaba a sentir esa confianza que necesitaba, Respiré profundamente, tratando de mantenerme calmado.

—No se trata de si puedo o no puedo con Rachel, se tratan de las circunstancias, Alan. No puedo controlar lo que haga o deje de hacer, y eso puede poner en riesgo no solo su seguridad, sino también la mía—respondí, tratando de ser sumamente claro. 

Los tres intercambiaron una mirada. 

—Los Casablanca por alguna razón confían en ti, por lo tanto esperamos que manejes esto con el profesionalismo que siempre lo haces. 

Asentí. Ya no podía hacer nada más. 

Agarré la maleta que me entregaron, estando consciente que dentro se encontraban los equipos de seguridad y lo necesario para el trabajo. 

—Entendido, haré lo que esté en mis manos para asegurar su seguridad. 

Los tres asintieron y me dejaron solo en la habitación. 

Me senté en una de las sillas que había quitándome los zapatos para empezar a cambiarme cuando en mi bolsillo mi celular vibró

La Sra. Casablanca hablará contigo en un momento 

Coloqué mis zapatos nuevamente y esperé a que ella entrara. 

Estaba un poco tenso, preparándome mentalmente esperando que ella no fuera como su hija, la primera interacción con el cliente era crucial, lo que me sorprendía era que fuera ella y no el esposo el que hablaran.  

Minutos después la puerta se abrió y entró la madre de Rachel, una mujer elegante, pero que tenía una expresión seria y determinante. Inmediatamente me puse de pie y me acerqué a estrechar su mano. 

—Señora Casablanca, un placer conocerla. —dije hablando con seguridad.

Ella asintió con gesto frío y se paró frente a mí, su mirada era penetrante. 

—Sebastián, por lo que he escuchado esta situación es un poco inesperada para ti, lamento que la primera impresión sobre Rachel no haya sido del todo agradable y te pido una disculpa por los malentendidos ocasionados con tu prometida. — Estaba realmente sorprendido, pero no lo demostré. —Confío en que podrás manejar esto, espero no equivocarme.

Algo no me estaban diciendo, las últimas palabras habían salido de su boca, pero ni siquiera me miró a los ojos.

—No se preocupe, tenemos todo bajo control.— dije intentando sonar convincente. 

Ella esbozó una pequeña sonrisa. 

—Gracias, Sebastián.—dijo ahora con un tono más reconfortante. 

En este momento debía preguntar ¿por qué me eligieron a mí? Había algo que mi agencia no me estaba diciendo, pero preguntarle directamente al cliente era algo incorrecto. 

—Por lo que tenía entendido al principio deseaban que ella no supiera que sería su guardaespaldas, ¿que cambió?—Esa era una de las cosas que de igual manera no debía preguntar.

—Mi esposo lo deseaba de esa manera, pensaba que Rachel se sentiría con más libertad, pero él ya no está aquí, así que las cosas las puedo cambiar a mi manera. —sonrió con satisfacción.Ella tenía en ese momento todo el poder sobre su hija.  —Si necesita algo no dude en comunicármelo—dijo antes de salir de la habitación. 

Analicé un poco todo lo ocurrido, era esto un juego de poder para ellos.

El padre quería que ella tuviera la libertad mientras que la madre quería tener el control sobre ella. ¿Qué papel jugaba yo en este embrollo? ¿Realmente necesitaban de mis servicios o había algo más detrás? 

Decidí dejar de lado esas preguntas, mientras me pagaran no importaba el resto. 

Una vez en la completa soledad abrí la maleta, saqué mi traje la playera blanca y la corbata, un par de calcetines, ropa interios y unos zapatos negros. 

Me dirigí al baño del cuarto para bañarme y cambiarme. 

Salí de la habitación y Alan me entregó un auricular y el arma, dándome indicaciones. 

—Quiere armar un show al parecer—dijo Alan con seriedad.

Asentí, salí del hospital cuando una camioneta negra me recogió, me subí del lado del copiloto dando las buenas tardes al chofer, dimos una vuelta a la manzana haciendo tiempo. 

 

Después de varios minutos se detuvo detrás de otra camioneta, otro guardaespaldas sostenía la puerta de esta, Rachel trataba de subir mientras su madre se lo impedía y había otro hombre junto con ellas.

Empecemos con esto dije mentalmente, mientras me acomodaba el auricular y bajaba de la camioneta, caminando decididamente hacia ellos 




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