Me siento algo cansada que menos que darme una ducha para poder aliviar mis malestares.
En la ducha dejo que el agua recorra mi cuerpo mientras yo intento dejar mi mente en blanco porque cada vez que pienso en todo lo que me sucede más pequeña y débil me siento.
Salgo del baño aún arrastrando mis pies porque ni yo misma soy capaz de levantarme de lo más bajo del suelo .
Todo me da vueltas y en mi mente hay demasiadas preguntas y pocas respuestas para lo que necesito saber.
Me pongo el pijama, dejándome caer en la cama escucho mi teléfono sonar, al parecer es un mensaje de Jordan.
✓ Buenas noches bonita espero que descanses y mañana nos vemos en el hospital.
✓ De acuerdo, gracias por todo Jordan no sé cómo agradecerte todo lo que haces por mí.
✓ No me tienes que agradecer nada, lo hago con mucho gusto. Que descanses.
✓ Hasta mañana...
Cuando termino de escribirle estoy tan agotada que me dejo llevar por el sueño.
Al día siguiente me preparo para ir al hospital cuando entro en la cocina ahí me encuentro a Antonella con los pequeños que están desayunado, al parecer Brandon no está en casa.
Me siento junto a Elisa y me sirvo una taza de leche con cereales, durante el desayuno no paramos de escuchar los chistes de los niños.
Al terminar de desayunar ayudo a Antonella a recoger los platos y acto seguido salgo de la casa dirección a la parada de taxis donde paro un taxi, nada más subir le indico el lugar donde quiero ir.
Cuando llego al hospital me bajo del taxi con mi pulso acelerado como si tuviera un mal presentimiento.
Miro al cielo rogándole al de arriba que se apiade de mi tía porque aún me hace falta.
Entro al hospital y lo primero que hago es pedir a los médicos que me digan que sucede con mi tía, al parecer al ser menor de edad no quieren entrar en detalles por lo que tendré que esperar a que venga Antonella y sea ella quien me diga que está sucediendo realmente. Preocupada, con mi corazón envuelto en una emoción indescifrable paso a la habitación de mi tía donde aún tiene la botella colgando y duerme plácidamente.
Ella abre sus ojos y me sonríe hablando débilmente donde yo le ayudo a que se incorpore un poco en la cama.
Hablo con ella sin saber exactamente qué decir, ya que me cuesta demasiado poder apaciguar esta bola ácida que empieza agrandarse en mi garganta.
Agradezco de la interrupción de la enfermera y salgo hacia la sala de espera donde tomo asiento con mi mirada triste mirando a un punto fijo.
Veo salir del ascensor a Antonella con Brandon el cual se acerca hasta mí y poniéndose de cuchillas me abraza en silencio donde lloro en su hombro de la misma frustración que siento al no poder saber con exactitud qué está sucediendo con mi tía o lo que es peor. Que le pueda ocurrir algo malo.
No, no puedo soportar ese pensamiento porque si ella me dejara para siempre como lo ha hecho mi madre y mi abuela la idea me mata, me destruye lentamente y acabo agarrando con fuerza el hombro de Brandon para silenciar mis sollozos.
Seguimos abrazarnos hasta que aparece Jordan acercándose hacia a nosotros pero Brandon se levanta apartándose de mi mientras me seco lágrimas .
Jordan toma asiento a mi lado y con su mirada de preocupación hace que me sienta más frágil todavía y me pregunta:
--¿Cómo sigue tu tía? -Desvío mi vista a mis manos intentando luchar con este malestar.
Alzo mi mirada observando a Brandon buscando su ayuda en este momento tan delicado para mi y me encuentro que está trasteando con el teléfono.
Suspiro fuerte respondiendo a Jordan con la idea de que mi tía tenga algo malo.
Tapo mi rostro con mis manos llorando nuevamente angustiada. La mano de Jordan acaricia ligeramente mi espalda mientras yo trato a duras penas de recomponerme.
Brandon toma asiento a mi lado con semblante serio, así permanece durante un buen rato callado hasta que su madre nos dice de ir a comer.
Al terminar la comida decido dar un paseo en compañía de Jordan, donde en silencio tomamos asiento en un banco hasta que veo aparecer desde lejos a mis amigos, los cuales al verme nos abrazamos y es ahí donde intento sujetar mis lágrimas de amargura.
Permanecemos un rato en la calle hasta que veo a Antonella llamarme con su mano a avisándome de poder entrar a ver mi tía porque ya se ha despertado.
Subo al ascensor y al llegar a la planta paso inmediatamente a la habitación veo a mi tía algo más pálida mirando hacia la ventana al verme sonríe forzadamente, la cojo de su mano empezamos a hablar y me pregunta:
-¿Te acuerdas que te dije que te contaría como se conocieron tus padres? -Asiento con la cabeza contándome como se conocieron mis padres.
-Cuando estábamos en una fiesta de cumpleaños de un amigo de tu padre nada más ver a tu madre empezaron hablar animadamente, recuerdo como tu madre reía tímidamente mirándome para que yo le ayudara, por lo que me uní a la conversación durante un rato.
Aquella noche le invitó a salir tú padre a tu madre, recuerdo cómo al día siguiente cuando regresamos de la casa de la abuela no paró de háblarme de él, de inmediato me di que sus ojos brillaban.
Recuerdo como dos días después le ayudé a prepararse para su cita con tu padre, si tú la hubieras visto a tu madre tan nerviosa, imagínate que cuando tú padre llegó se quedó embobado nada más verla después se fueron a su cita.
Por la tarde al regresar me comienzo a contar todo, me dijo que tu padre había sido todo un caballero con ella y divertido.
Por la noche tu madre no paraba de hablar con él y te voy a contar una cosa más qué tu padre no lo sabía que tú madre estaba en el mismo instituto.
Cuando ella se encontró con él. Él comenzó a estar pendiente de ella incluso a sentarse con ella u sus amistades en la hora de comer.
Aún me acuerdo qué yo salía de la biblioteca me di cuenta que unos chicos estaban alrededor de ella mientras de burlaban, estuve apunto de acercarme a esos niñatos cuando de repente tu padre con sus amigos se acercaron hasta ellos y les pegaron después les amenazaron aproveché para ir hacia a ella que estaba llorando como una niña pequeña y le abracé contra mi pecho.
Tú padre se acercó a nosotras donde tu madre aún sin poder salir de su asombro le dio las gracias.
Recuerdo que durante unos minutos estuvimos en un silencio glaciar, después yo me ausenté y recuerdo que al llegar a casa tu mamá con una mirada brillante me dijo las palabras tan bonitas que le dedicó tu padre:
«No debes de temer, yo me encargaré de ser tu protector para que nada te ocurra»