— Demian, ¿escuchas esos pasos? ¿Estás bien?—
— Sí, se están acercando - responde, con un tono preocupado.
— ¿Qué hacemos?
— ¡Quietos! No podemos hacer ningún ruido. Debemos encontrar una forma de salir de aquí...
Los pasos se detienen frente a nuestras celdas. El corazón late con fuerza en mi pecho mientras esperamos, tratando de mantener la calma y sin hacer el más mínimo ruido. La tensión se hace palpable en el aire oscuro y enrarecido.
Un sonido de metal golpeando el suelo interrumpe el silencio, seguido de voces amortiguadas. Intento distinguir lo que están diciendo, pero las palabras son ininteligibles. Las sombras se mueven alrededor de nosotros, y aunque no puedo ver claramente, siento que la situación está cambiando.
De repente, la luz penetra en la celda, cegándome por un momento. Al recuperar la vista, veo figuras borrosas, figuras humanas que han entrado en la habitación. Se escucha el sonido de llaves abriendo las cerraduras de las celdas.
— ¡Levántense, rápido! ¡Tenemos que salir de aquí! - grita una voz desconocida.
Con la luz cegadora y las figuras borrosas, veo a un grupo de personas que llevan uniformes oscuros. Mi corazón late aún más rápido, mezcla de alivio y temor. ¿Quiénes son estos extraños y por qué están aquí?
Demian y yo, aturdidos y débiles por la falta de luz y la incertidumbre, nos ponemos de pie, listos para cualquier cosa. Las personas desconocidas nos indican que los sigamos y rápidamente nos llevan por el oscuro pasillo.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué estamos aquí? - pregunto con voz temblorosa mientras caminamos.
— No podemos hablar ahora, solo síganos y mantengan la calma. Les explicaremos todo más adelante - responde uno de los uniformados.
Caminamos por los corredores, con el corazón en la garganta y la mente llena de preguntas. Cada paso nos acerca más a la posibilidad de la libertad, pero también a un nuevo misterio.
Finalmente, llegamos a una puerta que conduce al exterior. La luz del sol nos ciega por un momento cuando cruzamos el umbral. Al salir, nos encontramos en un terreno abierto, con varios vehículos estacionados cerca.
Los uniformados nos ayudan a subir a uno de los vehículos y rápidamente nos alejamos de la casa. Miro hacia atrás, viendo cómo la estructura se reduce en la distancia, aún llena de preguntas sin respuesta.
Demian y yo estamos en el vehículo, exhaustos pero aliviados de estar lejos de la oscura celda. Nos sentamos en silencio, con la mente revoloteando entre la gratitud por la libertad recién encontrada y la confusión sobre lo que acababa de suceder.
— Demian, ¿escuchas esos pasos? ¿Estás bien?
— Sí, se están acercando - responde, con un tono preocupado.
— ¿Qué hacemos?
— ¡Quietos! No podemos hacer ningún ruido. Debemos encontrar una forma de salir de aquí...
Los pasos se detienen frente a nuestras celdas. El corazón late con fuerza en mi pecho mientras esperamos, tratando de mantener la calma y sin hacer el más mínimo ruido. La tensión se hace palpable en el aire oscuro y enrarecido.
Un sonido de metal golpeando el suelo interrumpe el silencio, seguido de voces amortiguadas. Intento distinguir lo que están diciendo, pero las palabras son ininteligibles. Las sombras se mueven alrededor de nosotros, y aunque no puedo ver claramente, siento que la situación está cambiando.
De repente, la luz penetra en la celda, cegándome por un momento. Al recuperar la vista, veo figuras borrosas, figuras humanas que han entrado en la habitación. Se escucha el sonido de llaves abriendo las cerraduras de las celdas.
— ¡Levántense, rápido! ¡Tenemos que salir de aquí! - grita una voz desconocida.
Con la luz cegadora y las figuras borrosas, veo a un grupo de personas que llevan uniformes oscuros. Mi corazón late aún más rápido, mezcla de alivio y temor. ¿Quiénes son estos extraños y por qué están aquí?
Demian y yo, aturdidos y débiles por la falta de luz y la incertidumbre, nos ponemos de pie, listos para cualquier cosa. Las personas desconocidas nos indican que los sigamos y rápidamente nos llevan por el oscuro pasillo.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué estamos aquí? - pregunto con voz temblorosa mientras caminamos.
— No podemos hablar ahora, solo síganos y mantengan la calma. Les explicaremos todo más adelante - responde uno de los uniformados.
Caminamos por los corredores, con el corazón en la garganta y la mente llena de preguntas. Cada paso nos acerca más a la posibilidad de la libertad, pero también a un nuevo misterio.
Finalmente, llegamos a una puerta que conduce al exterior. La luz del sol nos ciega por un momento cuando cruzamos el umbral. Al salir, nos encontramos en un terreno abierto, con varios vehículos estacionados cerca.
Los uniformados nos ayudan a subir a uno de los vehículos y rápidamente nos alejamos de la casa. Miro hacia atrás, viendo cómo la estructura se reduce en la distancia, aún llena de preguntas sin respuesta.
Demian y yo estamos en el vehículo, exhaustos pero aliviados de estar lejos de la oscura celda. Nos sentamos en silencio, con la mente revoloteando entre la gratitud por la libertad recién encontrada y la confusión sobre lo que acababa de suceder.
— Demian, ¿escuchas esos pasos? ¿Estás bien?
— Sí, se están acercando - responde, con un tono preocupado.
— ¿Qué hacemos?
— ¡Quietos! No podemos hacer ningún ruido. Debemos encontrar una forma de salir de aquí...
Los pasos se detienen frente a nuestras celdas. El corazón late con fuerza en mi pecho mientras esperamos, tratando de mantener la calma y sin hacer el más mínimo ruido. La tensión se hace palpable en el aire oscuro y enrarecido.
Un sonido de metal golpeando el suelo interrumpe el silencio, seguido de voces amortiguadas. Intento distinguir lo que están diciendo, pero las palabras son ininteligibles. Las sombras se mueven alrededor de nosotros, y aunque no puedo ver claramente, siento que la situación está cambiando.