Elisa.
Escucho un suave pitido proveniente de algún lugar. Me concentro en el y sé que mi alarma no suena asi.
Abro los ojos y me doy cuenta que estoy retrasada para ir al colegio. Trato de moverme y siento un dolor en el pecho.
-Tranquila. Dice la voz de alguien que reconozco inmediatamente.
Al aclarar la vista puedo distinguir mejor las paredes blancas y no se dónde estoy. Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos cuando siento a alguien sosteniendo mi mano.
-Hola. Dice esta persona y yo me siento desorientada.
Veo el rostro preocupado de mi papá y me pregunto por qué está aquí.
-¿Dónde estoy?. Digo con voz grave y me aclaro la garganta.
-En el hospital. ¿Recuerdas lo que pasó?.
-No. Balbuceo pero en este instante, imágenes van y vienen en mi cabeza.
Un secuestro.
Daniel Morris.
Caín.
Ellos en mi casa.
La droga.
Un disparo.
Comienzo a respirar fuerte cuando recuerdo el rostro de Caín a lo lejos de donde yo estaba.
Había un arma en mi cabeza.
-¿Dónde está Caín!. Pregunto mientras miro a mi alrededor.
-Tranquila. Está afuera.
Recuerdos de el atado y siendo torturado por dos hombres me inquieta.
-¿Dónde está papá?. Digo y escucho como la máquina que monitorea los latidos de mi corazón comienza a sonar rápidamente.
Trato de levantarme pero mi hombro duele mucho.
-Tranquila. Quédate quieta.
-Necesito verlo. Suplico.
-El no va a venir. Dice mi papá mientras sostiene mi mano.
-¿Por qué?. Pregunto asustada.
-Porque tienen prohibido acercase a esta habitación. Lo miro y el parece entender mi cara.
¿Tienen?
-El que estés aquí, es su culpa y la de su equipo. El muy imbécil permitió que te dispararan.
¡Oh!
Miro el techo y suspiro. Recuerdo que mientras estaba en el suelo y antes de perder el conocimiento, escuché como en sus brazos me decía una y otra vez que lo sentía.
-Necesito verlo.
Necesito saber qué está bien, cuando salí de ese lugar mi corazón se quedó con el. En todo momento he pensado que estaba herido.
-Lo sé. Dice mi papá sacándome de mis pensamientos. Lo veo como se levanta de la silla y se aleja unos metros.
-...Sé que es tu esposo y lo amas, pero estoy furioso con el, con su equipo, tu familia materna, Eduardo, con todo el maldito mundo.
-Papá...
-Estuve a punto de perderte. Musita con dolor y lo entiendo perfectamente.
-...¿Y sabes qué?.
-¿Que pasó?.
-Te pude perder por mi culpa.
-No es así.
-Yo encontré la droga y algo más. Confiesa.
-¿Fuiste tú el que la sacó?.
-Si. Y de inmediato me comuniqué con tu primo.
Con respecto a lo que me dice, ahora entiendo todo. Recuerdo a Daniel Morris hablar por teléfono y nombrar a mi primo.
-Tranquilo. Lo hiciste para ayudarme.
-Sé que lo de Caín y tú está un poco complicado. Dice y me percato de que lo hace para cambiar de tema.
-¿Lo sabes?.
-Si Elisa, me he dado cuenta desde hace tiempo que lo suyo no está bien.
-Gracias por no decir nada.
-¿Lo amas?. Pregunta mi padre y yo suspiro con dificultad.
-Si. Pero...Son muchas cosas que no me dijo al principio.
-Cosas ¿Como qué?.
-... Cosas de tu hermano. Al decir esto asiento.
-En gran parte si. Pero también está que siento que me casé con un desconocido.
Aunque en el fondo sé que todo tiene que ver.
Mi hermano.
Sus mentiras.
Todo.
-Sé que nunca hemos hablado de lo que pasó esa noche. Agrega mi papá mientras se sienta a mi lado.
-No quiero hablar de eso. Confieso al saber a lo que se refiere.
-Tienes que hacerlo.
-No.
-Tu hermano estaba metido en algo grande.
-Papá no.
-...Tu madre y yo lo supimos al instante en que llegó de sus vacaciones en Escocia.
-Por favor. Suplico.
-Eduardo se volvió alguien muy diferente.