Nunca en la vida había pensado en tener un hijo.
¿La razón?.
Fácil.
Nunca tuve unos padres presentes y hasta que cumplí la mayoría de edad estuve en un internado de menores. Desde que tuve uso de razón las relaciones amorosas no fueron lo mío. Mi interés hacía algunas mujeres eran atracción sexual y ya. Nunca me vi con ninguna, hasta que la conocí a ella.
Elisa.
Observo detalladamente a la mujer que hace un poco más de un año entró a mi vida. La misma del color de una zanahoria y quién ahora es mi esposa. Desde ese momento que la ví, supe que algo cambiaría y así fue.
Me enamoré.
La hice mi novia.
Me casé.
Y ahora es mi esposa.
Hace minutos atrás, ella me hizo saber que estaba embarazada y lo perdió.
Perdimos un hijo.
Nuestro hijo.
Elisa yace abrazada a mi costado y yo miro su rostro, no se cuantas horas han pasado desde que se durmió llorando en mis brazos y en medio de su estado, repetía una y otra vez que la perdonara.
Yo por mi parte la abracé y le dije que no era su culpa.
-No. Lloriquea en este momento y la atraigo hacia mí.
-Tranquila.
-Te amo. Balbucea.
Por su respiración veo que sigue dormida y aprovecho este momento para dejar un suave beso su frente. La conozco tan bien que estoy seguro que por la mañana no recordará nada de lo que ha ocurrido.
-También te amo.
A medida que pasan las horas cierro los ojos y no sé en qué momento de la madrugada logro conciliar el sueño. En todo el tiempo Elisa está en ellos y en el fondo siento dolor de que ese niño no haya nacido y sobre todo, me duele que haya pasado por todo esto sola.
***
A la mañana siguiente abro los ojos y ella sigue aferrada a mi. Sonrío y me permito estar un rato más con mi esposa. Mirando el techo, trato de recordar cuando fue la última vez que estuvimos así y no logro recordarlo.
La veo moverse y al hacerlo se queja.
-Mi cabeza. Dice con voz grave.
-¿Te duele mucho?. Pregunto en voz baja y ella abre los ojos de repente.
-¿Qué haces aquí? Pregunta sorprendida.
-Es mi apartamento. Digo y ella aún no se mueve de mi lado, la veo y puedo deducir que está tratando de recordar lo que pasó.
-¿Cómo llegué aquí?.
-¿No lo recuerdas?.
-Yo estaba en la finca.
-¿Y...?
-Me vine y te vi c...
-Me viste con Colmenarez, tomaste y viniste hacia aquí.
-Te traje serenata. Dice más como una afirmación y yo asiento mientras reprimo una sonrisa por todo lo que ocurrió al llegar.
-¡Oh no!. Agrega mientras se tapa el rostro con las sábanas.
-Cantas muy bien.
-¡Ay no!. Se queja.
-¿Que canción era?.
-No recuerdo. ¿Maná?. Musita aún debajo de las sábanas y también me cubro imitando su posición.
-¿Te sientes muy mal?. Pregunto al verla con los ojos cerrados.
-Ahora si. Murmura.
-No lo hagas. Me gustó.
-No me lo recuerdes.
-Me llamaste y al no decirme dónde estabas Vanesa...
-Vanesa me dijo que viniera hasta aquí.
-¿Si?.
-¡Ay no!. Se queja.
-Entra a la ducha mientras te preparo algo de comer. Le digo y me levanto.
-...Con eso te sentirás mejor.
-Gracias. Dice descubriendo su rostro y observando el lugar donde estoy.
-¿Recuerdas algo más de anoche?. Pregunto mirándola a los ojos.
-¿Hice el ridículo?. Agrega en voz baja y yo me río.
-Me trajiste serenata. Y eso nunca lo habían hecho, así que no lo llames ridículo.
Ella ríe y se vuelve a tapar con las sábanas.
-¡Oh no! Se queja y toda esta situación me causa mucha diversión.
-Entra al baño y luego ven a desayunar.
-Okey. Jamás en la vida vuelvo a tomar.
-Hazlo más seguido. Cantas muy bonito.
-Calla. Dice y yo me río.
Salgo de la habitación y entro a la cocina. Desde un tiempo para acá mantengo comida decente y trato de cocinar algo sano. Generalmente las recetas las busco por YouTube y a esta altura puedo decir que la vida de comer en la calle la he dejado atrás.
Mientras decido que prepar, saco de la nevera huevos, tomate, cebolla, y me decido por hacer algunas arepas; por último lleno una olla con agua para el café y comienzo a preparar todo. En este momento escucho el agua del baño, signo de que Elisa está en la ducha. La idea de acompañarla me viene a la cabeza pero la descarto. Ella necesita su espacio y debo respetarlo.