Salgo del baño envuelta en una bata, no soy capaz de entrar a la ducha. Camino de un lado para el otro y aquí vienen muchos pensamientos a mi mente con respecto a lo que acaba de pasar. Soy conciente de las lágrimas en mi rostro, cuando el llanto me abruma y debo inhalar y exhalar.
En este momento no puedo respirar y trato nuevamente de calmarme.
1 inhalo...
2 exhalo...
3 inhalo...
4 exhalo...
Trato de pensar en donde he visto el rostro de cada uno de ellos y no logro distinguirlos. Si ellos le hubiesen hecho algo a Rodrigo, no sé que hubiese pasado.
No me lo hubiese perdonado nunca.
Ellos fueron quienes entraron a mi casa esa noche.
Ellos fueron quienes le dispararon a Caín.
Fueron ellos quienes mataron a Angus.
Alejo esos pensamientos y me concentro en algo más. Un ataqué de pánico en este momento no es oportuno. Recuerdo una y otra vez las técnicas para relajar mi respiración y las pongo en práctica.
Escucho ruido afuera de mi habitación.
Caín.
-Vete. Digo y esa palabra sale como un quejido.
-Soy yo. Contesta una voz conocida y camino para abrir la puerta y encontrarme a Vanesa.
Ambas nos miramos fijamente y al ver esos ojos marrones igual a los de su hijo me derrumbó.
-Lo siento. Digo y siento las lágrimas bajar por mi rostro.
-Tranquila. Dice ella y me acuna en sus brazos.
-Nada pasó. Tranquila.
-Perdón. Balbuceo.
-Tranquila. Repite ella una y otra vez.
En sus brazos me calmo después de unos minutos y decido mirarla directamente a los ojos.
-Lo encontramos saliendo del centro comercial. Digo sorbiendo por la nariz.
-Estaba armado. Pero jamás hubiese permitido que le hicieran daño a Rodrigo.
-Lo sé. Dice esta buena mujer mientras me sostiene de las manos.
-Se que amas a mis hijos.
-Mucho. Digo y la abrazo. Aquí es donde decido preguntar por alguien que me preocupa.
-¿Y Caín?.
-Roberto lo está tratando de calmar.
-¡Oh no!.
-Estuvo a punto de enloquecer cuando le terminaste la llamada.
-Me lo imaginé.
-Ambos decidimos que no es lo correcto que se vean en este momento, aunque, todos sabemos que no podremos manterlo alejado de esta habitación por mucho tiempo.
-Gracias por venir. Digo y me limpio las lágrimas.
-Somos amigas Elisa.
-Si.
-Veo que te ibas a bañar. No te quito tiempo.
-Perdón por asustarte.
-Tranquila. Gracias a Dios ambos estan bien.
Es así, como después de esta conversación Vanesa sale de la habitación y aprovecho de entrar al baño. Me quito la bata y abro la llave. Estoy allí debajo de la cortina de agua tibia cuando escucho tres toques en la puerta. No contesto y en el fondo sé quién está afuera.
-Echaré la puerta abajo si es necesario.
Joder.
-Estoy bien. Miento y sigo allí.
-No te creo. Abre la puerta... Por favor.
Esta última palabra se que la dice con todo el control que puede.
Se que si por el fuese ya la puerta estuviese abajo, pero necesito tiempo a solas.
-Me voy a bañar. Digo calmada y siento como el agua empapa todo mi cuerpo.
-Okey. Solo quiero saber si estás bien.
No contesto a su pregunta y decido dejar de escuchar. Me sumerjo en la cortina de agua y aguanto la respiración.
Soy conciente del ruido de afuera y sé que ya está aquí. Este pensamiento me lo confirma la puerta corrediza siendo movida y dejándolo al descubierto. Lo observo allí a menos de un metro de distancia y sin ninguna prenda de vestir.
-No estás bien. Dice más como una afirmación.
-No. Ellos...Ellos fueron los que entraron esa noche a mi casa.
-¿Te lo dijeron?.
Ante su pregunta asiento y siento como mis lágrimas se mezclan con el agua. El entra y nos encierra a los dos en la ducha. Me permito abrazarlo y el también lo hace, lloro allí con el porque no lo negaron. En ningún momento negaron que hubiese sido un accidente, o un robo. No, ellos querían matar a Caín, querían matarlo por ser alguien de la policía y ser mi esposo.
Ambos estamos allí bajo el agua tibia e ignoro su herida. Me permito abrazarlo y llorar. Si, lo sé. Se que nuestro matrimonio es un desastre, yo soy un desastre, pero no puedo evitar que me afecte que estuvo a punto de morir por mi culpa.