Andy
¿En dónde estoy?
Observo a mí alrededor pero no veo nada, solo hay una espera neblina.
Camino con cuidado de no caer. Entonces veo la silueta de alguien.
Me acerco un poco y veo que es Leonardo.
Comienzo a caminar hacia él. Al mismo tiempo la niebla se disipa.
Estamos en un acantilado.
Detengo varias respiraciones al ver esa escena. El pánico se apodera de mi cuando Leonardo comienza a retroceder, se está dirigiendo hacia el vacío.
Intento llegar a él pero no puedo. Estoy paralizada.
Continua avanzando a pesar de mis suplicas de que se detenga. Cuando está a un solo paso de caer, me mira y una lagrima resbala por su mejilla.
Da el último paso y un grito de agonía sale de mi boca. Al igual que el incontenible llanto.
Mi respiración es agitada. Paso mis manos por mi cara.
Salgo de la cama y voy hasta el baño. Hecho un poco de agua en mi cara y observo mi reflejo.
Llega a mi mente los recuerdos del día anterior. Ese beso que me dejo sin aliento.
Cierro mis ojos, aun puedo sentir sus labios sobre los míos. Su dulce sabor.
Una parte de mi está feliz, pero otra está asustada.
¿Asustad de qué? No lo sé.
Tal vez sea por la pesadilla que tuve. Parecía tan real, y el dolor que sentí. No sé si resistiría perder a Leonardo.
Tengo miedo. Miedo de perderlo. De quedarme sola.
Salgo de mi habitación y voy hasta la habitación que solía ocupar mi madre.
Su habitación la he mantenido intacta, no he tenido el valor suficiente de mover sus pertencias.
Al entrar veo una foto donde estamos juntas. Recuerdo cada detalle del día que fue tomada. Ese día cumplí 20 años, fuimos a la playa. Esperamos hasta al atardecer para tomarla. Fue una increíble vista.
Me dirijo hasta ella cuando estoy a punto de agarrarla torpemente se desliza entre mis manos. Cae al suelo, al instante el cristal se rompe esparciéndose en la habitación. Con mucho cuidado levanto la fotografía, para mi sorpresa encuentro un sobre.
Silencio.
Se acerca a mí y habla de nuevo.
Dejo la fotografía sobre la cama. Doy vuelta al sobre y veo mi nombre escrito en el.
Volteo a ver a Diana y le muestro el sobre.
Compartimos miradas. Tengo curiosidad de saber el contenido de esa sobre.
Además, ¿Por qué estaba es ese lugar?
Escucho sonar el timbre.
Niego
¿A mí? ¿Quién? No espero a alguien.
Tomo la fotografía y la coloco de nuevo donde se encontraba antes junto con el sobre.
Salgo y voy hasta la entrada. Bajo las escaleras he inmediatamente me encuentro con su mirada.
Sé que sus palabras son sinceras, lo veo en su mirada. Esa mirada que provoca que todo mi cuerpo se estremezca.
Nunca me sentí de esta manera. Lo que siento por él es único. A su lado todo es posible. Haría cualquier cosa por él y estoy segura de que el también. Lo ha demostrado al estar a mi lado cuando más lo necesitaba.
Estoy segura que mi mundo sin él, no tendría sentido.
En ese momento viene a mí la imagen del cayendo por el acantilado. Cierro mis ojos negándome ante esa idea.
Sus brazos rodeándome hacen que regrese a la realidad.
Lo abrazo fuertemente, aferrándome a él sin intenciones de soltarlo. Algunas lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Me acerca más a él, escondo mi rostro en el hueco de su cuello. Deposita un beso en mi nuca.
Se aleja un poco para mirarme a los ojos. Acuna mi rostro con sus manos y dice:
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Editado: 09.05.2020