Caín.
-No entraras Baptista. Estás fuera del operativo. Escucho a Roberto.
-¿Qué te pasa?.
-Como lo oyes. Con lo que hiciste en Petare pusiste en peligro tu vida y la de tus compañeros.
-No sabes...
-Eres el más experto del equipo y la impotencia te está cegando. Me interrumpe.
-... No debimos permitir que nos acompañaras. Lo siento estás fuera y es una orden. Repite.
Siento algo inexplicable en este momento. La única persona a quién le he tenido confianza en toda mi vida, a quien considero mi hermano, me está alejando de poder salvar a mi esposa.
-No eres quien para prohibirlo Marchán. Digo indignado.
-Es el encargado de esta operación y si lo dice, ¡Es una orden! . Agrega esta vez Sulvarán quien también está aquí.
No puedo creer lo que estoy oyendo.
Siento como las palabras pesan en mis labios y no se me escapa, que ninguno de los dos me llama por mi nombre. Debido a esto sé que no tengo opción.
-¿Entendido?. Indica Roberto.
-Entendido. Respondo porque sé que es imposible hacerlos cambiar de parecer.
Hace 20 minutos que llegamos a la casa de Elisa. Dentro de poco tiempo cortaremos el servicio eléctrico y después de eso entraremos.
Ellos entrarán.
Por lo que acabo de oír ninguno de los dos me dejará participar. Estoy fuera.
Soy un civil más.
-No me parece justo. Insisto.
-Te saliste del plan. ¿Te parece poco?.
- Eso amerita tu despido. Dice Roberto. Veo a mi casi hermano allí en frente de mi y tiene razón.
-Que no se les olvide a los dos, que la mujer a quien tienen secuestrada es MI ESPOSA.
-Lo sabemos pero no estás preparado para participar.
Maldigo que Oliveros se esté encargando de la escena en Petare. Si el estuviese aquí. Fuese diferente.
-Los dos sabemos que no estás bien. Agrega Roberto.
- Si lo estoy.
-No creo. Indica y decido ignorarlo.
-Tu. Digo mirando está vez a Sulvarán.
-¿Qué hubieses sentido ese día? El día del rescate a tu novia. ¿Como te sentirías?.
Veo al hombre unos años menor que yo y quién es uno de los mejores estrategas de la GNB.
-Es diferente. Responde.
-No lo es.
-Yo en ningún momento me salí del plan. Al mirarlo tengo ganas de golpearlo.
-Mejor deberías de hacer que un médico revise ese costado.
Imbéciles.
-Señor, entraremos en dos minutos. Dice un joven subalterno del funcionario GN que tengo a un lado.
-Como escuchaste. Te quedarás aquí. En este instante uno de los jóvenes a quienes entrené tiempo atrás, se ubica a mi lado.
-Gómez te asegurarás de que no entre. Le ordena Roberto al jóven y se aleja con Carlos.
-Si señor. Responde este y yo me quedo estupefacto al oírlo.
¡Que mierda!.
-No pensarás que me quedaré de manos cruzadas. ¿O si?.
-Ya escuchó la orden señor. Dice sin siquiera mirarme.
Veo a este jóven, pero no me da tiempo de nada más cuando en la distancia puedo distinguir a Ezequiel. Mi suegro. Lo veo tratando de pasar el perímetro y el hombre que está allí no lo deja continuar.
Ni lo dejará hacerlo.
En este momento toda la casa se queda sin electricidad y se que entrarán.
¡Maldición!.
Sin nada más que hacer, decido acercarme rápidamente a donde se encuentra el padre de mi esposa. Este al verme se le ilumina el rostro.
-Dime que ella está bien.
-Pronto lo estará.
-Esto no debió pasar así. Dice muy nervioso.
-Ella estará bien. Digo para calmarlo.
-No, no lo estará.
-¿Por qué lo dice?. Pregunto al ver su expresión y asustado me mira a los ojos.
-Yo fui quién encontró la droga. Agrega después de una pausa.
-¿Qué?.
-Si.
-¿Como lo hiciste?. Pregunto y lo veo muy nervioso.
-Eduardo construyó está casa para su hermana y si ellos estaban buscando algo, sin dudaría estaría aquí.
-¿Y?.
- Así fue.
-Fue una locura.
-Lo sé. Pero desde que hablé contigo hace algunas horas. Se me metió en la cabeza que el paradero de ese botín estaba aquí.
-¿Todavía está adentro?