Sin Escape

Capítulo 29- ¿Padre?.

A los dos días que Caín dejó la casa, también salí de allí. 

No fuí capaz de quedarme sola en un lugar que estaba destinado para los dos. Desde entonces han transcurrido tres semanas desde que lo ví por última vez.

21 días exactamente.

Desde ese día estoy viviendo en mi casa, una casa que tiene en el piso, unos cuantos kilos de cocaína. En este mismo piso Caín estuvo a punto de morir por mi culpa. Sé que no quiero estar aquí, pero no se a donde ir. Sé que mi familia es una opción, pero no quiero llevarles mis problemas.

Recuerdo que al llegar aquí, y para distraerme cambié nuevamente mi color de cabello. Esto lo decidí, un día que salí y vi las raíces de mi cabello con unos cuantos centímetros de más. Ese día pasé frente a una peluquería y sin pensarlo dos veces lo hice. Aquí frente al espejo veo mi color de cabello y recuerdo las veces que Caín decía que le gustaba.

Caín.

¿Estas bien?

¿Me piensas?

Desde que hablamos ese día en mi casa en el fondo se que tiene razón.

En este momento llevo mi mano al dije en forma de estrella y lo toco. Me engaño pensando que fue un obsequio suyo, para así sentirlo cerca de mi. Desde ese día pienso una y otra vez en sus palabras y cada una de ellas me lastima. En este momento suena mi teléfono celular y me sobresalta el tono, lo veo sobre la cama y veo que es un número desconocido.

Decido no contestar y lo coloco en silencio. Camino hacia la cocina y veo que no hay mucho para comer, por lo que me cambio de ropa y llamo un taxi para ir de compras. Sé que debo ser cuidadosa con respecto a no andar sola en la calle, pero no puedo vivir a base de ramen y comida instantánea. Salgo al ver llegar el taxi y una vez adentro, recito la dirección del centro comercial donde iré.

Mientras transitamos las calles de la capital venezolana pienso que debo hacer con la droga en el piso de mi casa. Estas últimas semanas he pensado mucho en si la entrego a mi familia materna o a la policía.

Fácilmente podría ir a la policía pero tengo miedo de que esas personas lo sepan y atenten contra mi vida. Y decirle a Caín es una locura, que el sepa está información sería ponerlo en peligro y eso no es opción.  Aqui veo las calles de Caracas pasar en un borrón por la ventanilla. Observo la ciudad y en el trayecto escucho una suave melodía que se reproduce por la radio. A los minutos el conductor se estaciona.

-Hemos llegado. Dice la voz del caballero.

-Gracias. Digo y después de pagar salgo del auto.

Camino por el centro comercial y entro a una reconocida red de supermercados. Tomo un carrito de compras y comienzo a colocar víveres y productos. Me lleva algunos minutos elegir todo lo que compraré.

Me armo con leche, arroz, frutas, verduras y algo más. Estoy sumida en lo que estoy haciendo cuando escucho a alguien a mi lado.

-¿Elisa?.

Al decir mi nombre giro la vista y me debato entre contestar o no. Al ver quién me habla en este momento, me doy cuenta que no conozco a este señor de ningún lugar. Continúo con mi labor de elegir entre un cereal con frutas y una granola e ignoro su presencia.

-Eres muy bonita. Caín no se equivocó. Al decir su nombre lo miro y este desconocido me sonríe.

-Disculpe pero creo que me confunde con otra persona.

-No es así. Dice con voz grave.

-Caín nos ha hablado mucho de ti.

-Discúpeme señor, pero creo que me confunde.

-Claro que no. ¿Deseas tomar un café con este señor?.

-No salgo con extraños. Digo y tomo el carrito de compras para irme de su lado.

-No somos extraños Li. Somos tu familia de parte de tu esposo. Nuestro hijo Caín.

¿Qué?

Al decir esto soy incapaz de retirarme y me quedo sorprendida por lo que acaba de decir.

-¿Qué?. Musito esta vez en voz alta.

-Si. Yo soy el padre de Caín. Un placer Mi nombre es Juan Carlos. 

Veo a este hombre alto frente a mí y aquí recuerdo que Caín nunca me ha hablado de su familia.

-Caín nunca me habló de usted. Confieso.

-Me imagino, ese muchacho siempre ha sido muy reservado con su vida. 

-De hecho el en este momento está en casa. Me dijo que te invitara esta tarde a compartir con nosotros. Si quieres puedes llamarlo y preguntarle.

Ante toda esta situación, me siento muy confundida y siento que este señor no me genera nada de confianza. Con todo lo que he vivido estos últimos meses, una voz me dice que me aleje de el.

-¿Qué dices?.

-Claro. Déjeme su dirección y estaré allí está tarde.

Si. Como no.

-Si quieres nos vamos juntos. Te espero y salimos de aquí.

-Gracias pero la verdad, necesito comprar algunas cosas más y me tomará un poco de tiempo.

-Tranquila. Te esperaré.




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